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Sociedad|Viernes, 9 de octubre de 2009
EL DIALOGO NO PROSPERO ENTRE LA DELEGACION DEL DERROCADO ZELAYA Y LA DE LOS GOLPISTAS

La OEA dejó una Honduras estancada

El dictador Micheletti bajó de un hondazo las expectativas en torno de la negociación. Dijo que se van a celebrar elecciones el próximo 29 de noviembre y sólo hay una posibilidad de que eso no suceda: “Que nos invadan”.

Los mediadores de la OEA liderados por el secretario general, José Miguel Insulza (centro).
Imagen: AFP

El diálogo se estancó en Honduras. La misión de la OEA se fue del país ayer por la tarde con un sabor amargo en la boca. Aunque celebraron el inicio de un diálogo directo entre zelayistas y golpistas en Tegucigalpa, no pudieron esconder su escepticismo ante la intransigencia del dictador, Roberto Micheletti. “Tenemos optimismo, pero ahora es moderado”, aseguró ante la prensa internacional el canciller de El Salvador, Hugo Martínez, antes de subirse al avión. Los diplomáticos habían llegado a la nación centroamericana con expectativas y esperanzas, pero Micheletti los bajó a la realidad que sufren los hondureños hacen más de cien días. “Les digo una cosa –afirmó, serio, el dictador en la reunión televisada en cadena nacional–, aquí se van a celebrar elecciones el próximo 29 de noviembre y sólo hay una posibilidad de que eso no suceda: que nos invadan.”

Las palabras del dictador tomaron por sorpresa a los diplomáticos, que habían llegado con la certeza de que los golpistas habían aflojado su posición. Frente a las cámaras de televisión y sin ningún tipo de sutileza, Micheletti los atacó. “Nosotros creíamos que ustedes venían de buena fe y que iban a escuchar lo que decidieran los hondureños, pero no. Ustedes quieren volver a poner a Zelaya, sin escuchar siquiera lo que digan los negociadores”, sentenció el presidente de facto. No fue necesario decir más; el diálogo no iría a ningún lado. Manuel Zelaya ya había advertido el martes que lo único que no estaba dispuesto a negociar era justamente lo que Micheletti se negaba a aceptar: su restitución como presidente hasta el final de su mandato, el 27 de enero próximo.

Mientras el comunicado oficial de la misión de la OEA y el gobierno norteamericano resaltaban el “tono positivo” de las primeras reuniones, dentro de la embajada brasileña Zelaya era más realista. “Micheletti está actuando como si viviera en otro mundo, como si Honduras fuera una gran potencia. No le importa la comunidad internacional, no le importa el pueblo, está llevando al país a un abismo”, aseguró, molesto y cansado desde su refugio. Más tarde, el presidente derrocado volvió a mostrarse pesimista sobre el diálogo impulsado por la OEA. “Nosotros ya habíamos advertido que la posición del régimen de facto es la de no entregar el poder. La comunidad internacional debe actuar con firmeza, porque Micheletti quiere quedarse más tiempo en el poder.”

Zelaya no se basaba solamente en la bronca y el desprecio que había mostrado Micheletti en la reunión con los cancilleres latinoamericanos y al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. Sus hombres sentados a la mesa de diálogo no le habían trasmitido un buen pronóstico. “No se ha avanzado en el diálogo; está en punto muerto”, sentenció alrededor del mediodía uno de sus negociadores y líder de la resistencia popular, Juan Barahona.

Afuera del hotel donde transcurrió el segundo día de negociaciones, los compañeros de Barahona burlaron el cordón militar y lograron concentrarse durante menos de media hora para repudiar a los golpistas. “Quieren utilizar el diálogo como una táctica dilatoria para mantenerse en el poder y organizar unas elecciones fraudulentas”, denunció el dirigente campesino Rafael Alegría. Con él, cientos de manifestantes habían logrado movilizarse desde la Universidad Pedagógica, un bastión de la resistencia, hasta el Hotel Clarion, donde los zelayistas se enfrentaban cara a cara con los golpistas. No lograron quedarse mucho tiempo, pero al menos pudieron hacerse sentir.

Pero sus cantos y sus consignas no consiguieron destrabar la negociación que venía desde la mañana. Según confió a este diario una fuente cercana a los negociadores zelayistas, los enviados del presidente Zelaya pusieron un ultimátum ayer sobre la mesa: se discute concretamente la restitución del mandatario derrocado antes del fin de semana o abandonan la mesa de diálogo. Los zelayistas están negociando a contrarreloj. Zelaya puso como fecha límite para un acuerdo político el próximo jueves. A esta altura ese final parece poco probable.

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