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Sociedad|Martes, 20 de octubre de 2009
Una camioneta policial que llevaba a una mujer y su familia al hospital chocó con un colectivo. Hubo ocho muertos

En patrullero, a toda marcha hacia la tragedia

Era una camioneta de la Bonaerense. En la caja, al aire libre, iban una mujer en silla de ruedas y seis familiares. El patrullero fue embestido en el barrio porteño de San Cristóbal por un colectivo. Murieron dos policías y seis integrantes de la familia.

Por Emilio Ruchansky
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El colectivo de la línea 12 iba por Combate de los Pozos cuando se encontró con el patrullero que iba por la avenida Garay.

Petronila Giménez pasó el Día de la Madre sufriendo los achaques propios de su edad. Tenía 83 años, estaba muy excedida de peso y andaba en silla de ruedas desde que la habían operado de la cadera, en su Perú natal. Después de pasar por la guardia del Hospital Fiorito, donde le dieron medicación para la lumbalgia que la aquejaba, la mujer seguía sin reponerse y fue llevada por sus familiares hasta la comisaría 3ª de Avellaneda. Convencieron a los oficiales de la gravedad del caso y sugirieron llevarla al Hospital Tornú, en la Capital, porque la historia clínica de Giménez estaba allí. Nunca llegaron. Los dos policías, la abuela, tres hijos suyos y dos nietos murieron ayer a la madrugada al chocar el móvil con un colectivo en el barrio porteño de San Cristóbal. Sólo sobrevivió una hija de Giménez, internada en terapia intensiva.

El accidente ocurrió en el cruce de la avenida Juan de Garay y Combate de los Pozos, donde ayer por la tarde tres obreros reparaban el poste de luz, el semáforo y acomodaban los troncos del árbol caído frente al futuro Polo de Circo de Buenos Aires. Los tres elementos fueron literalmente borrados de su lugar cuando la camioneta de la policía pasó en rojo, según los testigos, y fue embestida por el interno 31 de la línea 12. Era la 0.30 de ayer y los primeros en auxiliar a las víctimas fueron los vecinos y transeúntes. Luego llegaron los patrulleros de la comisaría 18ª, seguidos por los bomberos y el SAME.

No hubo incendio, así que los bomberos se dedicaron a sacar los cuerpos de los policías aprisionados dentro de la camioneta, que quedó orientada en sentido inverso al que se movía y sobre la vereda. Salvo uno de los oficiales, que murió poco después mientras era operado en el hospital, todos fallecieron en el acto. Los integrantes de la familia Giménez viajaban al aire libre en la caja del patrullero, por lo que salieron disparados de la camioneta de la Policía Bonaerense después del impacto.

Iban en esa parte, según explicó a Página/12 el superintendente de la Zona Sur, el comisario Mario Valente, debido a que “no había forma de subir a la anciana porque estaba operada de la cadera y no se podía mover, así que los familiares fueron con ella para sostener la silla de ruedas durante el trayecto”. La cantidad de familiares tenía su razón también: hacer guardia en el hospital en caso de que Petronila quedara internada.

Al principio, y ante el desconcierto general (dos colectivos más chocaron en cadena, detrás del 12), la policía creyó que buena parte de la muertos eran personas en situación de calle que suelen parar allí. Con el correr de las horas se supo los nombres de los fallecidos. Los tres hijos de Petronila Giménez son Norma, Marín y Daniel, y sus dos nietos se llamaban Hugo y Mir, de 21 y 22 años. Los policías muertos son el sargento Sebastián Cosentino, de 32, y el subteniente Angel Gayuleo, de 42.

La única sobreviviente entre quienes viajaban en el móvil policial es una hija de Giménez que tiene 46 años y quedó en terapia intensiva del Hospital Penna. Jorge Vilesio, jefe de guardia de ese lugar, contó que esta paciente entró con politraumatismo grave incluido un traumatismo severo de cráneo y se decidió operarla para colocarle un tubo en el tórax. “Está comprometida”, dijo. Todos los heridos –incluyendo al colectivero, cuatro pasajeros y algunos transeúntes– fueron repartidos entre el hospital Ramos Mejía y el Penna.

La familia Giménez festejaba el domingo pasado el Día de la Madre en Dock Sud y cuando Petronila comenzó a sentirse mal pidieron una ambulancia al Hospital Fiorito. Eran las 17 y del otro lado del teléfono le respondieron que el caso no ameritaba un traslado, debían llevarlo ellos mismos. “Los traslados con personas de movilidad reducida a veces se hacen y a veces no, si los familiares no tienen forma de hacer el traslado, se hace, si no, no. Lo hacemos para optimizar recursos”, aclaró a este diario Adrián Tarditti, director de Emergencias de la provincia de Buenos Aires.

Después de contratar un flete, la mujer pudo llegar al Hospital Fiorito a las 18.30. “En la guardia fue revisada por un traumatólogo porque sentía un dolor lumbar fuerte. Se le dio la medicación y se retiró”, detalló el funcionario, que tuvo una auditoría con el director de ese hospital y con el jefe de todos los hospitales de la provincia, Sergio Alejandre. Petronila, que además de operarse la cadera 10 días atrás también había tenido un accidente cerebrovascular, volvió a su casa pero los dolores continuaron.

“Mi suegra estaba mal y no conseguíamos ambulancia. Era tal la desesperación que recurrimos a la policía para que la trasladara a un hospital”, explicó una de las nueras de la mujer, la misma que convenció a los agentes de la comisaría. Sin embargo, Tarditti aseguró que no hubo pedido de asistencia después. “Había dos ambulancias disponibles a esa hora y ellos no llamaron, al menos no tenemos registrada ninguna de las llamadas que dicen haber hecho”, agregó el funcionario. La nuera de Giménez además se quejó de que no internaran a la señora en un primer momento, ya que habría vuelto en muy mal estado.

“En ningún momento ni la paciente ni sus familiares refirieron problemas cardiovasculares, es decir, no hubo criterios de internación”, explicó ayer el viceministro de Salud bonaerense, Alejandro Collia, cuando se conocieron los detalles del caso. “Fue la desesperación de ver a una madre dolorida y gritando”, rebatió la nuera, lo que motivó la visita de esta familia humilde hasta la comisaría 3ª de Avellaneda, a pocas cuadras de donde vivía Petronila Giménez, que tenía antecedentes cardíacos.

“Ante la desesperación y las súplicas de la nuera, que decía que habían agotado todos lo recursos y temían por la vida de la señora, los policías accedieron a llevarla en principio hasta el Hospital Argerich”, contó el comisario Valente, momentos antes de entrar al velatorio de los policías fallecidos, en la cochería Paraná. “Esto es producto de una acción humanitaria y terminó siendo una gran tragedia, una tragedia enorme”, lamentó el superintendente de la Zona Sur, y aclaró: “Si hubiese hecho el traslado una ambulancia, el accidente hubiera podido suceder igual”.

Aunque era más cerca y está tan equipado como cualquier hospital porteño de alta complejidad, la misma familia pidió que no llevaran a Petronila al Fiorito, aseguró el comisario, “porque ya habían estado ahí y al parecer no los habían atendido bien”. Sin embargo tampoco llegaron al Argerich porque ese día el cantante Ricardo Arjona se presentó en el estadio de Boca Juniors, por lo que el tránsito de la zona estaba bastante complicado. “Los familiares pidieron sobre la marcha ir hasta el Hospital Tornú porque además la señora se había atendido varias veces ahí y tenía su historia clínica allá”, relató el comisario.

Las circunstancias del accidente son ahora investigadas por la seccional 28ª y el juez de Instrucción porteño Alberto Baños. Lo primero que deberán determinar es si la camioneta de la Policía Bonaerense obtuvo autorización para cruzar a la Capital y si al momento de ser embestido por un colectivo en servicio tenía las balizas y la sirena, como indican varios testigos. El chofer del colectivo sufrió politraumatismo, pero llegó lúcido al hospital donde se algunos estudios de rutina. “Está internado, detenido e incomunicado”, señaló Valente.

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