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Sociedad|Miércoles, 4 de diciembre de 2002

La ONU muestra que la planificación familiar es la clave del crecimiento

Cuando en Argentina se sigue cuestionando la Ley de Salud Reproductiva recién aprobada, un informe de la ONU mostró que los países que invirtieron en planes de procreación responsable crecieron más.

Por Mariana Carbajal
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Las provincias argentinas donde creció la mortalidad infantil no tienen ley de salud reproductiva.
Mientras en el país todavía resuenan voces en contra de la sanción de la Ley Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, ayer el Fondo de Naciones Unidas para la Población advirtió que la clave para salir de la pobreza es... la promoción de programas de planificación familiar para garantizar el acceso a la anticoncepción a la población más carenciada. La afirmación no es arbitraria: diversos estudios han demostrado que los países en vías de desarrollo que en las últimas décadas invirtieron en planes de procreación responsable y salud para las mujeres consiguieron un “crecimiento económico más acelerado”, según el informe anual sobre “El Estado de la Población Mundial 2002” que se difundió ayer. Como ejemplo, la ONU da el caso de Brasil, “donde la disminución de la fecundidad desde 1970 fue equivalente a un crecimiento económico del 0,7 por ciento del PBI per cápita por año”.
No será casualidad, entonces, que justo en Tucumán, Formosa, Santiago del Estero, San Luis y Salta, cinco de las provincias en las que aumentó la mortalidad infantil en el último año –según reveló en exclusiva Página/12 el jueves pasado– no existan leyes de salud reproductiva.
El informe de Naciones Unidas pone el acento en la importancia del acceso a servicios de salud reproductiva para salir de la pobreza. Destaca que a partir de 1970, los países en desarrollo con menores tasas de fecundidad y de crecimiento demográfico han registrado mayor productividad, más ahorro y más inversión productiva. Además de Brasil, señala como ejemplos a los llamados “tigres asiáticos” y a México. “Cuando disponen de verdadera opciones, los pobres en países en desarrollo tienen familias más pequeñas que sus padres y madres. Esta disminución de la fecundidad en ‘microescala’ se traduce al cabo de una generación en un potencial crecimiento económico en ‘macroescala’”, revela el organismo. Al tener menos cantidad de menores a cargo, las familias tienen “menores gastos y mayores oportunidades de acrecentar su ingreso y sus ahorros, lo cual conduce a un mayor consumo”, describe el informe. La mitad del adelanto en el crecimiento económico atribuible a la población es resultado de aprovechar esa ‘oportunidad demográfica’ y la otra mitad, es consecuencia de desplazar el consumo económico hacia los pobres, dice el documento. “Los efectos pueden ser considerables –advierte–. Por ejemplo, una disminución de 4 por 1000 en la tasa neta de natalidad se traduciría en el próximo decenio en una reducción en 2,4 por ciento del número de personas que viven en la pobreza absoluta.”
El organismo advirtió que mejorar la educación de la mujer contribuye a reducir las tasas de fecundidad y de malnutrición infantil y a mejorar la supervivencia de las madres y los niños. Dos estudios –mencionados por el informe– revelan que un año adicional de educación femenina reduce la fecundidad total entre 0,23 y 0,33 alumbramientos. Los últimos datos disponibles al respecto en la Argentina, correspondientes al Censo 1991, muestran que el número de hijos varía considerablemente según el nivel educativo: las mujeres que no tienen instrucción o sólo tienen primario incompleto tienen el doble de hijos que aquellas con secundario completo o más: 4 chicos contra 2, en promedio. Como ocurre en otras latitutes, también en el país las disparidades de acuerdo a la situación de pobreza son amplias. Como muestra, vale el caso de la provincia de Tucumán, donde la desnutrición se cobró en los últimos días la vida de 13 niños: mientras las mujeres con NBI llegaban a tener 5,3 hijos, en los que sin NBI, no tenían más de 3, según el Censo 1991. Un estudio del Indec más reciente, de 1995, sobre el Gran Buenos Aires mostró que tenían 4 hijos o más una de cada cuatro mujeres con NBI del conurbano, contra menos de 1 de cada 10 mujeres sin NBI.
Según “Estado de la Población Mundial 2002”, la menor fecundidad, inclusive el menor número de alumbramientos no deseados, crea mejores índices de salud para las mujeres y los niños: “Cuando los niveles deinmunización son bajos, los hijos deseados reciben entre un 50 y un 100 por ciento más de vacunas que los hijos no deseados”.

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