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Sociedad|Lunes, 17 de mayo de 2010
Según una publicación médica, no se deben usar para prevenir ataques cardíacos

Una advertencia por las aspirinas

El prestigioso British Journal of Medicine, órgano de la Asociación Médica Británica, llamó a desalentar el uso continuado en bajas dosis de este medicamento para prevención primaria. Sostiene que los datos disponibles no lo justifican.

Por Pedro Lipcovich
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Las propiedades anticoagulantes de la aspirina al mismo tiempo aumentan el riesgo de hemorragias graves.

“No use aspirina para prevenir ataques cardíacos.” Así, en imperativo, está escrito el título de un artículo en el British Journal of Medicine, órgano de la Asociación Médica Británica, que procura desalentar en profesionales y pacientes el uso continuado de este medicamento en bajas dosis con aquel propósito: el problema –verificado por distintos trabajos científicos en los últimos meses– es que las propiedades anticoagulantes de la aspirina, que disminuyen el riesgo de que se tapen las arterias, al mismo tiempo aumentan el riesgo de hemorragias graves en el aparato digestivo o en el cerebro. La inutilidad o inconveniencia del uso de aspirina se verificó, también, por los mismos motivos, para personas hipertensas o diabéticas. En la Argentina, sin embargo, la firma Bayer prosigue con su campaña publicitaria “¿Tomaste tu aspirineta hoy?”, para convencer de que este producto “puede prevenir uno de cada tres infartos sin otros factores de riesgo”.

La nota del British Journal lleva las firmas de Helen Barnet y Ike Iheanacho, editores de la publicación, y de Peter Burrill, asesor de salud pública en Derbyshire. El texto empieza por advertir: “Para todos los pacientes que actualmente toman aspirina como prevención primaria (es decir, sin haber sufrido previamente ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares), debería reconsiderarse, en cada caso, si ese tratamiento se justifica”. Por lo demás, recuerda que “la administración de bajas dosis diarias de aspirina está establecida en prevención secundaria” (es decir, en personas que ya sufrieron infartos u otros eventos graves).

Pero, en personas que no tengan esos antecedentes patológicos, “es dudoso que los beneficios de la aspirina superen los riesgos que implica”. Esto se vincula con que “a largo plazo, el uso de bajas dosis de aspirina incrementa sustancialmente la probabilidad de hemorragias mayores”.

Los autores citan un trabajo publicado este año en la prestigiosa revista médica The Lancet, que analiza resultados correspondientes a 95.000 participantes en estudios clínicos. Según esa investigación, “el uso de aspirina reduce la frecuencia de eventos vasculares importantes en aproximadamente 0,07 por ciento por año”, pero, al mismo tiempo, “el uso de aspirina resultó en un incremento anual de un 0,03 por ciento en hemorragias mayores gastrointestinales u otros sangrados importantes”.

Además, según el trabajo en The Lancet, la reducción de infartos por uso de aspirina “en su mayor parte –el 0,05 por ciento– se refiere a infartos de miocardio no mortales”, y sucede también que los ataques cerebrales hemorrágicos pueden ser agravados por la acción anticoagulante de la aspirina. Por todo esto, “las tasas de mortalidad por enfermedades del corazón, coronarias y cerebrovasculares no fueron diferentes entre los que habían tomado aspirina y los que no la habían tomado”.

Otros estudios citados en el artículo del British Journal se refieren a conjuntos de pacientes que habían pasado más de seis años tomando diariamente bajas dosis de aspirina: el resultado fue que “se evitaron unos tres eventos cardiovasculares por cada mil mujeres, y cuatro por cada mil hombres. Pero hubo un aumento de 2,5 hemorragias mayores por cada mil mujeres y de tres hemorragias mayores por cada mil hombres”.

El artículo agrega que “una revisión de cinco pruebas clínicas en personas con hipertensión encontró que la aspirina tampoco reduce la probabilidad de eventos cardiovasculares en personas con presión arterial elevada”, ya que “la magnitud del beneficio fue similar a la magnitud del daño”. Otra revisión incluyó seis pruebas clínicas que incluían personas con diabetes: “No se halló disminución en la probabilidad de eventos cardiovasculares mayores, o toda otra causa de mortalidad, mediante el uso preventivo de aspirina en personas con diabetes”. Siempre se trataba de personas que no habían tenido previamente infartos o eventos similares.

Otro ensayo clínico trabajó con 3350 personas que padecían aterosclerosis asintomática y habían tomado bajas dosis de aspirina (incluso en cápsulas con supuesta protección digestiva) durante más de ocho años. También en estos casos “la aspirina no fue más efectiva que el placebo para reducir la aparición de eventos coronarios o cerebrovasculares”. En definitiva, “los datos actualmente disponibles no justifican el uso de aspirina para prevención primaria”.

Los investigadores advierten que “varias guías publicadas entre 2005 y 2008 recomendaban aspirina para prevención de enfermedad cardiovascular en pacientes con diabetes tipo 2 y en aquellos con determinados riesgos aumentados de mortalidad por enfermedad cardiovascular”; pero hoy se advierte que “los factores que predicen eventos vasculares también predicen eventos hemorrágicos”, que precisamente son propiciados por la aspirina.

Por todo ello, los editores del Journal –perteneciente a la Asociación Médica de Gran Bretaña– recomiendan a los profesionales “no indicar tratamientos con aspirina para prevención de enfermedades cardiovasculares; revisar los tratamientos ya existentes e involucrar a los pacientes en la decisión de ponerles fin”.

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