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Sociedad|Martes, 29 de junio de 2010
Miles de personas en la Plaza Congreso apoyaron el cambio del Código Civil

En multitud por el matrimonio gay

Hubo recital, con Fito Páez y Vicentico, entre otros. Hubo artistas, dirigentes sociales y estudiantiles. Y hubo muchos gays y lesbianas que salieron a reclamar por sus derechos. Ayer, frente al Congreso, el paisaje se tiñó del arco iris.

Por Soledad Vallejos
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Las miles de personas disfrutaron de la música, pero también de un acto político por los derechos civiles.

“El cambio es esto”, decía un exaltado Alex Freyre, y señalaba con los brazos abiertos y la sonrisa indeleble a las miles de personas que desafiaban el frío del atardecer frente al Congreso. Estaba comenzando el festival en el que personalidades de la política, la cultura, el espectáculo, las organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles y de la diversidad sexual se encontraron para apoyar la ley de modificación del matrimonio civil. A lo largo de cuatro horas hubo, sin embargo, mucho más que definiciones políticas: la dimensión testimonial. Llegó, cargada de emoción por lo reciente, por la carga histórica y por el desafío, de manos de Graciela “Pepa” Vázquez, madre de la joven cordobesa Natalia Gaitán, asesinada por su suegro; la transexual Mariela Muñoz, cuya maternidad revolucionó debates en 1993; y el padre Nicolás Alessio, portavoz de un grupo de religiosos que disiente con la jerarquía católica.

Mientras las oficinas del centro empezaban su drenaje, la Plaza Congreso se llenaba de colores: todos los de la bandera de la diversidad, y otros también. “Los mismos derechos para nuestros hijos gays y sus hermanos heterosexuales”, demandaba la bandera multicolor de la agrupación Padres, Familiares y Amigos de Gays y Lesbianas, a sólo unos metros del reclamo de la CHA (“Somos familia. Matrimonio igualitario ya”), flanqueada por su presidente, César Cigliutti, y su marido y secretario general de la CHA, Marcelo Suntheim. “No estamos de acuerdo con el reclamo porque nuestras prioridades son otras, pero de todas maneras sentimos que hoy había que venir y poner el cuerpo acá”, señalaba la directora de la revista trans El Teje, Marlene Wayar, de optimismo tan furioso como su pañuelo rojo. “¡Claro que soy optimista!” respecto de lo que puede suceder las próximas semanas, ratificó. A unos metros, el director ejecutivo del CELS, Gastón Chillier, merendaba en amena conversación, casi chocando con la bandera de la Cooperativa de Trabajo de Travestis y Transexuales Nadia Echazú, tras cuya bandera se encontraban, entre otras, la activista Lohana Berkins y la legisladora porteña Diana Maffía. Organizaciones estudiantiles como la FUA, la FUBA y el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas estiraban sus banderas; sectores políticos (Libres del Sur, MST, PS) hacían lo propio; un stand disfrazado de horno portaba bandera de la Federación Argentina LGBT, anfitriona del evento, y promocionaba: “tortas 1$”.

“Igualdad, igualdad. Igualdad y amor”, instaba al micrófono la actriz Valeria Bertucelli poco antes de que la locutora Andrea Majul, cuyo testimonio acerca de cómo su familia (su mujer y sus trillizos) necesitan esta ley se escuchó hace unos días en el Senado, tomara el micrófono para dar cauce a la seguidilla de adherentes y canciones. “Los que no están de acuerdo (con el proyecto de ley), que piensen lo que se perdería el mundo si no hubiera gays y lesbianas”, arengaba poco después la dibujante Maitena, mientras Fernando, un hombre de 40 y tantos y canas, que a los 20 años migró de Tucumán a Buenos Aires “para no molestar a nadie”, develaba qué cargaba dentro de unas bolsas: champagne y torta. Era su cumpleaños, y había convocado a sus amigos y amigas a celebrarlo en la plaza, pidiendo por la ley de matrimonio, “un momento histórico”.

En la carpa de la Agrupación Nacional Putos Peronistas estallaban, una tras otra, canciones de Patricio Rey y los Redonditos de Ricota, banda sonora de un poster de Eva Perón escoltado, a sólo unos metros, por banderas de Descamisados. “Que sean muy felices”, deseaba Cecilia Rossetto, seguramente ajena al hit del señor que, munido de bicicleta y canasta, hacía sino su agosto al menos su julio de la mano de un hit marketinero: “No al paco sí al churro”. “No tengan miedo”, seguía la actriz, mientras el director del Inadi, Claudio Morgado, llegaba a relevarla. En la escalera se preparaba Graciela “Pepa” Vázquez.

Pepa, madre de Natalia Gaitán, aclaró: “No soy yo la que está aquí, es Nati”, y pidió, de frente a los manifestantes, de frente al Congreso: “Que los dejen volar, que los dejen elegir. ¿Dicen que están enfermos? Enfermas son esas mentes de mosquitos que dicen que ser lesbiana, gay, trans es estar enfermo. Lo único que hacen es derramar amor. ¿Por qué no los dejan elegir?”. Esther Goris, la diputada Vilma Ibarra, la actriz Virginia Innocenti, la activista trans y mujer del año 2009 Marcela Romero escuchaban en distintos puntos de la plaza. Cargando la foto de su hija asesinada, como había estado desde el momento de llegar al micrófono, gritó: “Natalia Gaitán...” “¡Presente!”, respondieron los manifestantes. “Ahora y siempre.” “Es una locura que esa doctrina fachista y autoritaria siga aplicándose”, reivindicó pocos minutos después el sacerdote cordobés Nicolás Alessio, hombre de Dios disidente con la postura de la jerarquía de la Iglesia Católica argentina, en referencia al capítulo del catecismo que refiere la homosexualidad como “desorden grave”.

Poco después, el periodista Osvaldo Bazán traía a colación palabras de un legislador: “El senador (Mario) Cimadevilla dijo: ‘Voy a votar por la ley cuando los hombres puedan amamantar...’”. Alcanzó que, tras la cita, callara dos segundos para que la multitud hiciera lo suyo: “¡Que la chupe, que la chupe!”. La chica encargada de traducir cuanto sucedía a lenguaje de señas dudó unos segundos; finalmente, apremiada por los manifestantes, lo tradujo como pudo.

Habían pasado Laura Miller, Kevin Johansen, Fito Páez, Julia Zenko. “Queremos compartir esto con los gays y trans del interior”, dijo cuando el frío arreciaba una encendida Valeria Bertucelli, para retrucar la idea de que la demanda de la ley es sólo porteña. “Hay que ser muy macho en este país para ser gay”, agregó luego de haber jugueteado en broma con su pelo y explicar: “Los dejo con mi marido, ¡porque yo puedo tener marido!”. Y Vicentico atacó con dos hitazos, uno a capella, bajo la mirada atenta de María Rachid, Esteban Paulón –presidenta y secretario general de la Federación Argentina LGBT– los integrantes de los siete matrimonios celebrados hasta el momento entre personas del mismo sexo en Argentina, y miles de personas.

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