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Sociedad|Martes, 16 de noviembre de 2010
Amenazaron a los tíos de Fabián Gorosito, el joven asesinado en Merlo

No habrá Sancho, pero ladran

Siete policías permanecen detenidos, sospechados de haber secuestrado, torturado y asesinado al joven que mantenía alguna relación con la esposa de uno de ellos. Los tíos de Gorosito fueron amenazados. Alrededor de la causa se rumorean nuevas detenciones.

Por Horacio Cecchi
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Silvio Alfonzo, el abogado de la familia de Gorosito, ayer presentó la denuncia por las amenazas.

En Merlo, la ola de inseguridad se extendió a los familiares de Fabián Gorosito. Por separado y en acciones que cualquiera puede imaginar como coordinadas, dos autos se aproximaron ayer al tío de Fabián y a su esposa. A ella cuando entraba en su casa, y a él en la calle, en sitios distantes uno del otro. A ambos les dedicaron un mensaje con un mismo sentido: “Dejate de joder porque sos boleta”, le sugirieron a él. “Decile a tu marido que se deje de joder porque es boleta”, le indicaron a ella. Por la tarde, las amenazas fueron presentadas como denuncia ante la fiscal Valeria Courtade. No hay, por el momento, confirmación de que se trate de otros integrantes de la banda habitué de la comisaría sexta, de familiares de los uniformados ya detenidos, o de colegas conmovidos que decidieron hacer su desinteresado aporte a la famiglia unita. Cualquiera que fuesen los promotores, señalan que los métodos mafiosos son reflejos, de usos y costumbres, y tienen un sentido concreto: desparramar inseguridad en un caso en el que anuncian nuevas detenciones.

“El tío no es el testigo principal ni mucho menos”, aseguró a este diario Silvio Alfonzo, el abogado de la familia Gorosito, intentando despejar la desafortunada primicia mediática que había ubicado al amenazado como estrella guía de la investigación. Alfonzo aseguró que al menos una decena de testigos presenció o escuchó en forma directa cuando lo golpeaban o cuando lo ingresaban a la comisaría.

Más allá de cuántos y de quiénes sean los testigos, la señal más firme de que se avanza en sentido correcto fueron las amenazas desde los dos autos, ayer por la mañana. Una a la mujer, cuando estaba por entrar en su casa, y otra a su marido cuando caminaba por la calle, a cuadras de allí. Las amenazas no parecen el mejor método para salir en defensa de la imagen de ningún funcionario policial sospechado.

La autopsia realizada en primera instancia por médicos forenses de la Bonaerense determinó que Fabián Gorosito había fallecido por asfixia. La imprecisión de la data siempre abre más puertas y transforma a otras en giratorias: para el caso, la sugerencia era que se había ahogado al caer de boca contra una zanja húmeda, en plena intoxicación etílica. La segunda, realizada por el cuerpo de peritos judiciales de Lomas de Zamora, cerró bastante la brecha: el joven sufrió un paro cardiorrespiratorio traumático y se le encontraron partículas de barro en los pulmones. La sugerencia: le habían presionado la cabeza contra el fango y lo ahogaron.

En la comisaría lo golpearon duro. La defensa sostiene con argumentación impecable pero clásica, que el joven no estuvo nunca en la comisaría con lo que se pretende deducir que los acusados no tuvieron víctima. El dato, cabe aclararse, es casi un problema de verdadero/falso ya que parte de la base de una policía honesta que jamás ingresaría a un detenido sin anotarlo en los libros correspondientes, dato del que se aferra la defensa ante los medios en una curiosa voltereta de las garantías constitucionales (aplicables en cualquier caso).

Fabián Gorosito se encontraba con sus amigos la noche del 14 de agosto pasado, frente a la puerta de la Iglesia José Obrero. Primero, desde alguna parte de la defensa se deslizó a los medios que el joven tenía antecedentes, con lo que los familiares de la víctima deberían ocupar su tiempo en defenderla de los medios públicos. Fuera lo que fuese lo que estuviera haciendo, lo cierto es que sus amigos declararon que fueron perseguidos por policías.

También sostienen que la relación con la mujer de uno de los detenidos está comprobada y alguna expectativa está puesta en el chip del teléfono del joven (hoy bajo peritaje), en el que se supone que quedaron grabadas fotos de la parejita. La acusación descartó la importancia de la esposa del policía. “Como testigo, no va a animarse a decir nada y no está obligada”, dijo Alfonzo. De todos modos, aseguran que la relación está probada.

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