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Sociedad|Martes, 1 de marzo de 2011
Dijeron que había ido a robar, pero un amigo del fallecido asegura que intentó rescatar a una víctima de trata

Dudas sobre una muerte en un prostíbulo

El hecho ocurrió en un burdel de Mar del Plata con presunta protección policial. Según un testigo, el joven de 23 años que murió a manos de un policía, en un presunto intento de robo, había ido a rescatar a una mujer que le pidió ayuda.

Por Carlos Rodríguez
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El hecho ocurrió en un burdel de la calle Salta que, al parecer, contaba con protección policial.

En una presentación ante la Justicia marplatense, la Fundación La Alameda solicitó a la Justicia local que se hiciera una “investigación a fondo” sobre las circunstancias en que se produjo la muerte, a manos de la policía, del joven Nahuel Moreno, de 23 años. De acuerdo con la información conocida hasta ahora, Moreno murió en el interior de un “privado” marplatense cuando intentaba robar, junto con otros dos jóvenes, la recaudación del día en ese prostíbulo. Sin pretender modificar la versión del robo –por ese delito fue condenado un joven y hubo un prófugo–, que al parecer es cierta, lo que pide La Alameda es que se investigue la denuncia de un amigo de Moreno, cuyo nombre se mantiene en reserva. Según ese testimonio, la principal intención del chico fallecido, al ingresar al “privado”, fue la de rescatar a una joven paraguaya que era sometida allí a explotación sexual y de la cual se había enamorado durante una serie de encuentros que había tenido con ella como “cliente” .

El hecho ocurrió entre las 23.50 del 3 de abril y la cero hora del 4 de abril de 2009, en un “privado” de la calle Salta cuyo “nombre de fantasía” es Le Blank, según consta en la sentencia en la que fue condenado a seis años y nueve meses de prisión, por robo doblemente calificado, el joven Jonathan Canale, de 23 años, uno de los dos que acompañaban a Nahuel Moreno. El otro chico logró escapar por una ventana y habría sido asesinado tiempo después en circunstancias que se desconocen.

El primer dato curioso es que las primeras informaciones difundidas por la prensa, a partir de datos suministrados por la comisaría distrital primera de Mar del Plata, aseguraron que los sucesos habían ocurrido en un “privado” de Salta 1323. Sin embargo, en la sentencia contra Canale, dictada en un juicio abreviado por el tribunal integrado por Alexis Leonel Simaz, Néstor Jesús Conti y Adrián Angulo, se dijo que la dirección correcta era Salta 1393. La Alameda, en su presentación, dijo que “no existe la numeración 1323” de la calle Salta y que sería el número 1337, donde hay denuncias sobre el funcionamiento de otro prostíbulo. Se sospecha que ambos lugares tendrían “cobertura policial” para las actividades ilícitas que allí se realizan.

Ahora, en su presentación para que los hechos se investiguen “a fondo”, la Fundación La Alameda sostuvo que “un amigo de Nahuel Moreno, que circunstancialmente prefiere mantener en reserva su identidad, denunció a nuestra organización que el móvil primero del hecho ocurrido esa noche (se refiere a la del 3 de abril de 2009) fue rescatar a una joven paraguaya de 22 años que le había pedido auxilio a Morales”. Los dos se habían conocido en las habitaciones del “privado”, al que Morales había concurrido “en calidad de cliente durante más de un año”. En ese tiempo, se había establecido entre ambos “una relación afectiva”, según lo dicho por el amigo de Morales que se presentó ante La Alameda.

Desde que tomaron conocimiento de esa versión de los hechos, militantes de La Alameda se contactaron con “una fuente allegada a la causa judicial que confiesa tener conocimiento de que el policía que disparó a Nahuel Morales” sería “el dueño del prostíbulo”. Esa noche había “otros oficiales de calle ‘trabajando’ en el prostíbulo”. De acuerdo con los datos presentados por La Alameda ante la Justicia marplatense “a Morales lo mataron como a un perro y le plantaron un arma”. La misma fuente dijo que “la situación de intento de robo existió, si bien no fue premeditada”.

En la causa en la que fue condenado Jonathan Canale, se afirmó que los autores del robo, luego de amenazar y golpear a cuatro hombres y a dos mujeres, se apoderaron “de los teléfonos celulares” de los presentes “y de dinero existente en la caja registradora del local, mientras exigían al encargado (...) que abriera la caja fuerte para apoderarse de más dinero”. Luego se abrió esa caja fuerte, pero en ella había solamente papeles. Una chica paraguaya, cuyas iniciales son L. C., aprovechó la confusión reinante y se escapó por una ventana. En la causa judicial contra Canale, nada se dice sobre el destino de esa mujer. Tampoco se sabe si se trata o no de la chica a la que Moreno habría ido a “rescatar”.

Uno de los datos que La Alameda aportó a la causa es que, en el parte policial sobre los hechos del 3 de abril de 2009, a Nahuel Moreno se le agrega el apelativo de “El Palomo”. Sin embargo, sus amigos y familiares aseguraron que nadie lo llamaba así. En ese sentido, en el escrito se recordó que “a los clientes que se enamoran de las prostitutas”, en el ambiente de la noche los llaman, en forma irónica, “Palomos”. En su escrito, La Alameda solicitó “que se investigue al policía Pablo Liberti (35 años), ya que figura como quien disparó a Morales en el expediente del hecho y tendría (...) un rol fundamental en la organización de la prostitución ajena y la trata de personas”.

El prostíbulo de Salta 1337, aclaró La Alameda, fue denunciado en agosto de 2002 por dos mujeres dominicanas que se escaparon de allí. El lugar estaba “a cargo de Pilar de las Mercedes Peralta Zamora, alias Marisa, prófuga de la Justicia y con pedido de captura de Interpol”. En una nota publicada ese año por Página/12, las dos mujeres, Vanesa y Linda, aseguraron que “el entonces jefe de la Delegación local de Migraciones Fernando Rizzi, mantenía transacciones económicas con Pilar de las Mercedes Peralta Zamora”.

Las dudas sobre las circunstancias en las que murió Nahuel Moreno llevaron, meses después del cierre del juicio abreviado, a que se realizara una investigación complementaria –por disposición de la Fiscalía General de Mar del Plata– que estuvo a cargo del fiscal Claudio Kisimoto, pero en ese momento no aparecieron indicios como para avanzar en la nueva hipótesis. Una fuente judicial le dijo a Página/12 que en ese momento “la investigación no se pudo profundizar por falta de pruebas”. El vocero agregó que “si ahora hay nuevos elementos, tal como sostiene en su escrito la gente de La Alameda, es posible que se pueda avanzar para conocer los entretelones del caso”.

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