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Sociedad|Lunes, 4 de abril de 2011
Macri utiliza un kit para detectar drogas en los conductores, que es nocivo y poco fiable

Un control caro, trucho, insano e inútil

El kit que utiliza Seguridad Vial porteña con el fin de detectar en la saliva rastros de diferentes drogas está prohibido por la propia empresa productora para su uso en personas. Tampoco resulta fiable en sus resultados.

Por Gustavo Veiga
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“Prohibido su uso, distribución y comercialización con fines diagnósticos, de monitoreo sobre seres humanos.”

El kit para tomar la muestra de saliva a los automovilistas que transitan por las calles porteñas y detectar un presunto consumo de drogas dice en su envase una consigna alarmante: “Prohibido su uso, distribución y comercialización con fines diagnósticos, de monitoreo o seguimiento en seres humanos y su uso en forma directa o indirecta en salud humana”. La página web de Confirm Biosciences, el fabricante del producto con sede en San Diego, Estados Unidos, anuncia otro dato que siembra dudas: “Para obtener un resultado analítico confirmado deberá apelarse a un método alternativo más específico del fluido oral utilizado”. A sabiendas de semejantes irregularidades, el gobierno de Mauricio Macri continúa con sus operativos de control de estupefacientes en la ciudad. Cada tablita con el reactivo que señala si un conductor consumió marihuana, cocaína o metanfetaminas vale alrededor de 20 dólares.

La Dirección de Seguridad Vial suele efectuar hasta doce pruebas en cada puesto nocturno, aunque si una persona falla en el testeo dos veces, se le labra un acta y su coche es remitido a un playón del barrio de Barracas. El derecho al pataleo viene después: un sancionado puede apelar a la Justicia con bastantes chances de ganar el pleito. Esta aplicación del Código de Tránsito ignora un informe de la Usppa (Unidad de Seguimiento de Políticas Públicas en Adicciones) dirigido por la licenciada Patricia Colace, que señala: “Es inaceptable la aceptación de un positivo obtenido mediante pruebas realizadas con dispositivos que no emiten resultados concluyentes”.

El envase de Salivaconfirm –así se llama el producto– detalla la prohibición de su uso en salud humana, las cinco sustancias o psicotrópicos que permite rastrear (cocaína, marihuana, opiáceos, anfetaminas y benzodiazepinas), el lote, la fecha de vencimiento (Página/12 accedió a uno que tiene vigencia hasta febrero de 2012), la dirección del laboratorio Confirm Biosciences en California y la temperatura recomendada para mantener la muestra, de 15 a 30 grados. Decenas de estas tablitas plásticas de color blanco que en su interior poseen una lengüeta absorbente para la saliva, son utilizadas por la Dirección General de Seguridad Vial, que actúa en conjunto con el Cuerpo de Agentes de Tránsito porteño, responsable de los controles de alcoholemia.

La licitación que les abrió paso a las muestras de saliva fue ganada por la compañía Trust Med Group SA, que le vendió a la ciudad 8756 unidades a 78 pesos cada una, por un monto total de 682.968, según el Boletín Oficial del 16 de julio de 2010. La Subsecretaría de Seguridad Urbana a cargo de Matías Molinero también resolvió una ampliación de la compra por 102.414 pesos, que permitió adquirir 10.069 tablitas en total. Casi 200 mil dólares al cambio actual. Según un despacho de la diputada porteña Diana Maffía, de la Coalición Cívica, basado en el extenso informe de la Usppa, con el discutible elemento para detectar adictos o consumidores al volante, se puede detener, “por azar o bajo sospecha, a un conductor para realizarle una única muestra, cuyo resultado –sin segunda prueba confirmativa– demostraría culpabilidad y amerita tanto el secuestro del vehículo como su detención, una multa y quita de puntos en la licencia de conducir; una segunda prueba de contraste sólo se realizaría en caso de pedido por parte del conductor, pero éste ya estaría detenido por una causa contravencional y con su auto secuestrado”.

El test Cozart, como se lo llama también al control de saliva, es rechazado expeditivamente para detectar un caso de doping en el deporte. “A nadie se le ocurriría usarlo”, sostiene el médico Carlos D’Angelo, miembro honorario del Consejo Asesor Científico del Sedronar y ex responsable del laboratorio del Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). “Puede arrojar un falso positivo, no es definitorio como control”, agrega. Coincide con este profesional el informe de la Usppa, que en un tramo describe: “El sistema no es por entero fiable y en ninguna parte del mundo se utiliza como evidencia concluyente; la Substance Abuse and Mental Health Services Administration estadounidense no lo aprueba, y los dos proyectos Rosita (acrónimo por Road Site Testing Assessment) concluyeron en que no podían recomendar el uso de los dispositivos existentes, ya que ninguno cumplía con los requisitos a satisfacer”.

Pese a estas recomendaciones, empleados de Seguridad Vial iniciaron con empeño el invierno pasado los operativos de detección de estupefacientes en automovilistas. A mediados de julio de 2010, debutaron en la esquina de las avenidas Pueyrredón y Las Heras. Fueron rotando y hoy los realizan en varias esquinas de la ciudad con puestos móviles que llegan a tomar cada uno doce muestras por noche. Los conductores deben someterse a la utilización del producto Salivaconfirm, pero antes se les analizan las pupilas con un aparato que cuesta alrededor de 120.000 pesos, un pupilómetro. Si las tienen dilatadas, no zafan de la muestra de saliva.

Es en ese momento cuando surgen situaciones engorrosas para los agentes. La anécdota más difundida en el cuerpo de Tránsito dice que un secretario del juez federal Norberto Oyarbide sufrió el secuestro de su auto por ingerir un medicamento. Hay automovilistas que se ponen nerviosos, que protestan de manera más o menos airada y quedan expuestos a multas que van desde los 200 a los 2000 pesos. También pierden sus vehículos, que son remitidos a un playón de la calle Aráoz de Lamadrid, en Barracas, además de diez puntos en el scoring. La ley contempla también penas de uno a diez días de arresto.

Todas estas sanciones al presunto infractor son apelables –con una gran posibilidad de ser revertidas– si los automovilistas reparan en sus propios derechos y se basan en las recomendaciones que da el mismo fabricante de la muestra. Confirm Biosciences señala en su página de Internet que “el producto es solamente para uso forense o con propósitos de investigación” y que “los resultados obtenidos a través de este dispositivo proporcionan solamente un resultado preliminar de la prueba cualitativa analítica”. Los defensores del método argumentan que no es necesaria la corroboración de un laboratorio, rompiendo con los estándares internacionales de control de dopaje que, sin excepción, requieren de una contraprueba para ratificar el positivo de la primera muestra.

El informe de la Usppa define que “en las condiciones actuales, también es impropio que la reglamentación obligue a pagar los gastos del análisis de confirmación al conductor, ya que es muy posible que aquel que resulte positivo por benzodiazepinas debido a una medicación –por ejemplo–, no tenga conocimiento alguno de esta condición y honestamente pida una segunda prueba. Aún cuando más tarde el juez lo declarará inocente, él debió correr con los gastos de una confirmación que debería corresponderle como derecho”. Cuando presentó el método de la saliva para detectar drogas, el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, se ufanó: “Seremos el primer distrito en América latina que controle en conductores el consumo de otras sustancias que disminuyan su aptitud para conducir que no sea el alcohol”.

El kit de Salivaconfirm, al revés de lo que su nombre en inglés proclama, no confirma sin margen de error la ingestión de una determinada sustancia, ya que requiere de la contraprueba para ser irrefutable. Y la frase inscripta en su envase de color blanco, que semeja al envoltorio de una barrita de cereal, plantea unas cuantas inquietudes. Si su uso está “prohibido en forma directa o indirecta en salud humana”, ¿en qué otra salud podría aplicarse? ¿En la de animales? Otra duda se presenta con las personas que pudieran inhalar marihuana –sin consumirla, como un fumador pasivo– en un recinto cerrado. Ejemplos de falsos positivos hay de sobra en todos los manuales médicos que abordan el tema. Acaso tantos como los conductores expuestos a los controles de drogas que practica el gobierno porteño con productos que ofrecen escasa seguridad.

Lo ratifica la Usppa: “Los instrumentos elegidos para las tomas de muestras no tienen valor probatorio en ninguna parte del mundo y han sido expresamente desrecomendados para este rol, utilizándoseles sólo como primer examen; ni un pupilómetro ni un reactivo por saliva indican de manera absolutamente eficaz la presencia o concentración de una sustancia en la sangre”.

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