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Sociedad|Viernes, 17 de junio de 2011
EL IMPACTO EN EL AMBIENTE

Días de cenizas

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Si bien las cenizas del volcán chileno Puyehue provocaron la paralización de varias poblaciones de la Patagonia sur, la fauna nativa, los lagos y bosques de la precordillera no se verían perjudicados por el fenómeno. Por el contrario, los contornos del paisaje son el resultado de la actividad volcánica de la zona, según los especialistas consultados. “Desde una perspectiva ambiental, no cabe esperar impactos terribles o graves. Son sistemas que han nacido y desarrollado por volcanes”, explicó el geólogo Gustavo Villarosa, del Conicet, en diálogo con Página/12. Distinta es la situación del otro lado de la cordillera. En Chile, la erupción contaminó ríos y lagos, lo que provocó la muerte de millones de peces.

Lo que para la población de Bariloche se convirtió en una pesadilla sin fin, para el medio ambiente se trata de una fase más del ciclo geológico. Impacto hay, pero aún no se puede establecer la magnitud del fenómeno sobre el hábitat del lado argentino. Hasta ahora, no se observaron efectos críticos sobre la flora y fauna. “El fenómeno no es ajeno ni extraño a la región. El ambiente ha coexistido con el vulcanismo históricamente: el paisaje, los bosques y la fauna coevolucionaron con la actividad volcánica”, explicó Carlos Duprez, biólogo del Parque Nacional Nahuel Huapi.

Incluso, muchas especies nativas probablemente tengan mecanismos de adaptación para este fenómeno. “No creo que produzcan extinciones o efectos catastróficos sobre flora y fauna del lugar, probablemente el impacto sea más notorio en el ganado, que requiere de más cuidados”, señaló el especialista, que como otros técnicos por el momento se enfocan en investigar el impacto sobre la salud humana. Las autoridades están llevando adelante acciones para tratar que el ganado tenga comida, ya que la pastura está cubierta de partículas.

Las cenizas y la arena volcánica también se acumularon sobre los espejos de agua, básicamente en el Nahuel Huapi. “Ha cambiado de color, hay gran cantidad de material suspendido en el agua y está más turbia. Esto seguramente ha cambiado las condiciones de vida de organismos acuáticos, pero con el tiempo veremos lo que cambió”, contó Duprez.

En Chile, algunos ríos que nacen de la zona volcánica como el Nilahue –que baja hacia el lago Ranco– aumentaron mucho su temperatura y en algunos casos llegó a los 45 grados. Esta situación provocó la mortandad de peces de criadero en aguas frías, que están alrededor de los 7 grados, contaron a Página/12 desde el Parque Nacional Puyehue de Chile, ubicado a tan sólo 12 kilómetros del volcán. También describieron que la ceniza y piedra pómez formaron una “costra de más de 40 centímetros de espesor” sobre algunos cursos de agua. Esta cobertura, contaron, impide que entre luz al agua y haya menor oxígeno y mayor temperatura.

En la Argentina, las partículas no provocaron ningún cambio en el PH o en la temperatura de las aguas. Los lagos de la región son fríos, por lo que concentran mayor cantidad de oxígeno, cercano al porcentaje de saturación. Entonces, “sería muy raro que el agua se quedara” sin ese gas. Frente a una presunta contaminación, “se hacen controles periódicos y hasta el momento no se detectó ningún cambio” en la composición, contó Duprez, que aclara que toma agua de la canilla.

En la tierra, la ceniza acumulada con el tiempo formará parte del suelo patagónico. Incluso, habrá un “efecto positivo”, se incorporarán nutrientes al suelo –podría considerarse como fertilizante–, y así en los próximos años, “habrá pastura de buenas condiciones”, adelantó el biólogo. Pero la ceniza sobre los campos, para los productores de la región, es un dolor de cabeza. “Cuando se habla de desastre, lo vemos desde la perspectiva humana –trastornos y pérdidas económicas para la población–, no quiere decir que así sea desde lo ecológico”, explicó Villarosa. En ese sentido, Duprez remarcó: “De ninguna manera esto es un desastre. Se trata de un fenómeno natural y habitual en la región”.

Según un estudio de los investigadores Adriana Bermúdez y Daniel Delpino del Conicet, la erupción es, por los registros volcánicos, la de “mayor magnitud” que afectó el área donde se ubica Villa La Angostura y es comparable con las sucedidas durante los últimos 10 mil años.

La ceniza volcánica no es tóxica, pero “contiene atrapados en forma de microburbujas gases como el flúor, azufre y cloro, que aún en pequeñas concentraciones, al entrar en contacto con el agua reaccionan formando ácido clorhídrico, sulfhídrico y fluorhídrico”. Estas pequeñas liberaciones, al parecer, lograron oxidar algunos techos, pero no produjeron cambios en el PH. El fenómeno dejará su rastro, y luego llegará el momento de análisis y mediciones.

Informe: Soledad Arréguez Manozzo.

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