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Sociedad|Sábado, 13 de agosto de 2011
Estaba demorado por un brote psicótico

Morir en la comisaría

Un hombre de 36 años que había sido demorado en la calle porque tuvo un brote psicótico se ahorcó en los calabozos de la comisaría de Martínez Oeste, donde le habían dicho a la familia que lo iban a cuidar hasta que ellos encontraran un lugar de internación. Por el caso, la Justicia investiga el presunto accionar negligente de dos policías: el oficial de servicio en la seccional y el imaginaria que estaba a cargo del cuidado del sector de los detenidos.

Gabriel Alejandro González, de 36 años, se colgó con su cinturón del parante de la cámara de seguridad que monitoreaba los calabozos y, para alcanzarla, usó además la silla donde debía estar sentado el policía que cuida a los detenidos.

“Es una irresponsabilidad absoluta por parte de la policía haber dejado a un hombre desequilibrado en un calabozo, solo, con el cinto y una silla. Vamos a investigar a fondo”, adelantó José Vera, el abogado que representa a la familia de la víctima. El padre de la víctima, Aníbal González, dijo que “si bien todo indica que se puede atribuir esta desgracia a la negligencia, aún hay dudas”.

Fuentes judiciales y policiales informaron que el hecho ocurrió el pasado 20 de julio en la seccional 10ª de San Isidro. González había llegado allí tras ser demorado por haber ocasionado disturbios en la calle, luego de discutir en la empresa en la que se desempeñaba como vigilador privado. En la clínica psiquiátrica a la que lo habían trasladado los policías, diagnosticaron “alucinaciones acústicas complejas”; luego, con González ya en la comisaría, informaron a la familia.

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