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Sociedad|Martes, 20 de septiembre de 2011
Una semana para prevenir la degeneración macular

Test para no perder de vista

La enfermedad, que afecta a la retina, puede provocar discapacidad visual. Puede producirse a partir de los 50 años y su frecuencia aumenta con la edad. Un tratamiento permite detener su avance y recuperar la visión.

Por Pedro Lipcovich
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La degeneración macular se detecta mediante un examen de fondo de ojos.

“Cuando quiero mirarte, no te veo; entonces, aparto la vista y, ahí sí, empiezo a verte y trato de verte mejor, pero entonces, otra vez, te pierdo y te recupero para perderte otra vez.” Así podría describirse la experiencia de quien padece degeneración macular: esta enfermedad afecta la mácula, pequeña zona de la retina de la cual depende la visión central, la que interviene cuando se fija la vista; la afección deja intacta la visión periférica, a los costados. La degeneración macular relacionada con la edad (DMRE) es la primera causa de discapacidad visual en Occidente. La Sociedad Argentina de Oftalmología inició ayer una campaña para el diagnóstico temprano de esta enfermedad, que se presenta a partir de los 50 años. En la mayoría de los casos, la DMRE progresa lentamente y sus síntomas se manejan con recursos como grandes lupas y lámparas potentes para leer y escribir. Pero hay una forma de esta enfermedad que progresa con más rapidez y hay tratamientos que pueden detenerla.

“La Semana de Detección de la DMRE compromete a unas 40 instituciones públicas y privadas en el país –explicó a este diario Oscar Mallo, presidente de la Sociedad Argentina de Oftalmología (SAO)–. En la ciudad de Buenos Aires ofrecen diagnóstico gratuito, además de los hospitales oftalmológicos Santa Lucía y Lagleyze, el Hospital Francés (para PAMI), el servicio de oftalmología de la Universidad Maimónides y otras entidades.” La SAO habilitó para información el 0800-444-3468.

La DMRE puede empezar a partir de los 50 años y su frecuencia aumenta con la edad. Después de los 75 años, el 30 por ciento de las personas tienen los primeros signos, y el siete por ciento tiene síntomas más avanzados. Por razones desconocidas, es más común en mujeres que en hombres. Además, según información proporcionada por el Sistema Nacional de Salud de Gran Bretaña (NHS), “las personas que fuman o fumaron en el pasado tienen casi cuatro veces más riesgo de desarrollar DMRE que quienes nunca fumaron”. Además, “si una persona tuvo mucha exposición a la luz solar a lo largo de su vida, el riesgo de DMRE puede incrementarse. Esto puede evitarse si, aun bajo tal condición, utilizó habitualmente anteojos oscuros”.

Hay dos formas de DMRE. La degeneración macular “seca” se debe a que, con la edad, el epitelio que cubre la retina se adelgaza y deteriora: entonces, a la retina le es más difícil desprenderse de sus desechos, que se acumulan y terminan dañando las células sensibles a la luz. “El 90 por ciento de los casos de DMRE corresponden a la variedad seca”, puntualiza el informe del NHS. Esta forma de la enfermedad progresa lentamente a lo largo de los años y puede paliarse con lentes y luces fuertes para leer.

En cambio, la DMRE “húmeda” es más grave y de rápido avance. Se da en casos en que el organismo, como una especie de respuesta al deterioro de la retina, desarrolla nuevos vasos sanguíneos, pero la sangre y plasma aportado por éstos empeora la situación: “El 70 por ciento de las personas con DMRE húmeda sufrirán pérdidas severas de la visión en los dos años siguientes al diagnóstico”.

En la DMRE seca, la persona empieza a ver borrosos los textos, necesita luz más brillante para leer o escribir y puede ir teniendo dificultad para reconocer las caras. En la DMRE húmeda, esos síntomas aparecen más repentinamente, y puede haber otros como manchas ciegas o que las líneas rectas se le presenten onduladas. El oculista hace el diagnóstico inicial mediante el control habitual de la vista y puede requerir otros testeos.

El tratamiento más reciente para la DMRE húmeda utiliza el medicamento Ranibizumab, que se inyecta en el brazo y llega a la retina por el sistema circulatorio; una aplicación de láser de baja potencia en el ojo afectado activa el fármaco para que destruya los vasos sanguíneos causantes de la enfermedad; en la mayoría de los casos detiene el desarrollo de la enfermedad, y en algunos permite recuperar parte de la visión perdida. Se efectúan por lo menos tres aplicaciones, con intervalos de un mes. El medicamento es muy caro, pero tiene cobertura de obras sociales, incluido el PAMI.

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