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Sociedad|Lunes, 24 de marzo de 2003
EL 80% DE LA POBLACION RECHAZO LA EXPLOTACION DE ORO EN LA CIUDAD

Esquel no quiere oír hablar de minas

El rechazo a la explotación minera fue masivo: el No se impuso con el 80 por ciento en un plebiscito con participación record. La empresa Meridian Gold interrumpió los trabajos y el gobierno provincial ya analiza las consecuencias de la suspensión del proyecto.

Por Alejandra Dandan
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Anoche, los habitantes de Esquel salieron a la calle para festejar el triunfo del No.
“El No de los vecinos es para que la empresa abandone Esquel”, dijeron en un comunicado.
Desde Esquel

¿Por qué no pensarlo con la misma lógica de la guerra? Cuando faltaban siete minutos para el cierre del plebiscito, sonaba la primera bocina sobre las calles de Esquel, las mismas donde los No se repiten escritos hasta ensombrecer el asfalto. El rechazo al proyecto minero canadiense fue rotundo: se llevó en la consulta popular no vinculante de ayer el 80 por ciento de los votos, con una participación popular que fue superior a la de elecciones tradicionales. Para los dueños de la empresa, el resultado fue una estocada: el presidente de Meridian Gold tuvo que anunciar la interrupción momentánea del proyecto. Y aunque legalmente el resultado no impide la continuación de la obra, lo puede hacer saltar por el aire si las protestas avanzan. Los esquelinos lo saben y están dispuestos a prolongar la onda expansiva del voto hasta los gabinetes provinciales donde el proyecto aún tiene avales: “El No de los vecinos –dijeron en un comunicado– es para que la empresa abandone Esquel”.
“¿Sabés que pasa? –decía Jorge Ariola, uno de los historiadores locales–. Acá no es sólo el problema del agua, éste es un No al saqueo. Es que se llevan todo y pagan menos que un quiosquero.” Esa es una parte de los resultados de esta consulta que tienen características históricas. Esquel es una población que ha vivido hasta ahora del turismo, la agricultura, la producción orgánica y, en mejores tiempos, de la exportación de lana. La instalación de una mina sobre uno de los dos cerros más altos del valle despertó la amenaza de la contaminación: el cianuro utilizado en el procesamiento de las rocas y la obtención del oro afectarían el agua superficial y subterránea.
El proyecto se había decidido silenciosamente hace seis años en el marco de un acuerdo de promoción minera nacional con la provincia y los primeros grupos de inversores, la empresa El Desquite, para entonces, de capitales argentinos. En octubre, los lugareños supieron que aquellas cosas de las que se hablaba entre rumores se hacían reales: había llegado la compañía canadiense Meridian Gold, ya dueña de El Desquite, para dinamitar los cerros en la etapa de exploración. Después de marchas y contramarchas, la gente consiguió que se sancione una ordenanza que convoque a una consulta abierta, no vinculante pero obligatoria.
Carlos Argentino Coria es uno de los hombres más arrugados del pueblo, uno de los que se acercó temprano hasta la Escuela Nº 112. “No me gusta nada la mina”, murmuraba, antes de pasar por la mesa. “Nunca vimos oro, acá se trabaja para vivir nomás. ¿Y qué sacamos con esto? El pobre va para abajo igual y el rico para arriba. ¿O no es así?” La escuela está en un barrio periférico de Esquel, donde la gente del Sí contaba con el caudal más fuerte de electores. Para asegurarlo y abastecerlo, hubo taxis, remises y camionetas recorriendo de lado a lado los barrios más alejados del centro. La compañía sumó a los dirigentes del gremio de la construcción.
“¿Qué pensamos nosotros?”, decía el jefe máximo de la Uocra local, Julio Ortega, a la mañana, mientras intentaba separarse de la larga mesa donde su gente se atolondraba con cuentas, papeles, teléfonos y entrada y salida de vehículos. “La Uocra no sé si gana, pero –insistía– les asegura 2200 votos.” Los votos de Ortega llegaron a tiempo, pero no fueron suficientes. A las cinco de la tarde, cuando el cierre de las elecciones se les venía encima, desde el local del Sí, donde se instalaron las segundas líneas de la empresa, las cosas estaban calientes: “¡Andá, andá! –gritaba uno–. Hay que hacer rastrillaje.” El rastrillaje era la última opción para neutralizar las diferencias de votos que para esa hora anticipaban la derrota. David Conturso, uno de los publicistas encargados del marketing de campaña, todavía advertía que en sus cálculos faltaban los votos de un 50 por ciento de electores. La lógica con la que Meridian Gold intentó situarse en estas elecciones fue la de un juego de oposiciones. Si para los del No el proyecto no era viable por cuestiones ambientales, ellos insistieron con las fuentes de trabajo. “Entre los del No –decía Conturso– tenés profesionales, acá tenemos a los desempleados.” Pero los obreros, los desocupados y los sectores más pobres de Esquel no se plegaron. En esta ciudad de 30 mil habitantes existen, según la bolsa de empleo municipal, unos 8 mil desocupados y unas 7500 personas bajo la línea de pobreza. Buena parte de estos sectores votaron en contra, incorporándose a la trama social que empujó el rechazo.
De aquí en más, la minera tendrá que trabajar sobre el Informe de Impacto Ambiental. Meridian Gold presentó un avance de ese informe en octubre, pero la provincia hizo más de diez observaciones. El resultado de ayer fue tan rotundo que el gobernador José Luis Lizurume (UCR) hizo saber que su equipo estudia las consecuencias legales de la suspensión del proyecto. Y el intendente de Esquel, Rafael Williams, hasta ahora a favor de la mina, ayer cambió de opinión, acorralado por el aluvión de votos. “Cualquier obra de este tipo necesita una habilitación municipal para instalarse. La tiene que aprobar el Concejo Deliberante”, le dijo a Página/12.
–¿Usted va a respaldar el resultado del plebiscito?
–Sí, he dicho que voy a hacerlo.
–Por lo tanto, ¿no va a aprobar los proyectos?
–Es la idea. La cuestión tendrá que resolverla la provincia.
Mientras eso sucede, en Esquel sigue la fiebre del oro. Brian Kennedy, el presidente de la compañía minera, afincado en esta ciudad, envió un comunicado a los medios anunciando la suspensión de la obra hasta que terminen los informes ambientales. En tanto, los dueños del No decidirán hoy a la tarde, en una asamblea, cómo hacer llegar los reclamos al gobierno provincial. Por lo pronto, anoche una multitud marchó hasta las oficinas de la empresa, en la hora de su propio desquite.

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