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Sociedad|Miércoles, 4 de enero de 2012
Un joven denunció por segunda vez que fue torturado por policías en Tolosa

Una comisaría reincidente

En poco más de un año, los mismos efectivos de la seccional 6ª de Tolosa fueron denunciados por torturas por un joven. En la presentación de ayer, advirtieron sobre la inactividad del fiscal a cargo de la primera causa.

Por Horacio Cecchi
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La comisaría 6ª de Tolosa volvió a poner el nombre de la Bonaerense en el tapete.

Policías de la 6ª de Tolosa y de la 2ª de La Plata y el fiscal 4 platense fueron denunciados de diferentes modos ante la Justicia por abogados de la Comisión Provincial por la Memoria, luego de presentar un pedido de investigación por torturas cometidas el 26 de diciembre contra el joven Héctor Alonso. Fue esta la segunda vez, en poco más de un año, en que Alonso fue amasijado a golpes, cintazos y patadas. La primera denuncia había sido presentada ante el fiscal 4 de La Plata, Fernando Cartasegna, quien de la investigación que llevó adelante apenas si pudo determinar la dirección de la comisaría, intentó excusarse y en dos ocasiones fue prácticamente obligado por el defensor general de La Plata y por la Fiscalía General a continuar con el expediente que, en los hechos y por lo visto en el cuerpo de Alonso, no logró cumplir en forma acabada.

La denuncia de Alonso se completa con la tolerancia diez del ministro de Seguridad bonaerense, Ricardo Casal, quien en 2010 había apartado a seis de los policías denunciados mientras Cartasegna mantuvo el freezer. Y hace poco los reincorporó limpios de toda sospecha (de Cartasegna). La lógica de la reproducción de los métodos de tortura se transparenta en el caso Alonso: la autonomía policial y las facilidades que aporta parte de la Justicia se transforman en huevos de serpiente: de hecho, uno de los torturadores de la 6ª, denunciados en 2010 ante Cartasegna, fue reconocido el 26 de diciembre pasado por Alonso por su suela, antes de que ésta se estrellara contra el rostro de la víctima.

El caso fue informado por Página/12 desde la primera denuncia. El 6 de octubre de 2010, Alonso fue amasijado a golpes de palo, patadas, puñetazos, con la hebilla del cinturón y le practicaron submarino seco. Roberto Cipriano García, por la Comisión por la Memoria, y el defensor 16 del Fuero de Responsabilidad Juvenil, Julián Axat, presentaron la denuncia que recayó en la fiscalía 4 de Fernando Cartasegna. Dos días después, Casal se comprometió ante la CPM que apartaría a los denunciados.

En enero, la 6ª denunciada detuvo al denunciante acusándolo de balear a un comerciante. Paradójicamente, la investigación por el asalto puso en funcionamiento todos los engranajes urgentes de los investigadores judiciales, mientras que la denuncia por torturas se hamacaba en la discusión de Cartasegna, quien pedía a gritos excusarse porque se sentía “violentado” por las acusaciones de lentitud de parte del defensor Axat. Y se equivocaba: Axat no sólo lo acusó de demoras, sino de haber incorporado al expediente las investigaciones por el supuesto asalto cometido por Alonso en enero y que después se demostró que estaban basadas en pruebas truchas armadas por los acusados de tortura. En aquel momento, tanto el defensor oficial general de La Plata, Omar Ozafrain, como la Fiscalía General platense rechazaron el pedido que arrebataba a Cartasegna de sus tareas.

Mientras, la investigación de Cartasegna logró alcanzar el punto cero, lo que permitió a Casal reclamar a sus policías a sus puestos. Ahora, uno de ellos fue reconocido nuevamente por Alonso en su segundo capítulo de torturas.

Ayer, Roberto Cipriano García, director del Comité Contra la Tortura de la Comisión Provincial por la Memoria, y Alicia Romero, también de la CPM, en representación de Alonso se presentaron ante la Justicia para denunciar las torturas (nuevas). Con la idea de que se investigara, no lo hicieron ante Cartasegna, sino ante la fiscalía 3, de Marcelo Martini y Rubén Sarlo, aunque pidieron que se agregaran sus denuncias realizadas ante el fiscal arrebatado. Reiteraron que todos los policías de la 6ª fueran investigados, no por severidades y vejaciones, sino por torturas; y que Casal garantice la protección y supervivencia del perseguido de la 6ª.

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