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Sociedad|Jueves, 15 de marzo de 2012
Luego del fallo sobre el aborto, el arzobispo Arancedo se entrevistó con Lorenzetti

Una visita para fijar posición conocida

En medio de las repercusiones sobre el histórico fallo de la Corte que reafirma la no punibilidad del aborto cuando es producto de una violación, el representante de la Conferencia Episcopal realizó una visita protocolar al presidente del tribunal.

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La Iglesia presentó su posición, crítica por si no se sabía, al fallo de la Corte Suprema.

No sólo Aurora Fuentes, madre de la joven A. G., cuya demanda motivó el fallo, celebró lo sentenciado. Durante el día de ayer, se multiplicaron las repercusiones por el fallo con el cual la Corte Suprema ratificó que, “lejos de estar prohibido”, el aborto “está permitido y no resulta punible” cuando “el embarazo es consecuencia de una violación”. Funcionarios nacionales, provinciales, representantes ante el Congreso, activistas por los derechos de la mujer se congratularon por considerarlo “histórico” y de importantes consecuencias en el futuro inmediato. Por el contrario, dos diputados nacionales (ambos del PRO) y el arzobispo cordobés Carlos Ñáñez criticaron lo que entendieron como legalización de la “pena de muerte” al niño por nacer. Al caer la tarde, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, se reunió con el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, para formalizar la postura de la jerarquía eclesiástica.

“Mi hija está contenta porque siente que ampara a otras chicas que, como ella, fueron violadas, inclusive a niñas o a mujeres que no tienen recursos”, explicó ayer Aurora Fuentes, madre de A. G., a una radio provincial. El fallo “va a ayudar a muchas mujeres que por no tener el apoyo necesario no pudieron hacer nada ante el dolor”. Por su parte, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, evaluó como “ejemplificador, señero, histórico” el texto del máximo tribunal. “La Corte podría no haber fallado en este tema, la Corte –perdón por la terminología– se podría haber borrado, podría haber dicho que el tema había perdido vigencia y sin embargo esta Corte decidió tomar el tema y producir este fallo ejemplificador, señero, histórico”, destacó. Amén de reseñar una columna del periodista Mario Wainfeld publicada en este diario ayer, el ministro remarcó que, al pedir la realización de un aborto no punible, no “es exigible prueba de la violación, basta la palabra de la víctima o de su representante legal”.

El fallo fue definido como “histórico” por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien evaluó que el texto demuestra que “la Corte hoy interpreta y refleja cómo una mujer víctima de una violación no puede ser perseguida judicialmente”. Por ello la administración provincial que encabeza, aseguró, celebra “estos nuevos tiempos de cambio y trasformaciones que se vieron ayer (por el martes) reflejados en un fallo histórico como el de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”.

Por su parte, el ministro de Salud bonaerense, Alejandro Collia, recordó que “en la provincia tenemos un protocolo de aborto no punible” que, de todos modos, será “actualizado y difundido en el ámbito sanitario de la provincia”. En tanto, las activistas nucleadas en MuMaLa (Mujeres de la Matria Latinoamericana) celebraron el fallo “histórico”, que sienta precedente “para la correcta interpretación” de la ley.

Al atardecer, desde una postura diametralmente opuesta y luego de haber sostenido una reunión con el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, en el Palacio de Tribunales, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, ratificó su desacuerdo con lo sentenciado. “Este fallo debilita mucho la defensa de la vida. El aborto se justifica solamente en una declaración de que la mujer ha sido violada, sin la necesidad de que haya que ver quién ha sido el violador. El violador acá parecería que es inocente.” En la misma línea, el arzobispo cordobés, Carlos Ñáñez, había afirmado que “el aborto nunca es una solución”.

En línea con ello, dos diputados nacionales del PRO, el salteño Alfredo Olmedo y el porteño Julián Obiglio, condenaron el fallo como un ataque al “niño por nacer”.

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