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Sociedad|Viernes, 23 de marzo de 2012
BOCINAS Y LLANTOS DE LOS FAMILIARES, A UN MES DE LA TRAGEDIA DE TBA, EN LA ESTACION DE ONCE

Todo el dolor en ruidosos reclamos

A un mes de ocurrida la tragedia del Sarmiento, los familiares de las víctimas leyeron un documento conjunto. Durante la mañana, recordaron a sus muertos con bocinazos. Dolor y reclamos.

Por Pedro Lipcovich
A las 20, un acto en la plaza Miserere conmemoró la tragedia, los familiares leyeron un documento.
Imagen: Dafne Gentinetta.

“Todos podemos ser víctimas: de los peligrosos servicios, si somos simples pasajeros; y víctimas de su propia desidia serán quienes deben resolver la crisis en el transporte, si no lo hacen”: éste fue el pasaje más aplaudido del documento leído anoche, en un multitudinario acto en plaza Miserere, por los familiares de los muertos en el accidente del 22 de febrero en la estación Once. Los deudos se turnaron para leer, párrafo por párrafo (alguno, quebrado por el llanto, no pudo hacerlo). El acto se había abierto con un largo minuto de silencio. Una cuarta parte de la plaza estaba ocupada por familiares, amigos y adherentes. Muchos deudos llevaban carteles con las imágenes del ser querido e inscripciones como “Juicio y castigo para todos los responsables”. Antes, a las ocho y media de la mañana –hora en que, hace un mes, se produjo el siniestro–, se habían efectuado bocinazos en distintos puntos de la ciudad. En la movilización de anoche primaban dos sentimientos: el dolor, expresado sin mediaciones en el llanto de muchos; e, innegable, la rabia, bajo el pedido unánime de “¡Justicia!”. El clima del encuentro era el de la organización incipiente: se intercambiaban nombres, números de celular, abrazos de consuelo mutuo.

“Cada día, desde el 22 de febrero, hemos buscado razones que expliquen las 52 vidas perdidas, las 700 laceradas. No son sólo 51, había una más, de seis meses de gestación en el vientre de su madre –señala el documento–. Hay razones para la más grande tragedia ferroviaria de la historia argentina. Las buscamos, las necesitamos. La investigación avanza y debemos acompañarla; también debemos impulsarla y lo estamos haciendo, proponiendo medidas. Esperamos el informe final de los peritos, y aunque todos tengamos las mismas presunciones, dejemos que la investigación nos vaya dando datos certeros. Las pericias darán una parte de los motivos del desastre, pero no todos. Después llegará un largo proceso y allí surgirá cada cargo, cada nombre, cada cara de los responsables. Tenemos tiempo para encontrarlos, nunca van a ganarnos por cansancio.”

“En este mes transcurrido, sólo con una filmación casera presentada al juez Bonadío, hemos conseguido mejorar, aunque mínimamente, las condiciones de seguridad para los usuarios del ferrocarril Sarmiento, olvidadas por quienes deberían tenerlas como prioridad. Lo sucedido tiene muchas circunstancias concurrentes y cada una debe ser investigada”, agrega el texto.

“Somos las caras de los fallecidos. Pero también hay 700 heridos, con historias que no trascienden y que es preciso que se conozcan –advierte el documento–: quienes tienen sus cuerpos mutilados, quienes por mucho tiempo no superarán el trauma psicológico, quienes han sido despedidos de sus trabajos por no poder reponerse del daño sufrido. Otros aún esperan ser intervenidos quirúrgicamente, sobreviviendo a duras penas. Ahí están, esperándonos y pidiendo ayuda. No los olvidemos.”

El documento también alude a las ofertas económicas que algunos recibieron de TBA: “En la cima del desprecio por nuestro dolor están quienes, aprovechándose de la necesidad, la inocencia o la indefensión, ofrecen sumas irrisorias a deudos o a heridos, obligándolos a renunciar a sus derechos civiles y penales: si algo de vergüenza les queda, dejen de lado la miseria de obtener beneficios a costa de la destrucción que generaron. La acción penal es indispensable. No hay dinero que pague las vidas perdidas o dañadas para siempre o que calle nuestros pedidos”.

El documento critica las “frases desafortunadas y fuera de lugar: la tragedia sucedió sin preguntar si era feriado o no, ninguno fue en busca de su destino fatal por viajar en el primer o segundo vagón o ingresar por un lugar que la empresa debería haber cerrado al usuario. Entre nuestros muertos y heridos solo hay víctimas ni un solo culpable. Cada funcionario es responsable y lo será, siga en su puesto o no, de las anomalías en las áreas que estén o hayan estado a su cargo, y mucho más allá de incomprensibles aplausos al finalizar la función pública que no pudieron ni podrán tapar el sonido de nuestro justo reclamo”. En este punto sonaron aplausos y se escuchó: “¡Asesinos!”. El documento señaló también que “en el Senado de la Nación, quienes deben representarnos se acusaban mutuamente sobre la tragedia”.

El texto de los familiares resume: “Quienes nos ven y nos escuchan sin reaccionar dense cuenta de que si no se encuentran soluciones, todos podemos ser víctimas. De los peligrosos servicios sí somos simples pasajeros, o víctimas de su propia desidia si son quienes deben resolver la crisis en el transporte y no lo hacen”.

Paolo Menghini, padre de Lucas –cuyo cuerpo tardó 60 horas en ser encontrado– explicó a este diario que “el texto fue acordado a lo largo de cinco días. Vamos construyendo y creciendo como colectivo. Somos 752 familias”, señaló, incluyendo a los heridos, y reclamó que “el 22 de febrero sea la bisagra para que las líneas de tren sean adecuadamente controladas y las personas puedan viajar como personas”. Karen Celle, hija de Darío Celle, fallecido en el siniestro, estimó que “en los trenes está todo mal y le quieren echar la culpa al motorman que es solamente un perejil”. Vanesa Toledo, cuya madre, Graciela Díaz, murió en el accidente, sostuvo que “funcionarios del Gobierno debían haber controlado para que las formaciones no estuvieran en el estado en que estaban”.

En la mañana se efectuaron bocinazos en distintos puntos de la ciudad: “Fue tremendo. La gente aplaudía, quedé sorprendida –contó Toledo–. No fueron dos minutos, como habíamos propuesto: en 9 de Julio y Corrientes duró desde las 8 y 29 hasta las nueve menos veinte”. La única nota discordante se produjo en Santa Fe y Coronel Díaz, donde un joven que resultó ser Miguel García –hijo de Charly, el músico– encaró a los manifestantes con quejas de que le molestaba el ruido de las bocinas.

Ayer, además, el grupo Unidos en Paz y con Arte (UPA) durante todo el día puso a disposición de los pasajeros en Once material para pintar y escribir. Dejaron inscripciones como: “Estamos viajando en tumbas de metal. No dejemos que sigan jugando con nuestras vidas” o “Juntos somos más fuertes que unos pocos corruptos”.

A las 21.17, luego de un largo aplauso, finalizó el acto en la plaza y los deudos fueron guardando sus carteles: el cartel que decía “Tatiana y su beba Huma”, portado por un señor con un ramo de florcitas; el cartel que decía “No nos olvidemos”, el que simplemente pedía “Respeto”. Había varias chicas con carteles en memoria de “Micaela Cabrera Machicao, fallecida en el tren de la muerte”. Cuando alguien comentó que eran muchas, una de ellas contestó que “sí, vinimos muchos y vamos a seguir viniendo y a traer más personas para buscar justicia”.

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