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Sociedad|Martes, 27 de marzo de 2012
Especialistas en cuidados paliativos desmienten el argumento de los enfermeros detenidos

Diferencias con la muerte por piedad

Especialistas consultados por Página/12 en Uruguay consideraron que “se puede garantizar una muerte digna, sin acelerar los procesos”. Los enfermeros detenidos por el asesinato de 15 pacientes argumentan que aceleraron su muerte para que no sufrieran.

Por Emilio Ruchansky
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Familiares de pacientes se reunieron el fin de semana para presentar sus denuncias por supuestos crímenes.
Desde Montevideo

El argumento de la piedad ante el sufrimiento de los pacientes, utilizado por los dos enfermeros Marcelo Pereira y Ariel Acevedo, acusados de homicidio agravado por el fallecimiento de quince personas en un hospital y una clínica de Montevideo, fue rebatido por dos referentes de los cuidados paliativos en Uruguay consultados por Página/12. “Los cuidados paliativos están dirigidos a solucionar los síntomas molestos de los pacientes con riesgo de vida y a atender la repercusión psicológica, social y espiritual de los pacientes y sus familiares. Se puede garantizar una muerte digna sin acelerar los procesos”, explicó Mercedes Bernadá, encargada de este área en el hospital de niños Pereira Rossell. También existen leyes sobre la voluntad anticipada y los derechos de los usuarios de salud que, como indica Gabriel Sehabiaga, director de Cuidados Paliativos del Hospital Maciel, permiten evitar “el encarnizamiento terapéutico” de un paciente en estado terminal. “Hay familiares que piden desencadenar la muerte, algo que está ética y legalmente prohibido”, advirtió.

La medicina paliativa siempre estuvo vinculada con el cáncer, pero con el tiempo, según Bernadá, se aplicó a cardiopatías congénitas complejas, VIH y la fibrosis quística, entre otros padecimientos. “El área existe hace cuatro años en el hospital Rossell y desde entonces se forma a médicos, enfermeros y al resto del equipo de salud para detectar cuándo es necesario consultarnos, además nosotros también recorremos las salas”, comentó esta médica. “En la escala analgésica de la Organización Mundial de la Salud –dice– hay tres escalones para paliar el dolor: los antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno, los opioideos débiles como el Tramadol y la morfina.”

Esta última droga fue utilizada por el enfermero Marcelo Pereira, según declaró ante la Justicia, para terminar con la vida de al menos cinco pacientes del Hospital Maciel. “Tiene mala fama, pero nosotros repartimos folletería a pacientes y familiares para desmitificarla, que sepan que se usa para el dolor oncológico severo y la dificultad para respirar, también para la lumbalgia mecánica y la hernia de disco. La morfina es barata y tiene efectos predecibles”, dijo Sehabiaga. Uno de los indicadores mundiales de buena calidad de atención es justamente la cantidad de morfina que se dispensa.

Los propios oncólogos pueden recetar este derivado del opio a los pacientes, generalmente, cuando ya no funcionan ni la quimioterapia ni otros tratamientos. En este punto de una enfermedad, afirmó Bernadá, se les ofrece a los familiares y al paciente la posibilidad de no extender la vida por medios artificiales. “Algunos lo aceptan, otros prefieren que se haga todo lo posible hasta el final. Nosotros respetamos todas las decisiones”, aseguró esta pediatra. Si consienten, sólo se brindan “las medidas de confort”: higiene, hidratación, máscara de oxígeno y tratamiento del dolor. “Y si se acuerda con la familia, se descarta la reanimación y la intubación, entre otras prácticas”, agregó.

Dar una muerte digna, explicaron ambos, es algo que en ningún caso proviene de una decisión unilateral. “Tampoco implica provocar la muerte ni adelantarla. Simplemente, que no sufra ni ser invasivos, que no muera con sufrimiento”, planteó Bernadá. La eutanasia, según define esta médica, es tomar medidas activas, sean las que fueren, para acelerar la muerte e implican una intención. ¿La línea entre esto y la muerte digna es muy fina? Estoy de acuerdo”, observó. Uruguay es un país pionero en lo que se conoce como “testamento vital” o voluntad anticipada, una norma que tiene media sanción en la Argentina y es conocida como Ley de Muerte Digna.

“Todos los días, los familiares piden a los médicos que acaben cuanto antes con la vida de un paciente que está en estado terminal. Eso pasa. Y uno se entera de estas situaciones. Yo creo que basta con la sedación paliativa, pero se pide eutanasia seguido y uno lo entiende”, dijo Sehabiaga. Con el consentimiento de pacientes o familiares se aceleran muertes en Uruguay y Argentina, fuentes médicas en ambas orillas lo confirmaron. “Acá recién se está formando una colegiatura de médicos, es un tema que se puede debatir si lo traen los usuarios de la salud. Hoy todavía está bajo la órbita de la justicia ordinaria y está prohibido”, informó este médico.

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