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Sociedad|Martes, 17 de abril de 2012
Adriana Cruz, detenida por matar a su hijo, se suicidó bajo custodia del SPB

Crónica de un suicidio anunciado

Pidió ir al baño en la U45, donde se encontraba detenida, y se colgó con una media. El juez debía decidir el mismo día si aplicaba la preventiva. El perito de parte, Mariano Castex, cuestionó severamente al juez y al fiscal.

Por Horacio Cecchi
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De Adriana Cruz el juez opinaba que era imputable pese a que ya existía un informe en contrario.

Adriana Cruz, la mujer detenida por matar a su hijo en el country San Eliseo el 20 de marzo pasado, dejó al fiscal Leandro Heredia sin su Goliat, y al juez Juan Masi sin su publicitada hipótesis de que los intentos de suicidio de Cruz eran una “psicopateada histérica” para encubrir su culpabilidad: el domingo por la noche, Cruz se suicidó colgándose de una media en la Unidad 45 donde el Servicio Penitenciario Bonaerense dijo que la custodiaba.

El relato de la muerte de Cruz dice que alrededor de las 23.30 pidió permiso para ser trasladada a un baño de la Unidad 45, donde se encontraba detenida. Allí, aparentemente, se colgó con una media, pero la acción fue “rápidamente” descubierta por las guardias que descolgaron a la mujer aún con vida. Cruz fue trasladada al Hospital Neuropsiquiátrico Alejandro Korn, ubicado junto a la Unidad 45, donde fue internada en terapia intensiva, según afirmó su director médico, Egidio Melía. “La mujer llegó a la guardia en coma profundo. Fue llevada a terapia y a las 3.30 de la madrugada (de ayer) hizo otro paro. Se la reanimó nuevamente y a las 4.30 aproximadamente falleció. Siempre estuvo en coma profundo, siempre estuvo muy grave”, aseguró Melía. Cruz “tenía lesiones en el cuello como si se hubiera producido un síndrome asfíctico por ahorcamiento”, completó el médico.

El juez del caso, Juan Masi, confirmó la muerte enunciando el informe de la jefa del SPB, Florencia Piermarini. La mujer “estaba alojada en una unidad especial” del penal de Melchor Romero, con los cuidados “normales” para este tipo de pacientes psiquiátricos, añadió Masi, contradiciéndose a sí mismo, a sus dictámenes y al aval que había dado públicamente al fiscal Heredia sobre la imputabilidad de la detenida. Masi, juez de Garantías que en el caso garantizaba los pedidos del fiscal, llegó a decir en su momento a los medios que “hay una infinidad de pruebas que la indican como autora del homicidio”. Semejantes anuncios públicos sobre el lado de la balanza que pisaba le valieron un pedido de recusación por parte del defensor oficial de Cruz, Juan Stassi.

El magistrado dijo, también a los medios, que a la imputada la vio en dos oportunidades. Una, en el penal durante una visita que realizó “para verificar las condiciones de alojamiento”. En esa oportunidad, la detenida “no tuvo queja alguna. Es más, se manifestó conforme”, interpretó llamativamente el juez. La segunda ocasión en que la vio fue durante la audiencia realizada el viernes pasado, en que se trató el pedido de recusación de la defensa mencionado más arriba.

En esa reunión, el magistrado dijo que Cruz “estaba más o menos bien, para decirlo así. En un momento pidió que se la excusara de estar en la audiencia porque se sentía emocionalmente afectada, de hecho ha derramado algunas lágrimas. Se le permitió esperar en otro lugar del juzgado”. Heredia, una vez más en coincidencia con el juez, afirmó que Cruz aparentaba estar bien.

El defensor general de La Plata, Omar Ozafrain, había presentado un pedido de recusación tanto sobre el juez como sobre el fiscal. Stassi explicó que “no se resguardó debidamente” a la imputada y cuestionó el desempeño del fiscal y del juez del caso porque consideró que “hubo una sobreexposición innecesaria”. Habrá que recordar que apenas conocido el crimen, Heredia comparó a la acusada con Goliat y al pequeño Martín con David, aseguró que salió de la escena del crimen llorando y que jamás había visto un caso semejante.

Ayer, el perito de parte de la acusada, Mariano Castex, informó mediante un comunicado las profundas discrepancias con la versión psíquica que informaban tanto el fiscal como el juez. Castex, quien elaboró un informe que no llegó a tener sentido porque fue interrumpido con el suicidio de Cruz, sostuvo la inimputabilidad de la mujer. “Exhibía una personalidad borderline o trastorno de límite de la personalidad, satisfaciendo siete criterios de los nueve exigidos para el diagnóstico”, describió en su comunicado. Dijo que la lógica del suicidio ya estaba instalada “en el momento en que en ella se derrumba toda esperanza de recuperar una pareja sobreidealizada”.

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