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Sociedad|Sábado, 20 de octubre de 2012
INVESTIGAN EL CONTRATO CON LA PROVEEDORA A PARTIR DEL RECLAMO EN TRES ESCUELAS PORTEÑAS

Algo huele mal en las raciones de yogur

Docentes de tres escuelas reclamaron porque el yogur que llegó para distribuir tenía mal gusto y feo olor. En el ministerio argumentan que le faltaba endulzante. Y en la Auditoría descubrieron que la compra se hizo sin licitación.

Por Soledad Vallejos
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El contrato inicial de provisión de refrigerio lácteo para los estudiantes “estaba vencido en 2010”, explicó el auditor.

El miércoles pasado, las maestras de escuelas de Villa Mitre y Floresta notaron algo extraño en las raciones de yogur que habían llegado para distribuir, como cada día, entre los alumnos. “Tenían mal olor, mal gusto. Entonces, las maestras, que son muy prudentes, llamaron al Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad”, explicó a este diario el representante sindical docente Eduardo López (UTE), a quien llegaron alertas de tres establecimientos. Voceros del ministerio a cargo de Esteban Bullrich reconocieron que al “Departamento de Nutrición de la Dirección General de Servicio a las Escuelas” llegaron “reclamos”. Por ello, señalaron a Página/12, a los lugares en cuestión fueron técnicos que tomaron muestras para analizar en laboratorio y dejaron otras precintadas en las escuelas, “quedando intervenidos los sachets y reemplazándolos por leche con cacao”. Entretanto, la denuncia también había llegado a uno de los auditores porteños, Eduardo Epszteyn, que al buscar la licitación por la cual habían sido elegidos los yogures de la firma cordobesa La Lácteo descubrió que no había ninguna. “Fue una contratación escandalosa realizada por el mecanismo menos transparente de la administración pública: el decreto 556/10, que aprueba gastos para servicios prestados” cuando los contratos están vencidos, señaló el funcionario.

Hasta ayer por la noche, a dos días y horas de que los sachets quedaran “intervenidos”, en las escuelas seguían preguntándose qué habría pasado con esas partidas de una marca de yogures que debutó en los refrigerios escolares recién al regreso de las vacaciones de invierno. Todavía, explicaron voceros del Ministerio de Educación porteño, “el laboratorio de la Dirección General de Higiene y Seguridad Alimentaria está haciendo los estudios correspondientes” aunque ya se constató que no se habían pasado las fechas de vencimiento de los productos (“vigentes hasta los días 27/10, 31/10 y 5/11 dependiendo del lote”). Lo que es seguro, detallaron, es que a los yogures les “faltaba endulzantes, de ahí su sabor ácido”. Sin embargo, repreguntado por detalles sobre el estado de los productos de la discordia, el representante sindical López insistió en que “estaban en mal estado, aguachentos, con feo olor, feo sabor” y no simplemente ácidos. “Con estas cosas tenemos experiencia. Cuando recién asumió el gobierno, Mauricio Macri cambió el pollo con arroz y el pastel de papas con carne que se servía a los chicos por un guiso de soja. En ese momento protestamos porque la soja no es un alimento con tantas proteínas y minerales como el pollo y la carne. Retrotrajeron el cambio. Ese guiso de soja no se dio más. Pero a partir de ahí los docentes quedamos en alerta: no pueden ahorrar con la comida de los niños”, dijo López para explicar la alarma que cundió entre las docentes.

Según reconstruyó el representante de UTE, las protestas por el yogur en realidad sucedieron en dos pasos: el miércoles pasado, en las escuelas 4 y 9 del Distrito Escolar (DE) 12; “hace un par de semanas” en la 8 del DE 11. Sin embargo, voceros del Ministerio de Educación reconocieron “reclamos recibidos en las escuelas Nº 8 DE 11, 11 DE 11 y 9 DE 12 con respecto al sabor”.

La marca de yogures cordobesa La Lácteo, de la que el grupo Socma –con Franco Macri al frente– se desprendió en 2002, aterrizó en las heladeras de las escuelas recientemente. Sólo al regresar de las vacaciones de invierno los alumnos comenzaron a degustar los yogures que, en realidad, bajo esa marca no figuran en ninguna licitación ni en ninguna constancia oficial, porque se trata de productos llegados bajo responsabilidad de Teylem S.A., una firma que en su página web se define como “planta elaboradora, importadora y climatizadora de alimentos” y “la empresa más grande de la Argentina en climatización de bananas”.

Teylem S.A. es la empresa que se presentó a la misma licitación que Mastellone Hermanos S.A. (que produce La Serenísima y abastece a escuelas porteñas desde hace años), Equis Quince S.A. y Lácteos Conosur S.A. Sólo Teylem y Mastellone llegaron a la etapa final de la licitación que voceros del Ministerio de Educación fecharon “en mayo con preadjudicación en junio”. La preadjudicación no es la contratación en sí, sino la promesa de que sucederá. Sin embargo, explicaron las fuentes oficiales, “dado que no puede interrumpirse el servicio (N. de R.: de provisión de alimentos hasta tanto se cumpla con las formalidades), el Ministerio de Educación contrató en forma de emergencia a ambas empresas la prestación (...) hasta que la adjudicación finalice el procedimiento habitual”.

Esa contratación se efectuó recurriendo al decreto 565/10, que establece como competencia del área de Hacienda de la Ciudad la posibilidad de “aprobar gastos de imprescindible necesidad (...) los cuales justificadamente no pudieron ser gestionados a través de los procedimientos vigentes en materia de compras y contrataciones del Estado o mediante la respectiva caja chica”. Recurrir a ese decreto “fue usar la modalidad de contratación menos transparente”, señaló Epszteyn a este diario, porque “es un decreto no para contratar sino para autorizar gastos de excepción”. El dinero pagado por esa vía “no se publica en ningún lado”, aseguró el auditor, que agregó que “ese decreto todavía está cuestionado si es constitucional o no”. Habitualmente, mecanismos de ese estilo se usan “para cuestiones de emergencia que se puedan justificar fehacientemente”. Por eso “no debería poder usarse para un caso como éste, en que autoriza millones de pesos por mes”. El auditor no pudo precisar la cifra porque el expediente licitatorio 73551/2012 no estuvo a su vista.

Ayer, Epszteyn solicitó los expedientes de la licitación. “Me los nombraron, pero no los tenían”, explicó, por lo que no logró verificar todos los pasos del proceso de la licitación pública 170/2012.

El contrato inicial de provisión de refrigerio lácteo para los estudiantes “estaba vencido en 2010”, explicó el auditor. “Recién este año vuelven a llamar a licitación”, en la que Teylem gana “la provisión de alrededor del 20 por ciento del total. Le dan la provisión sin que se haya firmado el contrato. En ningún lado pude ver bajo qué condiciones, con qué cotización, nada del pliego”.

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