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Sociedad|Martes, 20 de noviembre de 2012
Hoy, en General Roca, darán el veredicto por el crimen de Soria

A la espera de la sentencia

General Roca se divide entre quienes piden por la perpetua de Susana Freydoz y quienes apuestan a la clemencia. La defensa apunta a la emoción violenta. Freydoz, esposa de Soria, seguramente estará presente durante la lectura de la sentencia.

Por Emilio Ruchansky
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Susana Freydoz continúa medicada e internada en el área de Salud Mental del hospital de Cipolletti.

Desde General Roca, Río Negro

Hoy se conocerá la sentencia por la muerte del gobernador de Río Negro Carlos “El Gringo” Soria y las opiniones en esta ciudad que lo vio despegar políticamente están divididas. Algunos vecinos piden compasión para Susana Freydoz, la esposa de Soria, quien disparó la bala que hirió fatalmente al Gringo; en otros prima la bronca contra ella por terminar con ese proyecto político en la provincia, del que formaba parte su hijo Martín como intendente en General Roca. Aunque no tiene obligación de escuchar la sentencia, Freydoz estará ante los jueces de la Cámara Primera en lo Criminal de esta ciudad, donde la audiencia se transmitirá, por primera vez, en vivo y en directo. La fiscal Laura Pérez solicitó la pena de prisión perpetua y el defensor Alberto Riccheri insistió ayer: “La fiscal no logró construir certezas ni sobre la mecánica del hecho ni sobre la imputabilidad”.

Según consta en las actas judiciales, el hecho ocurrió el 1º de enero pasado a las 4, en la chacra Paso Córdova, a la vera de la Ruta 6, en las afueras de General Roca. Minutos antes, Soria se retiró a descansar mientras Freydoz y la hija de ambos, María Emilia, lavaban los platos. La acusada interrumpió las labores domésticas para dirigirse al cuarto conyugal, dio un portazo y comenzó una nueva pelea matrimonial. Poco después se oyó el disparo del revólver calibre 38 marca Smith & Wesson que el Gringo solía llevar encima por alardear más que para protegerse.

En la chacra de seis hectáreas, que perteneció al padre de Freydoz, siguen comiendo alfalfa los preciados caballos de Soria y se ve a un empleado que riega y cuida a diario la plantación de perales y durazneros, resguardados del viento por una hilera de álamos. La casa principal tiene ladrillos a la vista, techo de chapa y da a un extenso jardín, donde la familia del gobernador electo solía reunirse los fines de semana. El intendente local, Martín Soria, pasa por allí de vez en cuando desde que su padre murió en sus propios brazos, mientras los médicos trataban de reanimarlo.

Este intendente, el único de los cuatro hijos del matrimonio que habló públicamente durante el juicio, pasó ayer buena parte del día fuera de su oficina. Por la mañana, asistió a la inauguración de una iglesia adventista y a la tarde asistió a la remodelación del boulevard San Juan. Se negó a hablar con este diario y con otros medios, difícilmente asista a la lectura de la sentencia. En su entorno explican que el mutismo se debe a lo doloroso de la situación. “¿Qué voy a decirles a los medios? ¿Que mi mamá mató a mi papá?”, le habría dicho a unos de sus colaboradores.

En la pared de la pequeña portería de la municipalidad hay una calcomanía que muestra a Martín de perfil, junto a su padre. “En Roca, seguimos juntos”, dice el slogan. A la vuelta del edificio, en la esquina de Tucumán y Roca, un vendedor de cerezas y arándanos, que tenía a Freydoz como cliente habitual, resume su postura a pedido de este cronista: “Fue una desgracia, se metió Satanás en esa casa. Yo quiero que la dejen en libertad, pero ella causó mucho dolor: había mucha esperanza de cambio con Soria, como cuando te comprás un auto nuevo”.

En el café Avenida, uno de los más antiguos de la ciudad, dos amigas y empleadas municipales cuentan que Soria fue el impulsor de la reapertura del aeropuerto local, que aún está por verse, y destacan el fortalecimiento de la industria desde que el Gringo asumió la intendencia en 2003, tras dos décadas de administración radical. “Se hubiera separado si no se lo bancaba a Soria”, afirma una. Algo similar dijo la fiscal Pérez durante su alegato, dos semanas atrás, cuando descartó que Freydoz tuviera problemas con el consumo de alcohol y fármacos: “Las amigas le decían que se divorcie, no que comience un tratamiento”.

El pedido de perpetua de la fiscal generó un revuelo político la semana pasada, cuando Luis Di Giácomo, ministro de Gobierno y allegado a la familia Soria, dijo que a Pérez “le quedó grande el caso” y no tuvo en cuenta por “miedo”, “prejuicios” y “desconocimiento total” la opinión de los peritos, quienes coincidieron en una sola cuestión: la existencia del atenuante de emoción violenta. El funcionario pidió disculpas por sus dichos e incluso el gobernador Alberto Weretilneck advirtió que esa postura no es compartida por su gobierno.

Riccheri, el abogado defensor, comenta a este diario que la dureza de la fiscal juega a favor de su clienta. “Hoy Freydoz está a diez metros de altura y siempre mirando para abajo”, dice sobre el estado de salud de la acusada, quien continua internada. “Tengo un optimismo técnico”, comenta. De reconocerse que hubo “emoción violenta”, explica, se abre la posibilidad de pasar de un “homicidio agravado por el vínculo” a uno “simple” y de ahí a uno “culposo o no intencional”, reduciendo así los años de condena. “Igual vamos por la inimputabilidad, de lo contrario apelaremos”, aclara.

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