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Sociedad|Jueves, 20 de diciembre de 2012
Mató a tres personas de la empresa en la que trabajaba por una deuda y se suicidó

El reclamo que terminó en una tragedia

Un chapista de la empresa de transporte Bascoy mató a dos de los dueños y a un empleado e hirió a un tercero, antes de prender fuego el edificio y suicidarse. Se cree que le debían 100 mil pesos, además de que supuestamente le liquidaron mal el aguinaldo.

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La calle cortada donde se encuentra la empresa Bascoy, en Tigre, escenario de la balacera.

La mala liquidación del aguinaldo y una supuesta deuda anterior cercana a los 100 mil pesos provocaron, en la localidad bonaerense de Bancalari, partido de Tigre, una tragedia que parece importada de los Estados Unidos. Un chapista, sin mediar palabra, con el recibo de sueldo en una mano y una pistola calibre .380 en la otra, mató a tiros a dos de los propietarios de la firma de transporte Bascoy S.A. para la que trabajaba. A continuación hizo lo propio con un empleado, mientras una cuarta persona logró escapar, herida, hacia los techos del edificio. El autor de los tres homicidios, antes de quitarse la vida, provocó un incendio en el local, utilizando el contenido de una botella de edulcorante que lejos estaba de endulzar: estaba llena de solvente thinner. El empleado que había logrado escapar a la balacera tuvo que ser salvado por los bomberos, dado que el fuego le impedía toda posibilidad de escape. El dato curioso lo aportó una vecina que había tenido un encuentro con el matador, dos horas antes del desastre: “Estaba normal, tranquilo y me regaló una caja de Navidad. Yo le dije ‘bueno, esta noche vamos a festejar’. Me respondió: ‘No creo que me veas esta noche porque voy a solucionar un problema’”.

Soledad, la vecina que vive cerca de la empresa, ubicada en Boulogne Sur Mer 1400, en el límite de Bancalari con Don Torcuato, dijo que conocía de hace tiempo al chapista Carlos Landívar (54), porque él le había hecho unos arreglos en su casa. Ella lo vio cerca de las 13.30 y mantuvo con él una conversación amable. La mujer conserva la caja con bebidas, turrones y pan dulce que Landívar le dejó de regalo. Soledad fue la primera en comentar la versión, no confirmada, de que la firma le debía a Landívar la suma de “cien lucas”. “Eso fue lo que él me dijo”, afirmó la mujer.

La tragedia comenzó cuando el chapista Landívar, cerca de las 15.30, llegó a la sede de la firma en la que trabajaba. Una vez en el sector de oficinas, en los fondos del predio, mató a tiros a los hermanos dueños de la firma, Marcelo y Gabriel Bascoy. El agresor también asesinó al empleado administrativo Javier Etcheverry, tras lo cual prendió fuego al lugar. En total hizo unos diez disparos, uno de los cuales hirió a otro de los empleados, que escapó hacia los techos. Consumado el ataque, Landívar se suicidó con el arma que llevaba, una pistola .380, que dispara balas 9 milímetros y que es la más potente de uso civil.

Los primeros policías que llegaron al lugar tuvieron que rescatar al empleado que había quedado atrapado, vivo, en medio del fuego. Esta persona debió ser asistida con principio de asfixia y luego relató que Landívar había llegado “muy enojado” porque “le habían liquidado mal el aguinaldo y le debían dinero”. A corta distancia entre sí, la policía encontró los cuerpos de las tres víctimas y del victimario.

Los primeros peritajes indican que Landívar realizó entre ocho y diez disparos. En el vecindario, el chapista era bastante conocido. Verónica, una vecina, dijo que “arreglaba los camiones”. Agregó que el “chico del kiosco” le había contado que el chapista había anticipado que iba “a hacer un desastre porque le debían cien mil pesos y lo querían echar”. Otras personas repitieron la misma versión. “Ellos (por los dueños de la empresa), piensan que se la van a llevar de arriba”, fue una de las frases más repetidas por los testigos, que escucharon en boca de Landívar.

Uno de los vecinos señaló, además, que el chapista le había confesado que años atrás, ante un problema similar con unos ex empleadores, le había pegado “un barretazo” a uno de ellos. El cuadro lo completó horas después uno de los hijos de Landívar. “Cuando mi padre tomaba era así, medio rayado”, comentó el joven, pero luego puso como atenuante el hecho de que los dueños de la empresa “le debían dinero y él se cansó de esperar”.

“Cuando lo jodían, mi padre era muy agresivo, pero sólo si lo jodían.” Explicó que él “se cansó de esperar e hizo lo que tuvo que hacer. Tampoco lo iban a pisotear, a pasar por arriba”. Estimó que su padre “debe haber pensado de esa manera: se cansó hasta que dijo basta. No me pagan estos hijos de puta”. Cuando se le preguntó acerca de la suma que le adeudaban a su padre, respondió: “Yo sé que era mucha guita. Un montón de guita (la que le debían a su padre). No iba a hacer esto por tres o cuatro pesos”. El muchacho dijo que no tenía conocimiento del supuesto incidente en un empleo anterior de su padre, en una concesionaria de BMW. “Eso no lo sé”, aseguró cuando se lo preguntaron.

Hasta el lugar del hecho, también llegaron familiares de las víctimas. La esposa del empleado Etcheverry se preguntaba: “¿Por qué mató a mi marido, si no tenía nada que ver?”. Los dos hermanos asesinados son hijos de José Bascoy (78), fundador de la empresa, quien a fines de 2002 estuvo ocho días secuestrado. Fue liberado sin que se pagaran los 500 mil dólares que habían pedido de rescate.

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