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Sociedad|Viernes, 27 de junio de 2003
PARA EL JUEZ NO HUBO EPILEPSIA

Del remís a la cárcel

El juez le dictó la prisión preventiva por privación de la libertad y homicidio culposo agravado.

Para el juez, no hubo ataque de epilepsia: consideró que el remisero que manejaba el auto desde el cual se arrojaron dos chicas –una de las cuales murió– tenía plena conciencia de que estaba actuando de manera irregular. Por eso lo procesó con prisión preventiva por privación ilegal de la libertad (al no detenerse cuando las chicas le pidieron bajarse), homicidio culposo agravado por la conducción imprudente de un vehículo automotor y lesiones graves.
La medida del juez de instrucción Ricardo Warley contra el chofer Daniel Alejandro Petruf (38) incluye un embargo de 900 mil pesos sobre el imputado. En su resolución, el juez enfatizó que “no existen causas de inimputabilidad que excluyan la responsabilidad del imputado”, con lo cual derrumbó la estrategia de la defensa de tratar que el chofer sea considerado no punible por padecer epilepsia.
Para el abogado de Petruf, Roberto Damboriana, la resolución es “incongruente, una barbaridad”, ya que el magistrado “no esperó las pericias” médicas a su cliente “ni nuevos testimonios”. Además, el letrado anunció que apelará la medida y no descartó solicitar la intervención del Consejo de la Magistratura para evaluar el accionar del juez.
Mientras los defensores del remisero, Damboriana y Oscar Moyano, insistieron ayer en la hipótesis de que su cliente habría estado bajo los efectos de un ataque epiléptico, Warley concluyó que al acusado “corresponde imputarle la muerte de Teresa Bottino a consecuencia de las lesiones sufridas” y las lesiones leves que padece Paula Salinas, internada en estado delicado en la Clínica del Sol, en el barrio de Palermo.
La decisión del magistrado de dictar la prisión preventiva a Pretuf se basa en el testimonio que la joven sobreviviente le dio a un agente de policía luego del accidente. Según argumentó el juez, el relato de Salinas no se contradice en las causas que menciona y, a partir de él, “no hay manera de inferir que las chicas no hubieran solicitado que el conductor detuviera la marcha del automotor, por lo cual debo considerar verosímiles los dichos”, justificó.
En este sentido, Warley remarcó que aunque el acto de arrojarse del auto haya sido una decisión propia de las dos amigas, “el comportamiento que ambas desarrollaron fue consecuencia de la imprudente conducción del vehículo automotor en el que viajaban”.
Bottino y Salinas se arrojaron del Ford Galaxy que conducía Petruf cuando circulaba a unos 60 kilómetros por hora por la avenida Lugones, a la altura de la Ciudad Universitaria, asustadas por una presunta actitud irregular del chofer que se detuvo algunos metros más adelante, pero no auxilió a las jóvenes. Ayer, al rechazar el pedido de excarcelación del remisero, el juez Warley remarcó que “la huida del lugar permite presumir fundadamente que Petruf, en caso de recuperar su libertad, podría eludir la acción de la Justicia o entorpecer las investigaciones que aún deben producirse”.

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