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Sociedad|Jueves, 20 de junio de 2013
Los peritajes indican que, si hubo un ataque sexual, no fue consumado

Las últimas horas de Angeles

Los resultados de los hisopados en el cuerpo de la chica asesinada confirman que no hubo relación sexual forzada ni consentida. El encargado suplente dijo que no vio a Jorge Mangeri trabajando en el edificio de enfrente como el acusado había declarado ante la Justicia.

Por Emilio Ruchansky
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Aún faltan peritajes en torno de la muerte de Angeles Rawson.

Las últimas pruebas científicas incorporadas al expediente por el asesinato de Angeles Rawson indican que, si hubo un ataque sexual, éste no fue consumado. Ayer también se incorporó el testimonio del portero que viene suplantando a Jorge Mangeri, el único detenido por el caso. “Confirmó que hizo el reemplazo el martes, miércoles y jueves de la semana pasada y que esos días no lo vio trabajando en el edificio de enfrente, como había dicho Mangeri en su momento a la fiscal. Le cruzó duro la coartada”, comentó una fuente judicial. Mangeri aceptó ayer la oferta del abogado Miguel Angel Pierri, que había rechazado el martes pasado. “Está asustado”, dijo este abogado, quien se convertiría en su defensor el próximo lunes, si el encargado mantiene esta decisión.

Tal como había sugerido la fiscalía tras la autopsia realizada sobre la joven de 16 años el miércoles de la semana pasada, no hubo violación ni relaciones consentidas en las horas previas al crimen, según indican los resultados de los hisopados realizados en sus partes íntimas. Los resultados de estos exámenes no deben llevar a descartar la hipótesis de una motivación sexual en el asesinato, coincidieron fuentes de la investigación. Otros posibles rastros bajo las uñas de la víctima y en el auto de Mangeri están siendo aún analizados y su cotejo se conocería la semana que viene, si es que sirven para trazar un perfil genético.

“Aun si esos resultados no son concluyentes, porque no hay certeza sobre el perfil, hay testimonios e indicios importantes que comprometen al sospechoso. Al declarar como testigo, por ejemplo, se contradijo al narrar cómo había sido torturado”, comentó una fuente de la investigación. El lunes, Pierri se haría cargo de la defensa y por lo que dijo su socio, Marcelo Biondi, motorizarían una denuncia por los supuestos apremios ilegales y privación ilegítima de la libertad.

Al mencionar el contacto entre los integrantes del estudio jurídico y el encargado, Biondi aseguró: “El está con mucho miedo y angustiado por la situación que vivió, y nosotros creemos que esa intimidación debe ser investigada, porque hubo golpes y cosas de una época nefasta del país que no queremos que se vuelvan a repetir”. Luego relató que el imputado fue visitado el domingo pasado por su esposa, su cuñado y una prima en la cárcel de Ezeiza y la visita familiar se repetirá mañana. Ayer, los familiares de Mangeri lo defendieron en la calle (ver aparte).

Diana Saettone, esposa de Mangeri, insistió en que se autoincriminó porque está amenazado. Según ella, el primer apriete ocurrió el jueves a la mañana. “Paró un auto sin patente, un Polo negro, con dos personas que preguntaron si él era el encargado del 2360, lo amenazaron, le pusieron un arma en la cabeza y le dijeron un montón de cosas. Le dijeron que le iban a hacer una cama, que era mejor que le pegaran un tiro que lo que venía. Yo le dije, si vos viste algo tenés que hablar”, relató. Luego contó que su marido fue secuestrado en “un patrullero de los viejos” y ahí fue torturado. “Le pegaron, lo quemaron, lo picanearon”, dijo.

Consultado por este diario, anoche un avezado defensor penal explicó: “Esa autoincriminación es nula y si se obtuvieran pruebas a partir de ella también serían inválidas por la clásica teoría del árbol envenenado. Aunque el acusado quiera hacer una confesión ante el juez, ya como imputado, hace falta prueba científica o una construcción de culpabilidad a partir de indicios y testimonios para llegar a una condena. El grado de certeza en un juicio oral es superior al exigido en la etapa de investigación donde sólo basta una pequeña verosimilitud para imputar”. Además de los cotejos de ADN, el magistrado Javier Ríos, quien volvió tras un período de licencia, aguarda el resultado del peritaje realizado por una junta médica sobre las heridas en el cuerpo de Mangeri. Cuatro peritos de la Policía Federal coincidieron durante la noche del viernes pasado en que había heridas que podrían haber sido inflingidas por un tercero para defenderse y otras autoinflingidas por el encargado para intentar enmascarar las marcas anteriores.

En la junta médica que volvió a revisarlo anteayer, según pudo averiguar este diario, hay personal de la Policía Federal y también peritos forenses judiciales, que pertenecerían al equipo interdisciplinario disponible para los juzgados nacionales en la ciudad. Otros estudios en curso están relacionados con las muestras levantadas en el sótano del edificio de la calle Ravignani 2360, posible escenario del crimen. Para los investigadores, la prueba testimonial tiene un buen grado de verosimilitud porque la coartada del encargado es “muy floja”.

Ayer, Pierri recordó que el juez debería definir la situación procesal de su defendido antes del 2 de julio, quien está imputado “en la sospecha de homicidio con el grado de autoría”. El juez podría cambiar esta acusación, lo que implicaría un nuevo llamado a declaración indagatoria. Mangeri evitó dos veces esta situación. Y los que podrían ser sus nuevos abogados seguirían la línea de su actual defensor oficial: esperar pruebas científicas en su contra, antes de que declare como imputado.

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