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Sociedad|Martes, 9 de julio de 2013

Crónica de un crimen anunciado

El 21 de junio de 2005, Ricardo David “el Perro” Videla apareció muerto en su celda del módulo 11 A, de máxima seguridad, de la Penitenciaría de Mendoza. De acuerdo con los guardias, el joven de 20 años, cuya condena a perpetua había motivado la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se había ahorcado sirviéndose de un cinturón de cuero y los barrotes de la ventana. De acuerdo con las pericias, el chico jamás se había colgado: las marcas en el cuello indicaban que había sido ahorcado desde atrás, jalando con ese cinturón. Los compañeros del penal dijeron que el chico, que andaba siempre de jogging, no usaba cinturón. La investigación sobre la muerte de Videla nunca llegó a buen puerto.

Días antes de morir, Videla había entregado a su madre dos cartas: en una solicitaba un hábeas corpus; en otra explicaba que pedía el cambio de unidad penitenciaria porque temía por su vida. “Hago saber que en el sector que me encuentro corre peligro mi integridad física”, escribió en el pedido de hábeas corpus, tal como publicó este diario en su momento. “El personal penitenciario me amenaza constantemente y existe una persecución psicológica por parte de ellos, y aclaro que las amenazas que recibo son ‘graves’ (sic) y que las daré a conocer en su presencia”, decía la nota al magistrado. El chico pedía ser trasladado a la unidad cercana a San Rafael, “ya que sería el único lugar donde podría vivir”.

Las pericias realizadas por el forense de la policía científica mendocina, Gustavo Olguín Massoto, detectaron que los rastros dejados en el cuerpo de Videla presentaban discrepancias con la versión de los guardias penitenciarios. Las huellas del cuello indicaban que había sido “asfixiado mecánicamente (por) otra persona, jalando desde atrás”, y que el cinturón con el que apareció muerto no parecía ser de él. “No se condecía con las vestimentas que llevaba en ese momento, porque de no haber tenido el cinturón y (si) hubiera querido hacer esas maniobras, podría haber utilizado los cordones de las zapatillas o el cordón del pantalón corto que tenía debajo del pantalón de gimnasia.”

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