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Sociedad|Jueves, 18 de julio de 2013
La defensa del portero no logró hacer contradecir a Dominga Torres

El gato no tenía cinco patas

La mucama que trabaja en la casa de Angeles Rawson confirmó el horario en que llegó, tal como había declarado antes. La defensa de Mangeri no logró demostrar que la tarjeta SUBE que había usado contradecía la hora de llegada. La mujer aportó varias tarjetas.

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Dominga Torres declaró que Angeles no había entrado en su casa, al menos, hasta las 12.45, cuando ella se retiró.

Ayer volvió a testificar Dominga Trinidad Torres, esta vez ante el juez Javier Ríos, que investiga el asesinato de Angeles Rawson, y ratificó sus dichos: no vio a Angeles en la casa el día de su desaparición. La mujer confirmó los horarios de llegada y partida a su trabajo, que habían sido puestos en duda por la defensa, que solicitó su declaración. El juez le preguntó cómo iba vestida ese día, para cotejar su testimonio con las cámaras de seguridad de la zona. Por su parte, Torres entregó las tarjetas SUBE que usa toda su familia –no sabe cuál usó ese día–, ya que en principio los abogados del único detenido señalaron contradicciones, basados en datos que ellos habrían conseguido de una tarjeta similar a nombre de esta empleada. Marcelo Biondi, uno de los defensores, aseguró que la testigo “acomodó” su declaración ante las dudas que le plantearon.

En su ya clásica aparición matutina, ante de ingresar a su estudio, Miguel Angel Pierri afirmó ayer que no irían ni él ni sus empleados a la testimonial “porque el juez no le dejó hacer preguntas en las declaraciones anteriores”. Pero pocas horas después Biondi asistió a tribunales y se ubicó, como es costumbre, detrás de la testigo, y junto a la fiscal Paula Asaro y el abogado querellante, Pablo Lanusse. El testimonio de Torres es central en la causa porque es la única persona que puede afirmar, por conocimiento directo, que Angeles no entró a su casa el día en que la asesinaron.

Pierri había afirmado que no “cerraban” los horarios provistos por la empleada doméstica porque en realidad llegó más tarde de lo que había dicho al departamento de Ravignani 2360. El letrado se jactaba de haber contrastado la declaración de Torres con los datos de su tarjeta SUBE. Además, Pierri solicitó que se colectara todo el material registrado en los medios de prensa en los que habló esta testigo. La búsqueda de contradicciones por parte de la defensa, sostuvo una fuente judicial, no tuvo éxito: “Dominga dio una muy buena testimonial”.

En su ampliación declaratoria afirmó que el lunes 10 de junio, día del asesinato, salió de su casa de la localidad bonaerense de González Catán a las 5.50 y se tomó un primer colectivo hasta San Justo, adonde arribó a las 6.30. Luego utilizó la línea 55, hasta la plaza Falucho, en el barrio porteño de Palermo, y entró a trabajar a las 8.45. Según Torres, mientras estuvo en el domicilio sólo vio a Axel, uno de los hermanos de la adolescente, quien dormía en su cuarto. La joven víctima, repitió, no entró al departamento, al menos, hasta las 12.45, cuando ella se retiró.

El juez Ríos le preguntó cómo estaba vestida, ya que los investigadores intentaban reconocerla en las imágenes de alguna cámara de seguridad sobre la avenida Santa Fe, ya que por su recorrido no la pudo haber captado la de Ravignani 2330, que mostró a Angeles llegando al edificio. Para terminar con las dudas de defensa, Torres puso a disposición las tarjetas SUBE que usa su familia, ya que el día del asesinato la mujer no usó la suya, sino otra, pero no estaba segura de cuál.

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