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Sociedad|Jueves, 22 de agosto de 2013
Los especialistas consideran imposible que los presos se fugaran sin ayuda de penitenciarios

Dudas que abrió el túnel de Ezeiza

El procurador Mugnolo estuvo en el lugar de la fuga y aquí detalla los interrogantes de un escape sin explicación. El tamaño del boquete, las alarmas que no sonaron, los celadores que no vieron nada. Las hipótesis sobre posibles motivaciones políticas.

Por Carlos Rodríguez
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El penal federal de Ezeiza, desde donde escaparon los trece presos, dos de ellos recapturados.

“Sin connivencia, interna y externa, la fuga de trece presos en Ezeiza es imposible. Este caso debe servir para promover un debate nacional para modificar un sistema penitenciario caduco.” En diálogo con Página/12, el procurador penitenciario, Francisco Mugnolo, aseguró que el Complejo Penitenciario 1 “es una cárcel de máxima seguridad y cuando se toca un alambrado, suena una alarma. ¿Por qué no sonó la alarma? Es una de las muchas preguntas que hay que responder”. Mugnolo, quien visitó la celda 22 del Pabellón B del Módulo 3, desde donde se produjo la evasión, comentó que los penitenciarios alegan que “el sistema externo de seguridad había sido dañado, tiempo atrás, por un rayo, y nunca se reparó. Es lo que dicen, hay que verificar si eso es así”. La abogada Claudia Cesaroni, del Centro de Estudios de Política Criminal (Cepoc), coincidió en que “es imposible una fuga de trece presos sin apoyo y complicidad penitenciaria”.

Cesaroni agregó un dato a tomar en cuenta en el análisis a fondo de lo sucedido en la madrugada del martes: “Puede ser una acción de sectores del Servicio Penitenciario Federal (SPF) enfrentados con (el ex director Víctor) Hortel, porque a partir de su gestión se abrió bastante el mundo de las cárceles (federales) y esto ocurrió en plena discusión del cambio de protocolo en requisas, ingreso de familiares y el aislamiento, entre otros temas importantes”. Esas cuestiones estaban siendo analizadas en una “mesa de diálogo” promovida por Hortel de la que participaban familiares de detenidos, organismos de derechos humanos, la Procuración Penitenciaria, la Defensoría General de la Nación y el SPF.

En declaraciones a la prensa, luego de su renuncia, Hortel confirmó que lo ocurrido fue “una factura” que le pasaron, desde adentro del SPF, “por el proceso de transformación que habíamos iniciado”. Admitió que ahora es necesario “que nos hagamos cargo de los errores”. Como el boquete con túnel se hizo desde adentro de una de las celdas individuales, con acumulación de tierra y escombros en el mismo habitáculo, Hortel consideró que es obvio que “hay varios celadores en turnos de guardias que no efectuaron los controles en los lugares de alojamiento y tampoco hubo jefes que hayan supervisado esa tarea”.

Alejandro Marambio, que ayer asumió como titular del SPF en reemplazo de Hortel, aseguró que, de comprobarse irregularidades, “se tomarán medidas disciplinarias severas para que no vuelvan a suceder”. Anticipó que comparte la opinión de Hortel en el sentido de que hubo “colaboración” del personal del Complejo 1 de Ezeiza y que hay “falta de compromiso de algunos sectores” del SPF.

Francisco Mugnolo, ombusman de las cárceles federales, opinó también que hubo “complicidades tanto afuera como adentro de la cárcel para que fuera posible esta fuga”. Comentó que el boquete de 40 por 22 centímetros que se hizo en el piso de hormigón armado, dentro de la celda 22, “no se puede hacer con una faca, se tienen que haber utilizado herramientas mucho más importantes y esa tarea tiene que haber producido ruidos también importantes”, que deberían haber sido escuchados por los guardias. Además, “la tierra acumulada era mucha y visible”.

Sobre las versiones que indican que la fuga se habría producido, en forma directa, por la puerta del penal, dijo que no estaba en condiciones de abonar esa hipótesis. “Se dice que era muy chico el boquete para que salieran por allí 13 personas, pero en este caso no se tiene en cuenta que la mayoría de los presos son delgados, porque están mal comidos. Otra cosa que hay que evitar es echarles la culpa a los presos. Toda persona encerrada quiere estar en libertad, las imputaciones tienen que dirigirse hacia los que facilitaron la fuga.”

“Sin complicidad del personal penitenciario, la fuga es inexplicable y es imposible. Hay que preguntarse por qué no sonaron las alarmas que deben sonar cuando se cortan los alambrados (perimetrales). Dicen que el sistema fue afectado por un rayo, pero eso es algo que debe corroborar la Justicia. Los interrogantes son muchos”, insistió Mugnolo.

El procurador consideró que fue “correcta la decisión de Hortel al renunciar y al decir que era el máximo responsable; fue valiente de su parte y fue importante, también, que antes de irse removiera de su cargo a 19 penitenciarios”. Mugnolo recomendó, de ahora en más, mirar hacia el futuro porque “es el momento justo de promover un debate nacional sobre las cárceles, porque es un sistema caduco, si hasta la carta orgánica del SPF es una ley que se sancionó durante la dictadura militar. El sistema está hecho pedazos, las cárceles no sirven para la reinserción social, hay violencia dentro de los pabellones y eso sólo puede cambiar si la discusión llega al Parlamento, y si participan de ella los familiares, las organizaciones no gubernamentales y todo el arco político”.

Mugnolo aseguró que ante esta situación “lo más fácil es echarles la culpa a los presos que se fugaron, pero acá es necesario hablar de lo que no se habla: de la corrupción en el SPF, del tráfico de estupefacientes dentro de las cárceles, de los métodos violentos de control de las cárceles que se siguen aplicando, de la falta de políticas de reinserción social. Esto es algo que tiene que entender la comunidad, porque si un preso sale peor de lo que entró, ésta es una responsabilidad del Estado y es un riesgo para toda la sociedad. Hay que cambiar el sistema carcelario en la Argentina”.

Por su parte, la abogada Claudia Cesaroni estimó que la fuga es resultado de “la oposición a los cambios de sectores del SPF”. Precisó que antes de la llegada de Hortel, los abogados del SPF eran los que asumían “la defensa corporativa de los penitenciarios imputados por malos tratos” en causas judiciales. Dio como ejemplo que “es lo mismo que al fallecido dictador (Jorge Rafael) Videla lo hubiesen defendido los abogados del Ejército”. Sostuvo que esas decisiones tomadas por el ex titular del SPF “generaron reacciones en un cuerpo militarizado y corporativo”. Por todo eso opinó que la renuncia de Hortel significa “un retroceso en un proceso que estaba produciendo algunos cambios importantes”.

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