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Sociedad|Sábado, 16 de noviembre de 2013
EN EL DIA DE LA EDUCACION TECNICA, ALUMNOS BONAERENSES EXHIBEN LOS EQUIPOS QUE ELLOS MISMOS DESARROLLARON

Las escuelas donde se diseña el futuro

Robots, una silla para sala de partos, baldosas de caucho y ladrillos de telgopor y cemento son algunos de los productos que muestran los alumnos de las técnicas. Una rama que hace una década agonizaba y hoy se recuperó por la inversión del Estado.

Por Carlos Rodríguez
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El robot diseñado por los estudiantes de electrónica de Avellaneda se mueve sin necesidad de orden manual.

Aunque están abiertas todo el año para la comunidad, ayer, en su día, las escuelas técnicas de la provincia de Buenos Aires mostraron los trabajos prácticos que realizan sus alumnos, bajo la conducción de sus profesores. Las tareas van desde el diseño de una silla para partos hasta la experimentación con robots cada vez más inteligentes, pasando por la reparación de camillas e instalaciones de las salas de guardia de hospitales públicos. También fabrican ladrillos livianos, con cemento y telgopor molido, o baldosas de caucho reciclado, antideslizantes; esos materiales son usados, por los mismos chicos, para mejorar la calidad de vida en sus escuelas, en colegios primarios de la zona o en jardines de infantes. “Lo que buscamos es que la escuela técnica vuelva a ser, o intente volver a ser, la vieja escuela técnica que todo docente espera”, afirman los directores de las escuelas de Educación Secundaria Técnica Nº 4 de Llavallol, Mario Rodríguez, y Nº 8 de Avellaneda, Gustavo Mesitti, en diálogo con Página/12, que hizo ayer una recorrida para dar a conocer una realidad que sus protagonistas consideran “una muy buena noticia”.

En la Técnica Nº 4 de Llavallol, el visitante es recibido por una maqueta de la escuela que la reproduce en cada detalle. Sus autores, Ever, Jhoselin, Alvaro, Juan, Gisella, Ariel, Laura, Ignacia y Daniel, se reparten la tarea de anfitriones. El profesor José Fridrich, nacido en Checoslovaquia y afincado en el país desde que tenía cinco años, muestra una de las obras cumbres: una silla para que las parturientas den a luz sentadas. La silla se convierte en camilla con un simple movimiento, pero antes tiene un lugar para la madre y otro, a su lado, para el bebé.

“Eso garantiza que la mamá siempre tenga a la criatura con ella, cerca, para evitar robos o cambios de bebés que suelen ocurrir luego del parto”, explica Fridrich. El prototipo de silla, ya terminado, será ahora modificado parcialmente porque las autoridades del Hospital Oñativia, de Rafael Calzada, sugirieron que fuera “un poco más ancha, para que los médicos puedan moverse con mayor facilidad, en los casos en que el parto natural tenga alguna complicación”.

Nahuel (17 años) y Maximiliano (19) invitan a Página/12 a jugar con un proyecto de robot que están perfeccionando y al que ya pueden mover hacia adelante y hacerlo retroceder o girar como un trompo. También pueden hacerlo recorrer por un circuito electrónico predeterminado, sin necesidad de ninguna orden manual. Los dos son alumnos de sexto y el año que viene finalizan su formación en la escuela. En los últimos años, según distintas encuestas, la escuela técnica recuperó el terreno que había perdido en la década del noventa. La matrícula creció más de un 60 por ciento y uno de cada dos egresados, de entre 18 y 21 años, está trabajando, mientras que seis de cada diez siguieron estudios terciarios o universitarios.

La Escuela Técnica Nº 4 de Lavallol tiene 1400 alumnos regulares y llega a los 2300 con otras carreras cortas que se desarrollan en tres turnos, mañana, tarde y noche. El 30 por ciento del alumnado está compuesto por mujeres que, en su mayoría, se anotan para la carrera de construcción, para obtener el título de maestra mayor de obra, con el propósito de seguir luego la carrera de arquitectura. Fuera de la labor educativa se realizan los “sábados patios”, para la comunidad en general, con juegos, lectura de cuentos, campeonatos de fútbol y otras actividades recreativas en el patio de la escuela.

Los chicos fabrican baldosas de caucho y otros materiales livianos (ya arreglaron la vereda de la escuela), reparan sillas de ruedas, camillas y hacen arreglos en salas de guardia de los hospitales Oñativia y Jorge, de Almirante Brown; Gandulfo y Alende, de Lomas de Zamora.

En la escuela de Avellaneda, los alumnos también realizan tareas comunitarias, como haber fabricado las medallas que se entregaron por los cincuenta años de la Escuela Especial Nº 503 de esa localidad. Fueron hechas con la fundición de aluminio reciclado, juntando latas de gaseosas o materiales desechados por algunas empresas. También hicieron herramientas de jardín para una pequeña escuela de Wilde donde unos 50 chicos estudian y se alimentan con lo que siembran y cosechan en su granja.

“Cuando les mandamos a hacer ese trabajo, algunos chicos me preguntaron qué iban a recibir a cambio”, recuerda el profesor Juan Alberto Bianchi.

“Yo les respondí que iban a recibir alguna recompensa, aunque no en dinero. Después, uno de los chicos me dijo muy emocionado que lo mejor que les había pasado fue la forma en que los miraron esos niños.” En la escuela de Avellaneda, además de los trabajos técnicos, funciona una radio escolar, desde hace dos años, promovida por el profesor Luis Quintana.

Desde hace un tiempo, los chicos vienen trabajando en un sistema de seguridad para evitar los robos de containers y para que cuenten con una señal lumínica nocturna, para evitar accidentes de tránsito. El intendente local, Jorge Ferraresi, ya se comprometió a adquirir el sistema para aplicarlo en cerca de 300 containers diseminados en el partido.

Los alumnos de otras escuelas técnicas provinciales han diseñado equipos para transportar personas con quemaduras (las levantan tomándolas por las axilas, el único sector de piel a salvo en un incendio). Esos aparatos cuestan doce mil euros en Europa. El costo local es apenas de 1500 pesos. También perfeccionaron un brazo robótico con todos los movimientos, incluyendo el de los dedos.

“La muestra de saberes, que hacemos todos los años, surgió a partir del proyecto de Evaluación Anual de Capacidades Profesionales, que empezó hace años por iniciativa de Juan Rojas, Rubén Kulha y Ricardo Rodríguez; hoy el 90 por ciento de las escuelas bonaerenses lo practica y los resultados están a la vista”, coincidieron los directores.

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