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Sociedad|Domingo, 29 de diciembre de 2013
Llegaron al país Hernán Pérez y Camila Speziale, de Greenpeace

Una vuelta feliz desde Rusia

Los dos activistas liberados por la amnistía de fin de año del gobierno ruso aterrizaron ayer en Buenos Aires y contaron su experiencia de prisión, la incertidumbre de su situación legal y el apoyo de la embajada.

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Speziale y Pérez al llegar a Ezeiza, mostrando que siguen impulsando sus causas.

“Se terminó la pesadilla, ahora solamente quiero pensar en volver a Mar del Plata para reencontrarme con mi familia y mis amigos.” Esas fueron las primeras palabras de Hernán Pérez Orsi, el activista argentino de Greenpeace que estuvo detenido en Rusia junto con su compatriota Camila Speziale y otros 28 integrantes de la organización, por haber intentado abordar, en septiembre pasado, la plataforma petrolera de la empresa Gazprom, para protestar contra la contaminación en el Artico y advertir sobre los riesgos del cambio climático. Pérez Orsi, que regresó de Rusia favorecido, como el resto de sus compañeros, por una amnistía, llegó acompañado por su esposa Margarita Malig, y por su hija Julia, de un año. “Fue una experiencia muy dura; lo más terrible fue la incertidumbre de no saber exactamente qué pasaba y qué nos iba a pasar.” Speziale, de 21 años, afirmó que fue a la expedición “por voluntad propia, nadie me dijo andá y hacé esto, yo sola tomé la decisión y no me arrepiento”.

La joven sostuvo que va a seguir “trabajando y estudiando”, pero que no piensa abandonar la pelea por lo que cree y lo que le “parece justo”. Opinó que lo ocurrido con ellos en Rusia fue “un caso político, un intento de someter la protesta, no sólo por el cambio climático, sino la protesta en general”. Dijo que ella y sus compañeros “no defendemos banderas políticas, sino lo que consideramos justo: la protección del medio ambiente y evitar el cambio climático”. Ante una pregunta, Speziale agradeció “las gestiones del cónsul argentino en Rusia, Jorge Zobenica, que todo el tiempo nos acompañó”.

Los dos argentinos, junto con otros 28 tripulantes del Arctic Sunrise, la nave de Greenpeace, pasaron desde el 19 de septiembre dos meses recluidos con prisión preventiva en las ciudades rusas de Murmansk y San Petersburgo, tras ser acusados de piratería por tratar de abordar la plataforma petrolera en el Artico.

Pérez Orsi comentó que “aunque la situación se iba flexibilizando y parecía que cambiaba para bien, no estábamos tranquilos porque éramos conscientes de que iban a tratar de marcar un ejemplo para disuadir futuras protestas, por lo que el temor estaba siempre”. Admitió que la amnistía lo tomó por sorpresa, pero de todos modos señaló que la medida “no es suficiente y estamos convencidos de que tenemos que seguir la pelea. La batalla no ha terminado. Nuestros abogados tienen instrucciones para que continúen las gestiones necesarias con el fin de que obtengamos la inocencia absoluta”.

El activista de Greenpeace recordó que en el momento de la detención estaba en contacto con su mujer por Internet porque “era el primer cumpleaños de Julia, y escuché el sonido de un helicóptero y cuando salí a cubierta vi gente armada, con la cara cubierta, vestida para combate, sin ningún tipo de identificación”.

“Nos llevaron a todos al comedor del barco y allí nos encerraron, nos sacaron los teléfonos, las computadoras y no nos dieron ninguna explicación. Recién después de cuatro o cinco horas, el capitán nos dijo que nos trasladaban a Murmansk.” Del mismo modo que Speziale, afirmó que piensa “seguir luchando” mediante la participación en “las acciones pacíficas de Greenpeace” con el objetivo de “convertir el Artico en un santuario como la Antártida”. Dijo que lo hará porque “el cambio climático está ahí, a la vuelta de la esquina”.

Los argentinos activistas de Greenpeace llegaron a Ezeiza a las 9.13 en el vuelo 394 de Air France que había partido el viernes por la noche desde París, donde hicieron una escala de cinco horas, tras llegar procedentes de San Petersburgo. En Ezeiza fueron recibidos por el padre de Camila, Néstor Speziale; su madre, Paula Boscaroli; y los hermanitos, Abril, de 5 años, Juan Martín, de 4, Tomás, de 18, y Valentina, de 13, en medio de un mar de camisetas verdes y blancas con la inscripción de Greenpeace.

Luego de pasar dos meses en prisión, el Comité de Instrucción ruso modificó la acusación por otra más leve de vandalismo, tras lo cual los tripulantes del Arctic Sunrise pudieron salir en libertad bajo fianza. Finalmente, el presidente ruso, Vladimir Putin, les concedió la amnistía general que puso fin a la causa judicial. Mientras se retiraba, en medio de una multitud de adherentes a Greenpeace, familiares, amigos y periodistas, Pérez Orsi insistió en que pasaron “momentos de angustia, de miedo, de incertidumbre”. Está convencido de que los utilizaron “de chivo expiatorio”. Sostuvo que lograron “sacar fortaleza frente a esta situación con el amor de la gente, los amigos y la familia”. También reconoció que la embajada argentina en Rusia “estuvo con nosotros todo el tiempo, hasta el último día”, al punto de que el cónsul “inclusive nos acompañó al aeropuerto y nos ayudó con los trámites para que hiciéramos el viaje”.

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