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Sociedad|Miércoles, 16 de abril de 2014
Opinión

El proceso de estigmatización

Por Marcelo Arias *

Hay cierto esquema interlocutivo que preside el discurso periodístico en el marco de la televisión comercial. Ese esquema podría graficarse mediante la siguiente secuencia: “De Nosotros para Ustedes sobre Ellos”. Esto es: hay un Nosotros que emite, por ejemplo, la noticia televisiva (el periodista, digamos); hay un Ustedes al que la noticia se dirige (“los vecinos”, “la gente” o cualquiera de esas frecuentes muestras de vaguedad nominal que, en todo caso, confluyen alrededor de la clase media), y, por último, hay un conflictivo Ellos, prototípico referente sobre el cual se asienta, en particular, la noticia policial.

Destaquemos que la construcción mediática de la figura de Ellos se organiza a partir de un vigoroso proceso de estigmatización. De hecho, tres rasgos muy específicos suelen caracterizar la percepción que se tiene de Ellos: son jóvenes, son pobres, son morochos. Observemos que, elocuentemente, el delito juvenil ocupa un destacado lugar en el ranking de preocupaciones que asuelan el buen funcionamiento social. En segundo lugar, los medios privados alientan a diario la muy simplista presunción de que la marginalidad que impone la pobreza conduce, irremisiblemente, a la marginalidad del delito. Por último, la escasamente verbalizada consideración del color de la piel asiduamente es utilizada por el discurso periodístico como signo congénito de notable alcance estigmatizante.

Estos fenómenos, a los que nos hemos referido en un trabajo de reciente aparición (La noticia televisiva: resplandor de un discurso inquietante), conviven en la televisión argentina con la presunta necesidad profesional de espectacularizar incluso los formatos no ficcionales. De tal modo, en el ámbito de la televisión comercial, muchas veces resulta atrayente, para el periodismo, proponer que cede la palabra a Ellos.

Adviértase que este operativo discursivo no se practica sino desde la necesaria conservación del estereotipo creado. Como sea, Ellos siempre deben resultar temibles, irreverentes, irrecuperables. Ellos “atentan contra la sociedad”, expresión mediante la cual se los sitúa en una tranquilizadora exterioridad; de tal modo se insinúa que la vida social se ve afectada en su funcionamiento por la injerencia nociva de elementos que le son ajenos. Esto es, si se afirma que “atentan contra la sociedad”, pues entonces se está presuponiendo que no la integran.

Diríase que, para el discurso hegemónico de la prensa comercial, lo importante es mantener esa figura. Fuera de ello, parece que resultara irrelevante luego si su representación está siendo escenificada o si a la salida de un estudio televisivo los está esperando –nada ficticia– la policía.

* Licenciado en Letras (UBA) y Magister en Ciencias Sociales (UNQ), docente de Análisis del Discurso y de Semiología (UNLZ), de Introducción a la Comunicación (UNM) y de Lingüística (UBA).

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