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Sociedad|Martes, 2 de septiembre de 2003
HOMBRES DE TODO EL PAIS SE OPERAN EN VILLA REGINA

La capital de la vasectomía

Buscando la esterilización quirúrgica que está legalizada en Río Negro, hombres de otras provincias ya están viajando hasta allí para someterse a la operación. Testimonios de pacientes.

Por Mariana Carbajal
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El médico Mario Mas, que impulsó la legalización con Pedro Guerra, no da abasto con los pedidos.
La localidad rionegrina de Villa Regina se está convirtiendo en la capital argentina de la vasectomía. Varones de distintos puntos del país están viajando hasta allí para que les practiquen esa operación de esterilización quirúrgica prohibida en el resto de las provincias y que en el hospital de Villa Regina un equipo médico realiza sin obstáculos. Rubén Odello, un mozo de La Plata, de 37 años, recorrió 1200 kilómetros para someterse a la intervención. Fue uno de los primeros foráneos que llegó al hospital local. Eduardo Gómez, empleado de un lavadero de autos de la ciudad de Mendoza, fue el último: el jueves de la semana pasada viajó 15 horas en micro y se operó el sábado.
Río Negro fue la primera provincia argentina que convirtió a la vasectomía y a la ligadura de trompas de Falopio en métodos anticonceptivos legales. Pero –según confiaron varios médicos– no todos los hospitales públicos las están practicando. En cambio, en el de Villa Regina, donde se gestó la batalla legal que derivó en la modificación de legal, el tocoginecólogo Mario Mas y el urólogo Pedro Guerra no dan abasto con los pedidos. En dos años, en esta pequeña localidad frutihortícola de 33 mil habitantes, ubicada a 500 kilómetros al norte de Bariloche, se operaron cerca de una veintena de varones: varios de la zona, pero otros de localidades vecinas como General Roca, Cipolletti y Valle Medio, e incluso de otras provincias.
¿Por qué siempre ellas?
Nardo Diez llegó desde la ciudad de Neuquén, a unos 80 kilómetros de Villa Regina. Se operó hace cuatro meses. Ex técnico de la firma Olivetti, fue secretario de Obras Públicas de la localidad de Allen y desde hace un par de años está desocupado. “Tengo una hija de 21 años de un matrimonio anterior y mi actual mujer, con quien estoy hace ocho años, tiene dos hijos adolescentes; no queremos tener más chicos. Ella estuvo al borde de la muerte por un embarazo ectópico y las pastillas anticonceptivas no le hacen bien. Además, ¿por qué la mujer es la que siempre tiene que sufrir? Lleva el embarazo, tiene el parto, se debe cuidar para no quedar embarazada... Ahí me enteré de que me podía hacer una vasectomía. Hasta ese momento era un ignorante total del tema como muchos hombres. Entonces empecé a buscar un hospital que me la hiciera, pero me decían que no, que era imposible, que estaba prohibido”, contó a Página/12. Nardo llegó a reclamar al Instituto de Seguridad Social de Neuquén (la obra social provincial que tiene a través de su esposa) que le cubriera la intervención en el sector privado: “El auditor médico me dijo que no estaba en el vademécum y me sugirió que le pidiera a un urólogo que truchara el diagnóstico, pero, ¿cómo lo voy a truchar?”.
Nardo se presentó entonces en la Defensoría del Pueblo de Neuquén. “Pero la vía administrativa tampoco dio resultado”, señaló. Finalmente, se enteró por una nota periodística de que en Villa Regina la estaban haciendo sin inconvenientes. Se contactó con el hospital y viajó hacia allí para operarse. “Por suerte lo encontré a Mas”, aseguró. La Legislatura de Neuquén legalizó hace dos meses la contracepción quirúrgica, pero la norma todavía no fue reglamentada y, por esa razón, aún no entró en vigencia.
Una tranquilidad
Rubén Odello recorrió 1200 kilómetros, desde la ciudad de La Plata. Viajó durante casi veinte horas para someterse a una operación que dura apenas 15 minutos. Está muy satisfecho con la intervención. Y su esposa también. “Es una tranquilidad”, comenta Patricia, de 39. Tienen dos hijas, de 16 y 12 años. Decidieron optar por la vasectomía cuando dos años atrás ella quedó embarazada –y luego sufrió un aborto espontáneo–, a pesar de tener colocado un DIU. “Fui a dos hospitales de La Plata y al de Gonnet, y en todos me dijeron que no podían hacerme la operación”, recordó. Rubén esmozo de la gobernación bonaerense y en aquel momento atendía las reuniones de gabinete. Así que se animó a reclamarle la operación al entonces ministro de Salud, Juan José Mussi, que lo sacó corriendo. Se enteró de lo que estaba sucediendo en el hospital de Villa Regina a través de un noticiero de televisión. “No me puedo sacar la indignación de haber tenido que viajar 1200 kilómetros porque en La Plata nadie me la quería hacer. Tendría que ser ley nacional”, opinó.
Que lo cargaran sus compañeros en el trabajo con comentarios machistas por hacerse una vasectomía nunca lo amilanó. Es más, no se cansa de recomendar la intervención. “No te afecta para nada en la vida sexual y estás mucho más tranquilo”, destacó.
Eduardo Gómez, por el momento, es el último de los varones que llegaron a Villa Regina en busca de una vasectomía. Lo operó Mas el sábado, pero no en el hospital local, porque allí tienen prioridad los rionegrinos y hay lista de espera, sino en una clínica privada, con la ayuda económica de la Asociación Patagónica de Apoyos Sociales que el mismo médico creó con otros colegas para financiar los gastos de la cirugía a hombres de escasos recursos.
Eduardo, un lavacoches de 43 años, viajó 14 horas en micro desde la ciudad de Neuquén. Su esposa, María de las Mercedes Rodríguez, de 33 años, le pidió que se hiciera la vasectomía. “Al principio yo no estaba convencido. Soy un poco machista y no sabía demasiado de la operación”, reconoció. Tienen una hija de 5 años, por problemas de salud no es conveniente que María quede embarazada y la mujer tiene dificultades para cuidarse con otros métodos anticonceptivos.
También Eduardo intentó operarse, sin éxito, en Mendoza. “Fuimos a médicos particulares, pero nos pedían 500 pesos y no estamos en condiciones de pagarlos.” Al ir a Villa Regina, sólo tuvo que desembolsar el pasaje en ómnibus. “Hasta me dieron alojamiento”, señaló.
El tocoginecólogo Mario Mas es el gran artífice de semejante fenómeno. Primero luchó por la ligadura de trompas para decenas de mujeres pobres con proles numerosas que se acercaban al hospital pidiendo auxilio para no tener más hijos. Abrió un registro y se inscribieron 70 en pocas semanas. Fue la semilla que derivó en la sanción de la ley provincial que habilitó en el 2001 la anticoncepción quirúrgica. Ahora, Mas está abocado a difundir los alcances de la vasectomía. “Creo que la cantidad de hombres que operamos está dada por el trabajo que hacemos en educación. Cuando vienen las mujeres a las charlas sobre anticoncepción, les informamos sobre todos los métodos y cuando piden la ligadura, les proponemos que vengan con sus esposos. En la entrevista que tienen con el psicólogo y la asistente social, a partir de la información que reciben, muchas parejas cambian de idea y deciden que se opere el hombre. Lo que estamos haciendo con las ONG es permitir a la gente de otros lugares que no tiene recursos que puedan hacerse una vasectomía y que el dinero no sea un escollo”, explicó Mas.

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