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Sociedad|Martes, 28 de octubre de 2014
En Neuquén, un cabo con antecedentes de violencia familiar

Una toma de rehenes a manos de un policía

En Neuquén, un cabo de la policía provincial entró en una oficina municipal donde trabaja su novia, embarazada de doce semanas, realizó cuatro disparos al aire con su arma reglamentaria y luego mantuvo rehenes durante más de cuatro horas, hasta que se entregó y quedó a disposición de la Justicia. El oficial Sebastián Riquelme, de 33 años, los últimos diez de ellos en actividad en la fuerza, tenía antecedentes por violencia familiar con una pareja anterior, los mismos por los cuales, tiempo antes, la policía le había retirado el arma y lo había sometido a un tratamiento. “Se inició un proceso judicial, a cargo de Pablo Vignaroli, fiscal jefe de la jurisdicción de Neuquén capital. Paralelamente, se sustancia una causa administrativa interna dentro de la fuerza policial, que ya ha sido ordenada. En cuanto depuso su actitud, el cabo fue trasladado a un centro asistencial para ser evaluado por profesionales psiquiátricos; de esa evaluación depende lo que decida la Justicia”, explicó a este diario el subsecretario de Seguridad neuquino, Gustavo Pereyra.

Poco después de las 8.30, el cabo Riquelme entró en la oficina de renovación del registro de conducir, ubicada en el barrio Provincias Unidas, a unas 20 cuadras del centro de la ciudad, y donde trabaja su actual pareja, Carla Tamburri. En el lugar había once personas, cuatro de ellas empleadas. Al ingresar, Riquelme realizó cuatro disparos al aire tras lo cual, contó uno de los testigos, “nos dijo que salgamos”, aunque a continuación no permitiera abandonar el lugar a todos. El cabo, explicó el subsecretario Pereyra, “está en actividad pero se encontraba a esa hora en franco de servicio. Habría concurrido al lugar para hablar con su actual pareja. Y es importante destacar que jamás manifestó la intención de causar daño físico a ninguno de los rehenes”.

Alertada por los vecinos, la policía dispuso un vallado con 35 efectivos para asegurar el perímetro, mientras un equipo de mediadores, médicos, psiquiatras y psicólogos de la fuerza trataban con Riquelme para convencerlo de que liberara a las personas que mantenía dentro. El subsecretario Pereyra informó que el cabo Riquelme “no hizo reclamos, jamás manifestó que esas personas fueran rehenes a fines de algo, pero no los dejaba salir. Desde el punto de vista objetivo, todo lo dicho por él tiene que ver con su situación familiar. Tiene cierta dificultad para ver a sus hijos y todo esto hizo que se desborde”.

De acuerdo con fuentes policiales, la novia del cabo fue una de las primeras personas liberadas, y fue trasladada en ambulancia hasta un centro de salud. Poco después, solicitó volver, y entró en la oficina para hablar con Riquelme, aunque luego se retiró sin haberlo convencido de poner fin a la toma de rehenes.

El subsecretario Pereyra explicó que “con el correr del tiempo y el trabajo de los profesionales, fue liberando rehenes, hasta la totalidad de los que mantenía. Después, se logró que depusiera su actitud, entregara su arma y se entregara”. Poco antes de las 13, el cabo Riquelme había dejado salir a todos los rehenes y se había entregado.

El cabo reviste en la Comisaría 4ª de la capital provincial, y realiza trabajos adicionales en la misma dependencia municipal en la que mantuvo retenidas a once personas.

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