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Sociedad|Martes, 7 de abril de 2015
Un equipo de científicos argentinos reveló el genoma de tres hermanitos con autismo

Mutación genética con detección local

Los investigadores descubrieron una mutación en un gen denominado Shank3, que se vincula con la conectividad entre neuronas y que está presente en algunos casos de autismo. El estudio se hizo en tres hermanitos que padecían la enfermedad.

Por Pedro Lipcovich
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Marcelo Kauffman, titular del Consultorio de Neurogenética del Hospital Ramos Mejía, lideró el trabajo.

Un equipo de investigadores argentinos reveló una mutación genética que se halla presente en ciertos casos de autismo. Para hacerlo, secuenciaron y decodificaron, por primera vez en el país, el genoma completo de tres pacientes: se trató de tres hermanitos que, además de padecer trastornos del espectro autista, tenían retraso intelectual y uno de ellos epilepsia. En este tipo de casos –presencia de varios afectados en la familia y concurrencia de varios trastornos–, el factor genético suele ser más importante o más factible de discernir que en otros casos de autismo. Los investigadores descubrieron una mutación en un gen denominado Shank3, que se vincula con la conectividad entre neuronas. Este y otros estudios similares “podrían dar lugar al desarrollo de nuevos fármacos”, según uno de los investigadores. El pasado 2 de abril –Día Mundial de Concientización sobre el Autismo– las Naciones Unidas advirtieron que “la estigmatización y discriminación de estos pacientes o de sus familias siguen siendo obstáculos importantes”.

El trabajo fue publicado en la revista científica Plos One: señala que “la genómica clínica promete ser especialmente apropiada para el estudio de condiciones como los trastornos del espectro autista (TEA)”, y precisa que “hemos identificado una familia en las que tres hermanos presentan TEA sin causa identificada. Efectuamos secuenciación completa del genoma en los tres, utilizando análisis bioinformático. Los tres hermanos, varones, presentaban un síndrome caracterizado por discapacidad intelectual severa, ausencia de lenguaje, síntomas del espectro autista y epilepsia”. Observan que “los trastornos del espectro autista (TEA) son frecuente causa de discapacidad temprana. Se caracterizan por dificultades en la interacción social y la comunicación, así como por conductas repetitivas y restringidas. Los TEA son etiológicamente heterogéneos, con cientos de alteraciones genéticas involucradas”. Entre ellas, la que concierne al Shank3 fue identificada “en aproximadamente el 0,5 por ciento de las personas con TEA. Sin embargo, pocos casos de TEA familiar causado por mutaciones en el Shank3 habían sido identificados”.

Marcelo Kauffman –titular del Consultorio de Neurogenética del Hospital Ramos Mejía, quien lideró el trabajo junto con Adrián Turjanski y Martín Vázquez, todos investigadores del Conicet– empezó por advertir que “sería un error extrapolar los resultados a la población global de personas con autismo. La investigación se efectuó en una familia donde tres de los hijos, además de TEA, tenían otros síntomas, como el retraso mental severo, y esto sucede en una proporción reducida de los casos de autismo: en la mayor parte, sólo un miembro de la familia padece el trastorno. Cuando hay dos o más hermanos afectados, se trata de familias con alto riesgo de recurrencia, y en éstas el factor genético tiene mayor peso”.

En todos los casos, observó Kauffman, “a diferencia de otras enfermedades, donde una única alteración en un único gen es necesaria y suficiente para que se presente la sintomatología, en el autismo pueden intervenir distintos factores genéticos, y no son suficientes, sino que en la mayoría de los casos intervienen factores ambientales, incluyendo la historia y condiciones de vida de la persona; en esto, el autismo se parece a trastornos como la hipertensión arterial o la diabetes. Buscar el factor genético en casos individuales sólo tiene sentido en casos como el del estudio, de familias con alto riesgo de recurrencia”.

Los científicos secuenciaron en forma completa el genoma de cada uno de los tres hermanitos afectados. Fue la primera vez en la Argentina que se efectuó este procedimiento. “Trabajamos sobre una lista de unos 180 genes ‘candidatos’, de los que se sabe que, cuando tienen alteraciones, pueden estar implicados en la causa del autismo”, contó Kauffman. El candidato ganador fue el Shank3. Kauffman subrayó que el trabajo “se hizo con tecnología y recursos humanos locales. Antes de este trabajo no se habían realizado secuencias completas de genomas humanos en la Argentina, y fue posible gracias a dos plataformas tecnológicas instaladas con financiación del Ministerio de Ciencia y Tecnología”.

El hallazgo podría tener repercusiones clínicas: “Los defectos en el gen Shank3 alteran la conectividad de las neuronas: un eventual fármaco que mejorara esas alteraciones podría formar parte de un tratamiento para estos trastornos. Y en cualquier caso, aun mientras no haya una cura, constatamos que identificar una explicación para el trastorno de su hijo libera a los padres de una gran carga de angustia, la misma que los llevó a peregrinar durante años por consultorios tratando de saber qué les pasaba a sus hijos”, señaló Kauffman.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) puntualiza que “el autismo es una discapacidad permanente del desarrollo que se manifiesta en los tres primeros años de vida y se deriva de un trastorno neurológico que afecta el funcionamiento del cerebro y que se caracteriza por deficiencias en la interacción social, problemas en la comunicación verbal y no verbal y patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos y repetitivos”.

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