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Sociedad|Martes, 7 de abril de 2015
La fracturaron a patadas y la comisaría no recibió la denuncia

Doble violencia de género

En San Luis, un hombre fracturó a patadas a su pareja trans. Cuando sus familiares fueron a realizar la denuncia a la comisaría 23ª de la capital puntana, no se la quisieron tomar con el argumento de que se trataba de “problemas de pareja”.

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La comisaría 23ª de la capital puntana.

Una mujer trans fue brutalmente golpeada por su pareja en la ciudad de San Luis y se encuentra internada en el policlínico local con múltiples fracturas de piernas y caderas. El caso de violencia de género tiene la particularidad de haber contado, además, con complicidad institucional: en el momento en que los familiares de la víctima se presentaron a realizar la denuncia a la comisaría, la policía la desestimó con el argumento de que se trataba de problemas de pareja. Recién la tomó cuando la madrastra de la víctima contactó a un cuñado integrante de las fuerzas de seguridad. El agresor fue detenido por averiguación de antecedentes y luego puesto en libertad.

La filial San Luis de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero (Attta) denunció y pidió urgentemente la intervención de la Justicia provincial ante el ataque que sufrió Yésica Bustos, de 38 años. En la noche del jueves pasado, Bustos fue golpeada por su pareja en el barrio Estrella del Sur, ubicado en la zona sur de la capital puntana.

Gema Rosales, titular de la organización social en la provincia, afirmó a este diario que la víctima era sometida por un hombre de aproximadamente 40 años, de apellido Muñoz, quien “la maltrataba física y psicológicamente”. La pareja se encuentra en situación de calle y, al momento de la agresión, vivía en una casa abandonada.

La golpiza se dio en plena vía pública y fue detenida por unos jóvenes que pasaban por el lugar. Inmediatamente, Bustos fue internada en el hospital local con fracturas de piernas y cadera. Según comentó Rosales, no era la primera vez que sufría maltratos por parte de su pareja, con la que convivía desde hace un par de meses. “El era totalmente consciente de sus actos, estaba en sus cabales”, remarcó Rosales.

Además, indicó que la víctima siempre se encontró “en una condición totalmente de abandono y de situación de calle, jamás supo qué es tener un techo propio. No cuenta con ingresos económicos y mucho menos sabe lo que es tener las comodidades materiales básicas que cualquier persona debe tener”.

La dirigente destacó que la víctima “sufre de un retroceso madurativo por la violencia y abuso sufrido a lo largo de su vida, no puede dimensionar la gran violencia a la que fue sometida”. “Yésica estuvo sometida sistemáticamente a violaciones, brutales golpizas y hechos terribles como que la quemen con agua hirviendo”, explicó.

Rosales relató que, cuando familiares de Yésica se dirigieron a la comisaría 23ª al día siguiente a realizar la denuncia, en la dependencia se negaron a tomarla. “Como sucede casi siempre en los casos de violencia de género, en un primer momento, la policía no quiso tomar la denuncia. Decían que se trataba de problemas de pareja, que para qué íbamos a perder el tiempo, que teníamos que ir a un juzgado. A la madrastra terminaron aceptándole sólo una exposición.”

El último domingo, la madrastra contactó a un cuñado policía y pudieron radicar la denuncia en la misma comisaría. “El agresor fue detenido por la policía local por averiguación de antecedentes y puesto luego en libertad”, destacó. El reclamo inmediato es que se lo vuelva a detener y se le imponga una orden de restricción.

Conocido el hecho, el programa Mujer y Comunidad del Ministerio de Inclusión Social de la provincia puso a disposición contención psicológica y judicial a la víctima. Rosales subrayó que “también se encuentra trabajando para poder garantizar seguridad y una buena calidad de vida a nuestra compañera”.

“Ella está totalmente atemorizada. No habla mucho, llora. Queremos que se haga justicia y se pueda poner un freno a estos casos de violencia de género por odio. Nuestro promedio de vida es de 35 a 40 años y no tenemos tiempo para promesas, exigimos nuestros derechos ahora.”

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