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Sociedad|Jueves, 18 de junio de 2015
Una experiencia popular que creó otra forma de trabajo

Economía solidaria como opción política

Por Walter Isaía * y Mauro Limas **

Se pueden conseguir tomates de Cuyo, queso de cabra del norte o dulces del Sur haciendo un pedido desde una computadora y recibir a domicilio productos agroecológicos y sanos elaborados por grupos de productores de diferentes partes del país. Puente del Sur es una organización popular surgida en 2003 de un grupo de trabajadores desocupados y militantes sociales que decidió establecerse para distribuir productos de organizaciones sociales y pequeños productores a personas y grupos que hacen una opción política y social del consumo.

Este colectivo tiene como objetivos crear puestos de trabajo dignos en la tarea de distribución y hacer viables las iniciativas de producción de otras organizaciones, cooperativas y pequeños productores que hoy encuentran en Puente del Sur a un aliado en la cadena de producción y distribución de la economía solidaria.

Aumentar la escala

“El desafío inicial fue pensarse como distribuidora en el marco de la economía popular y solidaria. Trabajamos distribuyendo productos para satisfacer necesidades”, cuenta Florencia, una de las fundadoras. “Los primeros pasos de Puente del Sur fueron los de un grupo de militantes sociales que trabajaban con movimientos de desocupados. Muchas veces en los emprendimientos productivos aparecía el cuello de botella de la comercialización. Entonces fuimos a construir nuestro propio trabajo en la tarea de distribución de esos productos”, comenta Florencia.

Las primeras producciones eran del barrio, luego se fueron conectando con productores de otros lugares y con el tiempo pensaron en una alternativa de trabajo autogestivo. La idea fue creciendo y el desafío pasó a ser el vínculo. Distribuir productos de una determinada manera, estableciendo criterios de trabajo y acuerdos políticos sobre “qué queremos que pase con esto”.

Desde Puente del Sur hay una mirada puesta en las formas de producción y las relaciones de trabajo que se dan en los diferentes emprendimientos y organizaciones que participan de la red: trabajo autogestionado, sin explotación y con cuidado del medio ambiente. La densidad territorial de la propuesta se fue dando por vínculos entre los mismos productores y los consumidores. “Es como darse la mano. Desde esta mirada distribuir nos da la posibilidad de dar acceso y vínculo a consumidores y productores”, señala Liliana, miembro de Puente del Sur.

Según los miembros de la cooperativa, los consumidores los eligen por distintos motivos, pero son conscientes de que están realizando una opción de compra distinta a la del mercado tradicional. “Desde ahí construimos en red. Es una perspectiva donde el consumidor es parte de esa red. No pensamos en conseguir ventas sino en vincularnos con consumidores que quieran no solamente el precio o la calidad, sino que saben que detrás del proceso de producción hay gente de trabajo, de esfuerzo y que se organiza y autogestiona su producción. Es pensar una comunidad donde garanticemos la producción y el consumo y generar continuidades”, agrega Florencia.

Oferta ampliada

Las producciones son muy variadas. Hay yerba, aromáticas, vinos artesanales, panificados, grisines, dulces, mermeladas, golosinas, pastas, harinas, semillas, aceites, tomates, quesos, deshidratados, artículos de limpieza, textiles, artículos de librería, CD, DVD, revistas y libros. Los productos son elaborados por organizaciones que van desde el Movimiento Nacional Campesino Indígena y fábricas recuperadas como Grissinopoli, hasta cooperativas y grupos asociativos más pequeños. Esto que le da una gran riqueza a la experiencia también complejiza el trabajo, ya que todo se acuerda con cada productor. Hay un diálogo sobre el producto y las formas de producción con las que Puente del Sur acuerda, optando por productores que eligen el trabajo asociativo y autogestivo, “trabajo sin patrón y colectivo”. “La idea es que todos nos beneficiemos, que lo que se consume sea bueno, sano, que se respeten los procesos de la naturaleza, de trabajo y que sean saludables para el consumidor”, reconocen desde la organización.

Los productos se adquieren contactándose con Puente del Sur, que envía un mail con el listado de productos cada mes. Se responde ese correo con los productos seleccionados y el consumidor los recibe en su domicilio, habiendo pactado previamente el horario de entrega durante el día en que está planificado el recorrido en ese territorio. La cooperativa distribuye los productos de martes a sábado en Capital y en el conurbano hasta La Plata, hacia el sur; Luján al oeste y Tigre al norte. Además de las compras individuales, también se hacen entregas colectivas, mayormente en lugares de trabajo.

El precio se construye con el valor de todos los costos directos e indirectos asociados; sobre eso, un porcentaje que garantiza pagar gastos y cobrar salarios. No trabajan con la idea de ganancia. Cuando hay excedente, se decide en asamblea orientarlo a la incorporación de un nuevo producto o a una mejora de infraestructura.

Transmitir valores

“Los valores que se transmiten en la organización tienen que estar acompañados por los momentos políticos para que crezca el proyecto. Hay discursos que se imponen y quizás esos valores quedan más ocultos o más a la vista. Hoy hay más apertura a entender la economía solidaria, a pensar la autogestión como una salida laboral genuina y sustentable”, admite Florencia.

Los doce miembros de Puente del Sur construyeron su ingreso colectivamente. Hoy cobran salario, vacaciones, aguinaldo, licencias por embarazo y por enfermedad. Además del trabajo de distribución, desde el año pasado están participando también de un proyecto de almacén autogestivo en la Universidad de Quilmes, pero reconocen que les queda mucho por hacer en la vinculación en el territorio para pensar estrategias en conjunto.

“Me gustaría que experiencias como la nuestra, de economía popular y solidaria, se multipliquen. Que todos los actores vayamos aportando herramientas en un sentido colectivo, creando lazos y abriendo cabezas”, culmina Liliana.

* Comunicador social, periodista.

** Comunicador social. Profesor de la Tecnicatura en Economía Social y Solidaria (UNQ).

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