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Sociedad|Martes, 15 de septiembre de 2015
Entrevista a Luciana Lagunes, directora de Cimac, una de las primeras agencias de noticias de género

“Se habla de feminicidio sin entender”

Periodista mexicana, directora de Cimac, sostiene que uno de los desafíos actuales es que en todos los medios se habla de feminicidio, pero pocos saben de qué están hablando. La persecución y violencia contra las mujeres. La impunidad para cometer crímenes.

Por Sonia Santoro
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Luciana Lagunes sostiene que la violencia de género se utiliza contra la libertad de expresión de las periodistas.

“La violencia de género se ha vuelto un instrumento para atentar contra la libertad de expresión de las periodistas.” Eso dice Lucía Lagunes Huerta, directora una de las más antiguas agencia de noticias de género del continente: Cimac Noticias. Pero va más allá del periodismo. Dice también: “Cualquier territorio violento se vuelve un enorme campo de posibilidad para incrementar la violencia hacia las mujeres”.

Lagunes es, según su perfil de Twitter, “periodista apasionada, feminista, defensora de derechos humanos”. Y a pesar de todo “amante de la vida y la risa”. Más formalmente es directora del Centro de Comunicación e Información Cimac y co-coordinadora de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.

De paso por Buenos Aires, dialogó con Página/12 sobre la vida y el ejercicio del periodismo en su país: México.

–¿Cómo se vincula la violencia generalizada con los femicidios en México?

–Cualquier territorio violento se vuelve un enorme campo de posibilidad para incrementar la violencia hacia las mujeres. Cualquier conflicto armado incrementa la violencia contra las mujeres. Eso por supuesto lo venimos documentando las organizaciones desde que empezó esta llamada de guerra contra el crimen organizado que da (Felipe) Calderón (presidente de México entre 2006 y 2012). Y en 2012 se hicieron varios informes de esta situación para llevar a las expertas de la Comisión contra todas formas de discriminación de la Cedaw (Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer) en Nueva York. Porque hay entidades como Monterrey, como Veracruz, el estado de México, Michoacán, Chihuahua por supuesto, que se han vuelto lugares muy complicados en términos de crimen que potenció la desaparición de mujeres, ese es un gran fenómeno, no sabemos qué pasa con ellas: podemos suponer que están en redes de trata o que son asesinadas. Pero como no hay un seguimiento de los casos, tenemos como registros muy generales.

–¿Hay siete femicidios por día en México?

–Es un dato que surge de ONUMujeres junto con el Observatorio Nacional del Feminicidio, de un estudio que se hizo a partir de pedir información a las procuradurías, sobre los delitos de homicidios violentos –así se les llamaba–, y ese es el promedio que te da.

–Una nota de Cimac decía que el presidente Enrique Peña Nieto no tiene políticas específicas para el tema.

–No tiene una política nacional. Como somos entidades federativas autónomas cada entidad está haciendo lo que considera pero no hay una política nacional para por un lado sancionar a quienes están asesinando a las mujeres y por otro lado para hacer una prevención, fomentar la igualdad. Lo que está haciendo ahora a partir de la presión que se ha hecho desde las feministas es que emitió el alerta de género en el Estado de México.

–¿Qué es el alerta de género?

–Es un mecanismo que se crea dentro de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencias. Es una acción preventiva de urgencia que puede ser solicitada por cualquier organización civil o persona cuando hay violencia extrema hacia las mujeres. Implica que hay un sistema donde están todas las autoridades de las 32 entidades federativas del país que recibe el alerta, la petición: en tal lugar está pasando tal cosa. Y si se sustenta qué está pasando y por qué lo solicita, este espacio tiene que analizar si el alerta de género va. El alerta implica una investigación a profundidad de la zona que pueda decir qué está pasando y qué hay que hacer. Sin embargo desde que se creó la ley en 2007 se habían solicitado alertas de género y no habían decidido ninguna. Y ahora se dio el alerta de género en el Estado de México, pero no en toda la entidad, sino en ciertos municipios. El Estado de México tiene 132 municipios y solo 11 van a ser revisados. Entonces, esto no deja ver una mirada más global.

–¿Qué pasa con las mujeres periodistas en este contexto?

–En este clima de violencia estamos teniendo enormes dificultades para ejercer. De acuerdo al registro que tenemos en Cimac hasta el primer semestre de 2015 teníamos documentados 535 casos de mujeres periodistas que habían sido violentadas por su trabajo profesional.

–¿Vinculado con temas de género?

–En general. La violencia de género se ha vuelto un instrumento para atentar contra la libertad de expresión de las periodistas. Los temas que estaban investigando son: corrupción, derechos humanos, feminicidios. Son los temas fundamentales por los cuales fueron amenazadas o asesinadas: tenemos 15 casos de feminicidios de compañeras, tenemos 2 compañeras desaparecidas y diferentes tipos de violencias.

–También hay varones periodistas perseguidos. ¿Hay una particularidad en las mujeres?

–La particularidad es que ellas son estigmatizadas una vez que denuncian. Sobre ellas pesa que están exagerando o que realmente no tiene que ver con su trabajo profesional sino con una relación personal de algún tipo. Eso desanima a denunciar, a decir que son violentadas, les cuesta más trabajo reconocer que están teniendo señales de violencias y las deja en más vulnerabilidad. Cuando denuncian hay una persecución de su vida personal y el estigma que coloca es que tienen una relación con no sé quién... incluso los propios compañeros se alejan de dar apoyo. Es mucho más difícil que salgan pronunciamientos por compañeras mujeres.

–¿Cómo juega en esos casos la precarización laboral que sufre el periodismo?

–Hicimos un estudio en 2008. De acuerdo con ese estudio el promedio de ingreso del periodista mexicano está en 300 dólares, hombres y mujeres. Para lograr esos 300 dólares se trabaja en tres lugares distintos, 16 o 17 horas al día con un día de descanso. ¿Qué pasa con las mujeres periodistas? No suelen tener casa propia, se quedan a vivir en la casa de la madre, son madres en su mayoría solas a cargo de sus hijas e hijos y de algún familiar enfermo. Eso las limita muchísimo en términos de ingresos. La gran mayoría no tiene acceso a seguridad pública. En caso de los compañeros no: están casados, tienen alguien que atiende el hogar y ellos se dedican solo a trabajar. Eso significa una situación de desgaste de las compañeras, físico, emocional, y condiciones de desigualdad profunda.

–¿Qué cambió desde la masacre de los 43 estudiantes?

–Es muy grave. Dejó expuesto el grado de violencia que se está viviendo pero también la complicidad del estado mexicano con esa violencia, porque aún cuando se realizaron investigaciones el informe que dio el estado mexicano no convenció a nadie. En la población esto tiene dos efectos. Una, indignación por supuesto. Pero de la conmoción a la organización social hay una enorme brecha. Sí, salió mucha gente; sí, se está preparando una marcha multitudinaria para el 26 de septiembre pero el estado mexicano no está teniendo una presión internacional.

–Y siguen llegando noticias de un estado cómplice o participe de delitos. ¿Cómo se vive con eso?

–Uno va desarrollando estrategias. Creo que el gran tema es cómo logramos restablecer el estado de derecho, como logramos hacer que la justicia funcione. México es una entidad con un enorme estado de impunidad, las estadísticas oficiales revelan que de cualquier delito que ocurre en el país, el 98 por ciento está impune. Estamos hablando de que se ha naturalizado la impunidad. De que la gente no quiere denunciar porque no le ve razón porque no se hace justicia, de que estamos acostumbrados como población a que es así. ¿Cómo rompemos eso? Hay lugares donde realmente no puede entrar nadie, tampoco puede salir. La población vive en una especie de campo de sitio porque salir de la entidad no es tan sencillo.

–¿Por qué?

–Bueno, porque está el crimen, te puede pasar cualquier cosa. Vas disminuyendo tu movilidad. La propia ciudad de México, ahora con el asesinato de (los periodistas) Rubén (Espinosa) y de Nadia (Vera Pérez), que son recientes, rompe esa burbuja que tenía de que era un estado seguro, donde muchos periodistas podían refugiarse. Y nos vuelve a colocar en un estado de vulnerabilidad.

–¿Qué rol están cumpliendo las empresas periodísticas?

–Tienen un juego por lo menos perverso. Sin dudas no es fácil tener un medio periodístico en México. Hay una docilidad hacia el poder impresionante. Porque si no eres dócil puedes perder lo que tienes y eso seguramente les da muchísimo miedo a algunos. Y otros se han acostumbrado a ser parte de este juego porque te da dádivas, a través de la publicidad, de facilitarte muchas cosas. Entonces, las empresas periodísticas tratan de acomodar ciertas cosas.

–Cimac cumplió 20 años, ¿cuál es la prioridad en este momento del periodismo de género?

–Los medios han adoptado el tema de violencia de género. ¿Cuál es nuestro reto? El enfoque que hay que darle. Tu puedes abrir cualquier periódico y encuentras un montón de noticias hablando de feminicidio, un término que está colocado en los medios de comunicación aunque no esté entendido de qué se está hablando. Ya se habla de las mujeres y están convencidos los medios de que ya está el tema. En la mayoría de los medios hay una sección, una fuente, que se llama Mujeres. Hay periodistas, generalmente mujeres, que les toca cubrir. Entonces, hay muchos temas colocados en los medios pero mal tratados. Esto te genera un doble esfuerzo. Porque dicen: “¿No querían que habláramos de las mujeres?, ya hablamos, ¿ahora qué quieren?” Hay una serie de estereotipos colocados en el tratamiento mediático que cuesta mucho trabajo entender.

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