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Sociedad|Miércoles, 30 de septiembre de 2015
Un adolescente murió quemado en un reclamo vecinal en Mendoza

Una reacción del Medioevo

En Ugarteche, Luján de Cuyo, un grupo de vecinos airados prendió fuego a una casilla en la que se había ocultado un chico acusado de un robo que murió calcinado. Detuvieron a cinco personas vinculadas con el robo, pero a ninguna vinculada con el crimen.

Por Horacio Cecchi
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La policía intervino en el barrio Unión Oeste, de Ugarteche, donde murió un chico calcinado.

Un adolescente murió calcinado el lunes por la noche, al incendiarse su vivienda en el barrio precario Unión Oeste, en la localidad mendocina Ugarteche, departamento Luján de Cuyo. Así contado, pareciera resultado de una tragedia vinculada a la pobreza. Lo es. Pero intervino la mano del hombre. La casa fue incendiada por vecinos que reclamaban contra los robos cuando simultáneamente alguien asaltaba un kiosco. Airados, los reclamantes señalaron a quienes consideraban culpables y le prendieron fuego a tres casillas. En una de ellas, Lucas, un adolescente que se ajustaba a la mira de los airados, aterrado, había intentado ocultarse bajo una cama de su casa., una de las que fueron quemadas, y murió calcinado. La justicia actuó rápidamente. Realizó varios allanamientos y detuvo a cinco personas, todas sospechosas. De los robos. Por el otro caso, el de la hoguera medieval, por ahora las pruebas se hicieron humo.

Ugarteche, ubicada a unos 40 kilómetros de la ciudad de Mendoza, sobre la ruta 15, tiene unos 4500 habitantes. Depende de la intendencia de Luján de Cuyo, gobernada por el macrista radical Omar De Marchi, electo en junio pasado y conocido más allá de su intendencia por su particular saludo a la oposición la noche de su triunfo: “Que se vayan a la reputa madre que los re mil parió”, bravuconeó el nuevo mandatario en un modelo de diálogo ejemplar.

En el Unión Oeste adoptaron el criterio. El lunes por la noche, un grupo de vecinos había cortado la ruta 15 que lleva a la capital provincial, en su cruce con la 16. Reclamaban más seguridad, según las fuentes, policiales, que se repitieron insistentes en los medios. La solución reclamada –tan insistente como las fuentes– era más policía, dicho por la propia policía, claro.

Pero en este caso, mientras los vecinos reclamaban otros, vecinos también, entraban en un kiosco y robaban algunos electrodomésticos, una cortadora de fiambre, algo de dinero.

“Los vecinos (los que reclamaban, claro) tomaron conocimiento del robo ocurrido en una vivienda de la zona y un grupo se desprendió e incendió tres casas en las que vivirían los posibles autores del hecho”, describió en aséptico condicional el Ministerio de Seguridad mendocino.

También, coloridamente aséptico, el comisario Víctor Loyola, jefe de la Distrital de Seguridad Cinco, aseguró a los medios locales que la comunidad se manifestaba por la “seguidilla de robos” y exigía la detención de “delincuentes, ya identificados”. Agregó Loyola que ya habían sido detenidos en reiteradas ocasiones, pero aludió a que la Justicia les abría las puertas rápidamente.

La difusión de la lógica dialoguista de gobierno y la de reclamos policiales bajo la piel de las necesidades vecinales, derivó en una airada reacción cuando los vecinos que cortaban el cruce de rutas se enteraron del robo al kiosco. Sin esperar a que la Justicia interviniera porque, ya estaba dicho (por la policía), denunciar no llevaba a ninguna solución, se lanzaron al amasijo por mano propia. Tomaron por asalto el sector del Unión Oeste donde aseguraban que vivían los asaltantes y, según las versiones, prendieron fuego a una casa y las llamas se desparramaron a otras dos, o directamente incendiaron las tres casas.

Dentro de una de ellas, Lucas, adolescente, se había metido debajo de la cama, aterrado por la persecución. Durante la noche del lunes, sus padres presentaron una denuncia en la comisaría por búsqueda de paradero. Ayer, durante la mañana, después de que los bomberos apagaran el incendio, los peritos encontraron su cuerpo, que se había escurrido de la contemplación pública de su propia quema, y se había calcinado en silencio.

Como se dijo, rápidamente una fiscalía reaccionó. Ordenó varios allanamientos, detuvieron a cinco (ahora) sospechosos que serían (ahora en condicional) quienes asaltaron el kiosco.

Con otra velocidad, intentando verificar las causas que originaron el incendio, sopesando con tiempo la búsqueda de evidencias, otra fiscalía aguarda el resultado de los peritajes para analizar las circunstancias de la muerte del adolescente. Y obrar en consecuencia.

Como el espíritu dialoguista no tiene fin, las víctimas del asalto recibieron protección policial.

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