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Sociedad|Lunes, 7 de diciembre de 2015
En Montreuil, Francia, se reúne la Aldea Mundial de las Alternativas

Una Anti Cumbre Climática

Al este de París, en la localidad de Montreuil, se reúnen movimientos sociales que plantean alternativas a las propuestas de los gobiernos en relación al cambio climático. Se dirigen al ciudadano común y presentan ideas concretas para el día a día.

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Mientras los gobiernos se reúnen en la Cumbre Climática, en el exterior se despliegan las protestas.

Hornos solares, productos artesanales y una “cumbre” con 196 sillas “incautadas” a los bancos. Los movimientos sociales alzan su voz al margen de la COP21 para reivindicar las alternativas locales y denunciar que el dinero para frenar el cambio climático está en paraísos fiscales. “Todas las empresas están invitadas a la COP21, pero los ciudadanos no lo están”, lamentó Ismael Canoyra, la representante de 39 años de la organización Alternatiba, para quien la Aldea Mundial de las Alternativas busca acercar a la ciudadanía acciones, “utopías concretas”, para luchar contra el cambio climático en su día a día.

Ayer al mediodía francés, cientos de personas seguían en un ambiente frío, frente al ayuntamiento de Montreuil, al este de París, las intervenciones de los representantes de varias organizaciones sentados en las 196 sillas “incautadas” a los bancos.

“Nosotros, los movimientos sociales de todo el mundo, sabemos dónde está el dinero para financiar un futuro limpio”, anunciaron los participantes en esta “cumbre”, quienes denuncian que los 196 miembros de la COP21 son “incapaces” de encontrar los 100.000 millones de dólares anuales a los que se comprometieron para financiar el Fondo Verde para el clima.

Detener la evasión fiscal, reducir la carga de la deuda en los presupuestos públicos, financiar la acción internacional contra la pobreza o liberar recursos para las energías renovables son algunas de las propuestas de esta Asamblea de los Pueblos, acogidas entre aplausos de los asistentes.

Utopías concretas

La Aldea Mundial de las Alternativas es la primera gran acción de los movimientos sociales para reivindicar el papel de los ciudadanos en la lucha contra el cambio climático y urgir a los mandatarios internacionales a actuar ante la actual emergencia climática.

“La sociedad tiene que actuar de otra manera”, porque los gobiernos están muy vinculados con la industria, explicó la india Vandana Shiva, uno de los referentes del movimiento ecologista mundial. Para ella, “consumir productos orgánicos” supone, entre otros, un acto en favor del clima.

Los productores locales desempeñan un papel importante en esta “aldea”, con su vino, miel, hortalizas, pan o carne de producción local, si bien los visitantes también pueden encontrar iniciativas locales en temas de educación, biodiversidad, migraciones o cultura.

En el “barrio” de energía y clima, Vincent Bourges, voluntario de 37 años de Bolivia Inti Sud Soleil, cocina ante la mirada de los curiosos una menestra de verduras con arroz en una cocina de bajo consumo de leña de construcción artesanal. Las densas nubes convierten los hornos y cocinas solares, a su lado, en meros objetos de exposición.

“Las cocinas de bajo consumo permiten reducir hasta un 80 por ciento de leña” en las zonas rurales, explicó Bourges, cuya asociación trabaja desde hace 15 años con poblaciones en situación de precariedad generalizada en los países andinos, como Bolivia o Perú, y en Africa.

Esta acción beneficia tanto a las comunidades locales, que inhalan menos gases, como a la reducción de CO2 por la menor quema de leña y la menor deforestación de bosques, imprescindibles para la regulación climática.

A varias casetas de allí, Laëtitia, voluntaria de la asociación Surfrider, intentaba concientizar sobre la importancia de los actos cotidianos para la protección de los océanos, que juegan un papel fundamental en la absorción del CO2.

“El 80 por ciento de la basura presente en los océanos procede de zonas de interior”, no de la costa, explicó esta joven de 28 años, quien subrayó que una sola colilla contamina 500 litros de agua.

Trauma de Copenhague

Al ritmo de batucada, las diferentes organizaciones aprovechan para explicar e instruir al público durante la jornada de relativo descanso de la conferencia del clima de París, que debe alcanzar antes del próximo viernes un acuerdo para limitar a 2º C como máximo el calentamiento global.

Ismael Canoyra se muestra convencido en que “habrá un acuerdo”, aunque éste no será “vinculante”. “No queremos que pase como en Copenhague”, subrayó en referencia al acuerdo in extremis de la COP15 que no respondió a las expectativas y que provocó a su juicio un descenso de la movilización ciudadana en favor del clima.

¿Y si los mandatarios internacionales no llegan a un acuerdo? “Se ha hablado mucho del cambio climático estos días. Con esta información sería una pena detenernos aquí, la urgencia climática va a continuar”, subrayó Aurore, de 33 años, mientras escribía en una cinta que colgará a modo de rama en una especie de sauce llorón.

Su mensaje, que se unirá a los de cientos de personas, dice: “No hemos heredado la tierra, se la hemos tomado prestada a nuestros hijos”.

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