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“Era poco más de las siete de la tarde y me llaman a mi casa a los gritos, pidiendo auxilio. Estaba la chica gritando para que llamara a la policía porque habían baleado al padre. Lo que hice de inmediato fue apretar dos veces el botón antipánico, pero la policía tardó mucho en llegar, más de una hora y media”, relató Rosa, una vecina que vive justo enfrente de la casa donde fue asesinado el prefecto Rosario Toledo. Y contó que cuando llegaron los agentes, los vecinos, “muy nerviosos”, pretendieron agredirlos.
Rosario Toledo, ayudante mayor de la Prefectura Naval Argentina (PNA), fue asesinado de dos balazos por dos delincuentes motorizados que pretendieron robarle la camioneta cuando llevaba a su nieta de dos años a la casa de su hija, en General Pacheco, partido de Tigre.
El hecho ocurrió cerca de las 20 del martes frente a la casa de Erica, una de las hijas del prefecto. Toledo llevaba a su nieta de dos años a la casa de su mamá, como todos los días, cuando se topó con dos personas que quisieron asaltarlo.
Los delincuentes primero le robaron el teléfono celular al yerno de Toledo y, luego, le apuntaron a su hija, quien tenía en brazos a la niña.
Al ver a su hija y a su nieta en peligro, el prefecto extrajo su arma reglamentaria y pretendió salir de la camioneta, pero uno de los delincuentes le disparó dos balazos que le impactaron en la cara.
Con la víctima en el piso en medio de un charco de sangre, los ladrones huyeron sin concretar el robo.
Los familiares de Toledo pidieron ayuda a los gritos a los vecinos para que llamaran a la policía y a una ambulancia, pero cuando los médicos llegaron al lugar, el hombre ya estaba muerto.
Erica, la hija, relató: “Cuando veo lo que está pasando, yo agarro rápidamente a mi hija en brazos y me tiro para atrás y cuando hago ese movimiento la persona me apunta a mí y me dice que me quede quieta. Ahí es cuando mi papá reacciona”. Explicó que su padre “estaba en actividad y tenía su arma reglamentaria. Cuando abre la puerta de la camioneta, trata de salir y una de las dos personas le apunta y le pega dos tiros en la cara. Lo mató a quemarropa”.
La mujer también denunció: “Con mi hija logré entrar y llamé al 911. Todo el tiempo me atendía un contestador y no me respondía nadie, recién a los 20 minutos pude comunicarme y pedir por la policía y una ambulancia. La ambulancia llegó 40 minutos después, cuando mi papá estaba tirado en el piso”, señaló.
Sobre el final de sus declaraciones a la prensa, pidió “justicia” y que los delincuentes sean detenidos y “se pudran en la cárcel”. “Para mí, la teoría del que ‘mata tiene que morir’ no va. Mi viejo no va a volver. Este tipo destruyó a una familia entera. Mi abuela vive en Formosa y allá están todos destrozados. Necesito justicia, mi papá creía en la fuerza de seguridad, dio su vida literalmente”, insistió.
Fuentes de la investigación aseguraron que los dos delincuentes ya fueron identificados. Ambos tienen antecedentes penales y uno de ellos gozaba actualmente de salidas transitorias. Los dos sospechosos participaron en octubre del 2011 de un asalto en Don Torcuato. Los investigadores buscan ahora cámaras que pudieran haber captado la fuga de los delincuentes.
La fiscal general de San Isidro, Beatriz Molinelli, armó un equipo para acelerar la resolución del caso. Los cuatro magistrados que trabajarán en conjunto son el fiscal original de la causa, Marcelo Lloret, de la Unidad Funcional de Instrucción descentralizada de General Pacheco; Jorge Strauss, de la misma fiscalía; Diego Callegari, de la UFI temática de Drogas de Tigre, y Cosme Iribarren, de la fiscalía de Don Torcuato.
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