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Sociedad|Sábado, 17 de enero de 2004
EL HOMBRE SEÑALADO DE INSTIGAR EL TRIPLE CRIMEN DIJO SER INOCENTE

Un pai umbanda que se hizo cuerpo

Finalmente, apareció el “hermano Ricardo”.Dijo no tener vinculación con el caso. Darío López, cada vez más comprometido.

Por Horacio Cecchi
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El pai mencionado resultó ser Washington Richard Gandalez Rodríguez, un uruguayo de 34 años.
El misterioso pai umbanda apareció formalmente ayer en la causa por el triple homicidio de San Vicente. El pai, o Richard, o hermano Ricardo, o Washington Richard Gandalez Rodríguez, uruguayo de 34 años, fue interrogado en la DDI de La Plata. Negó su vinculación en el caso y, por el momento, permanece como testigo. También ayer, los peritos policiales hallaron cuatro vainas y la punta de una bala, todos del mismo calibre que el arma usada en el triple crimen, en un pozo ciego en los fondos de la casa de Darío López. El joven señaló al fiscal Marcelo Martini, durante su extensa declaración del jueves a la medianoche, el lugar donde habían sido arrojadas esas pruebas y ayer por la mañana colaboró con los peritos indicando el lugar preciso. Gustavo “Tito” Muñoz fue dado de alta y trasladado a una celda de la comisaría 1ª de San Vicente. Por el momento, Alex Cantero y su amigo Tito son los dos únicos detenidos. Darío, su novia Anabella y el hermano Richard mantienen incólume su calidad de testigos.
La declaración ampliatoria solicitada por Darío López y realizada el jueves a la noche –de la que dio cuenta este diario ayer– fue extensa y fructífera. En su testimonio, el joven, amigo de Tito Muñoz y que vive frente a su casa, relató cómo fue con Anabella al centro comercial de Temperley para obtener dos boletos y tickets de juegos que sirvieran como coartada a Alex Cantero y Tito Muñoz. También, indicó que durante la noche del triple crimen, Alex y Tito le entregaron cuatro vainas servidas y la punta de una bala calibre 7.65 achatada por un impacto. El calibre se corresponde con el arma robada en la casa de Jorge Cantero y con el arma oculta en un paquete de jabón en la vivienda de Tito.
Darío indicó que esas pruebas las echó con su propia mano dentro de un pozo ciego utilizado para arrojar botellas y basura, ubicado en el fondo de su vivienda. Ayer por la mañana, el propio Darío colaboró con los investigadores señalando el lugar preciso donde había arrojado las pruebas. Y tal como lo había declarado, allí fueron encontradas las cuatro vainas y el proyectil. Previamente ya habían sido halladas dos vainas en la escena del crimen y otra en la mesa de luz de Alex.
El comisario Néstor Faidutti, segundo jefe de la DDI platense, señaló a este diario que “habíamos ido a buscar las vainas y el plomo y eso fue lo que buscábamos. Ninguna otra cosa”. De ese modo, desmintió la versión que señalaba que en el interior del pozo ciego había un guante ensangrentado y una mochila con dinero.
La declaración de Darío, que se suma a la de Anabella, las pruebas recolectadas y las contradicciones en que habían caído Alex y Tito en su primera declaración prácticamente le han dado un rumbo definitivo al caso. “El caso está resuelto”, confió un investigador a Página/12. La versión del tesoro de 10 millones de dólares cada vez resulta más fantasiosa para el fiscal Martini. Queda por demostrar aún quién fue que disparó sobre Jorge Cantero, su madre, Norma de Cantero, y su mujer, Giselle Minod. “Mientras no declaren los dos detenidos será difícil descubrir quién de los dos fue que apretó el gatillo –aseguró el investigador–. De cualquier forma, el cómplice recibe la misma condena.”
Mientras el equipo de bomberos realizaba la nauseabunda tarea de hurgar en el pozo ciego, una comisión de la DDI platense viajaba hacia la localidad de Glew. Allí, en Alem 458, vive Washington Richard Gandalez Rodríguez, uruguayo de 34 años, mencionado en los últimos días en versiones periodísticas como el hermano Ricardo o Richard, el misterioso pai umbanda cuya sola mención desestabiliza la lógica del caso.
Hasta ayer, la presencia del hermano Ricardo en la causa era inexistente. Versiones de origen difuso mencionaban que un pai, mediante sus habilidades mágicas, sabía en qué sector de la quinta se encontraba enterrado el fabuloso tesoro y había inducido a los dos amigos a desenterrarlo, costara lo que costase. Tito Muñoz profesa la religión umbandista y los vecinos señalaron al tal Richard como el misterioso pai.
Quizá para saciar dudas y curiosidades, y quizá para quitar presión al caso, finalmente la comisión policial dio con el hermano Ricardo y lo trasladó hasta la DDI platense. Allí, declaró como testigo durante unas dos horas y media. Según revelaron fuentes del caso, Richard sostuvo que no conocía a Alex y que a Tito lo había visto un par de veces por su costado común religioso. Richard aclaró que no era umbandismo sino una religión afroamericana lo que profesaba y desmintió rotundamente tener el menor conocimiento y vinculación sobre el caso. Por el momento, no existen pruebas en su contra. La verdad sólo la conocen Alex, Tito y Iemanjá.

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