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Sociedad|Domingo, 24 de julio de 2016
CONCENTRACION EN EL OBELISCO

Un acto maternal

Por Carlos Rodríguez
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Fernanda y Lucrecia están paradas en la parte sur de la Plaza de la República, dándole la espalda al Obelisco. Hablan entre ellas, hacen ademanes grotescos y grandilocuentes, se ríen. ¡Y cómo se ríen! Página/12 quiere saber de qué se trata y pregunta. “Estamos recordando imágenes de una película de Woody Allen, la del sexo y no se cuánto. La de la teta gigantesca que lo corre y va tirando leche, que él esquiva como si fuera lava de un volcán en erupción. Lo que imaginamos es a los censores corriendo descontrolados viendo no una, miles de tetas gigantes llenas de leche”. Y se vuelven a reír. Las dos mujeres salieron a pasear por el centro y fueron a “curiosear” el “tetazo masivo” que en Corrientes y 9 de Julio tuvo el aspecto de una gran reunión familiar, con mujeres y hombres sentados al sol, charlando como si se conocieran desde siempre. ¿Las tetas? Aparecieron de vez en cuando, para satisfacer reclamos de lactantes, sin censuras ni sonrojos, al natural, pero también sin estridencias.

María tiene 37 años y dice estar viviendo “la maternidad a fondo” con su bebé, el primogénito. “Mi bebé tiene un año y nunca me llegó tan de cerca una protesta, una demostración pública como esta porque como madre se muy bien, mejor que nadie, que la leche materna es el mejor alimento que le puedo dar y es, además, una muestra de amor”. María dice también que dar la teta es “algo impostergable, porque no le puedo decir a mi hijo: ‘No, acá no, porque hay un bobo que me está mirando”.

Sobre lo que pasó en San Isidro, con los policías interrumpiendo la merienda de un bebé, dice que es “una muestra de la ignorancia que hay todavía en nuestra sociedad; no lo digo con mala intención, pero me parece que hay gente que parece que nunca tuvo a nadie, en su familia, que le diera la teta a su hijo. ¿Cómo puede ser?”. Reflexiona que hoy “la teta está tan banalizada que para los jóvenes, ‘dar la teta’ es otra cosa. Tal vez piensan que es ir al programa de Marcelo Tinelli y bajarse el sostén delante de la cámara”.

Eugenio está acompañado por su esposa y lleva a su beba en los brazos. Cuando es convocado a imaginar qué le pasa por la cabeza a alguien que se horroriza al ver a una mujer amamantar, afirma: “Lo que le pasa por la cabeza es pornografía, es una persona para la que el cuerpo sólo tiene una connotación sexual”. Cree, además, que hay “mucha gente que piensa que la única forma de criar sano a un bebé es darle leche de fórmula y se olvida de lo natural, porque la teta, como es algo natural, es algo antiguo, que ya no se usa”.

Para Nicolás “el que reacciona mal frente a una madre dando la teta es una persona insensible y tratándose de una fuerza represiva, como es la policía, el tema tiene una connotación mucho más grave”. El entrevistado sostiene que “el Estado tiene que cambiar estas cosas, porque un policía no puede interferir en algo tan natural y necesario como alimentar a un hijo”. Natalia, la esposa de Nicolás, afirma que cuando se enteró de lo sucedido en San Isidro se conmovió “porque darle la teta a mi hija es parte de mi vida, de alimentarla, de criarla, de darle amor. No me puedo imaginar qué tiene en la cabeza una persona para reprimir algo que es lo más natural del mundo”.

Natalia dice que si bien nunca tuvo un problema serio por amamantar en público, de todas maneras nota que “hay mucha gente que todavía se asombra cuando una saca la teta en un lugar público, todavía tenemos que transitar un camino, pero lo bueno es que Elena, mi beba, toma la teta cuando ella quiere y lo necesita, de manera que esa es su reivindicación de la teta y por eso está acá, con nosotros, participando activamente de esta manifestación” (se ríe).

“Cuándo me enteré sobre lo que había pasado, sentí mucha impotencia, porque a mí me pasa que cuando sacó la teta, mucha gente se molesta, se incomoda, y no tiene en cuenta que lo que estoy haciendo es algo superbueno para el bebé. La verdad es que no puedo creer que todavía dar la teta en público pueda ser un tabú”, declara Cecilia, que lleva en brazos a su beba de quince meses.

Agrega que “lo más increíble de todo es que llegás a tu casa, prendés la televisión y hay mujeres desnudas por todos lados, vendiendo cualquier cosa, y no pasa nada, pero se molestan cuando vos está cuidando a tu bebé”. A Cecilia le da “mucha bronca que te cuestionen porque vos asumís tu maternidad a pleno. A mí no me gusta que el pediatra me diga ‘la teta de la noche es mimo, cortásela’; ¿por qué se la vas a cortar, si está genial? Ella me busca y yo me entrego”.

Florencia Carral, referente de la agrupación Juntas a la Izquierda, estuvo en el Obelisco “defendiendo el derecho de la mujer a dar la teta cuando los hijos tienen hambre, porque es eso básicamente, y repudiando lo ocurrido en San Isidro”. Desde la agrupación, pretenden abrir, a partir de lo ocurrido, “una discusión profunda sobre la ‘mujer objeto’, a la que se muestra para vender desde un auto a una crema para la piel”. Señala que, en cambio, “no podemos mostrar a una mujer dando la teta, porque es un acto de amor que no se puede vender”.

Lo que están haciendo ahora, desde la agrupación, “reclamarle a un gobierno que hizo campaña con el ‘ni una menos’ pero no hizo nada y desmanteló todo”. Florencia hacía firmar, entre la asistentes, un petitorio para llevar al Congreso para reclamar “que cese la violencia institucional contra la mujer, porque eso fue reprimir a una madre por amamantar”.

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