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Sociedad|Martes, 23 de agosto de 2016
Gran Bretaña hacía ensayos ilegales con psicofármacos en chicos “problemáticos”

El horror de los reformatorios

El gobierno británico autorizó en los años 60 a experimentar con niños y adolescentes sin consulta ni aprobación de los padres. Las pruebas buscaban determinar los efectos de medicamentos psicotrópicos, según archivos que acaban de ser desclasificados.

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El Richmond Hill Approved School, en el condado inglés de North Yorkshire.

El Ministerio del Interior británico autorizó ensayos experimentales de fármacos con niños en dos reformatorios ingleses en los años 60, según documentos desclasificados por los Archivos Nacionales y divulgados por la BBC. Las pruebas se hacían sin la consulta a los padres y con la intención de investigar una eventual “mejora” del comportamiento de chicos problemáticos mediante psicofármacos.

La investigación, realizada por el programa Today, reveló que los adolescentes de uno de los centros, el de Richmond Hill Approved School, en el condado inglés de North Yorkshire, que albergaba a alumnos a partir de los 15 años, fueron sometidos a consumir un fármaco anticonvulsivo llamado “Beclamida” sin el consentimiento de sus padres y durante un período de seis meses en 1968, en un intento de mejorar su comportamiento.

En otro colegio de niñas cercano a la ciudad de Leeds (norte de Inglaterra), el Gobierno autorizó otro ensayo –que no llegó a efectuarse– con un fármaco sedante.

En ese caso, se había previsto que el fármaco Haloperidol –un potente sedante que actualmente se emplea como medicamento antipsicótico– se administrara a todas las alumnas, de 14 y 15 años, del centro Springhead Park Approved School, en la localidad de Rothwell, Northamptonshire. Sin embargo, aunque las pruebas del antipsicótico fueron aprobadas en la escuela Springhead, Park, su directora, Shelagh Sunner, rechazó el experimento.

Sunner, actualmente ex directora del centro, dijo en declaraciones a la BBC que las drogas no eran la “solución para sus niñas. No eran mentalmente niñas enfermas. Teníamos que trabajar a través de sus emociones no de fármacos”.

Las escuelas que aprobaron estos métodos no recibían un consentimiento paterno, sino que los directores y médicos tomaban la decisión de manera unilateral. Todos estos sitios fueron financiados e inspeccionados por el Ministerio del Interior y administrados por organizaciones voluntarias, de acuerdo a la investigación.

Los archivos británicos registran correspondencia entre tres médicos –todos ya fallecidos– sobre los planes para los ensayos con esos medicamentos. En un en una carta de 1967, JR Hawkins, un psiquiatra que trabajaba en Richmond Hill, escribió al Ministerio del Interior pidiendo permiso para probar los medicamentos en los niños que estaban “impulsivos, explosivos, irritables, inquietos y agresivos”.

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