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Sociedad|Jueves, 1 de septiembre de 2016
El disc-jockey Martínez Poch, sentenciado a 37 años de prisión por abusar de sus dos hijas y una ex novia

El violador condenado que se burló de su víctima

La abogada Vanessa Rial, que fue secuestrada y violada por Martínez Poch, saltó de la silla y empezó a gritar eufórica al oír el fallo. El hombre la miró con soberbia y le dedicó un gesto de “fuck-you”. “Hoy voy a empezar a vivir”, resumió la mujer.

Por Carlos Rodríguez
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Jorge Cristian Martínez Poch, en su despreciable gesto hacia su víctima, tras la lectura del fallo.

Jorge Cristian Martínez Poch, en el minuto final del juicio oral en el que se lo condenó a 37 años de cárcel, corroboró con una actitud soberbia y perversa todo lo deleznable que se dijo de él a lo largo de un proceso por el que pasaron 40 testigos. El disc-jockey se sirvió un vaso de agua mientras se leía el tramo final de la sentencia, y cuando el público estalló en aplausos y vivas por el monto de la pena, introdujo uno de sus dedos mayores en el recipiente, lo llevó a su boca en un gesto desagradable, y luego dirigió un doble “fuck-you” hacia el lugar donde estaba la abogada Vanessa Rial, una de sus víctimas. Ella, que cuando declaró en el juicio pidió que Poch no estuviera presente, evitó mirarlo durante la audiencia, y se levantó de su asiento con un “grito de gol” en el alma al oír la sentencia. “Fue un fallo ejemplar. Este es el día más feliz de mi vida, hoy voy a empezar a vivir”, resumió acongojada. La sentencia fue leída en la misma sala en la que fue condenado el odontólogo Ricardo Barreda en 1995.

El festejo del público, mayoritariamente femenino, se prolongó casi un minuto, sin que el presidente del Tribunal, Juan José Ruiz, pudiera frenar tanta euforia, que incluyó vivas al tribunal y algún insulto, aislado, como réplica del “fuck-you” esgrimido por el condenado. Ruiz fue el encargado de leer los puntos centrales en los que se basó la condena, dado que el texto completo del fallo tiene 200 carillas.

La sola mención de los delitos que consideraron probados, por unanimidad, los integrantes del Tribunal Oral 1 de La Plata (Ruiz, Carmen Palacios Arias y María Isabel Martiarena), definen por sí mismos el perfil de Martínez Poch, quien era llamado “El Conde de la noche” por sus aduladores. El disc-jockey fue hallado culpable de “corrupción de menores agravada por violencia, amenazas, intimidación y vínculo de parentesco, en concurso real con abuso sexual gravemente ultrajante agravado por el vínculo de parentesco y por el grave daño de salud mental” de sus dos hijas, de las que se hizo cargo a la muerte de la madre, y a las que sometió a vejámenes indescriptibles desde que las niñas tenían 6 y 7 años, hasta los 14 y los 15, respectivamente.

Las jóvenes, que hoy tienen 19 y 20 años, declararon ante los jueces sin público y sin la presencia del acusado. Ayer estuvieron ausentes.

En el caso de la abogada Vanessa Rial, ex novia y denunciante de Martínez Poch, la condena fue por “abuso sexual con acceso carnal reiterado, agravado por el grave daño en la salud mental y por haberse cometido por dos personas cuando menos en uno de los hechos, en concurso real con privación ilegal de la libertad agravada”. En el juicio, la fiscal María Florencia Budiño señaló que Martínez Poch logró seducir a Vanessa, su víctima, presentándose como “una suerte de príncipe azul” que luego la sometió a violaciones y humillaciones de todo tipo, que se extendieron desde agosto hasta el 6 de septiembre de 2013.

El fallo enumeró una serie de horribles detalles sobre los abusos sexuales cometidos con sus hijas cuando eran niñas, obligándolas incluso a ver películas pornográficas y a presenciar sesiones de sexo en vivo que Martínez Poch mantenía con otras mujeres. Además, se relató el calvario por el que tuvo que pasar Vanessa Rial, golpeada, drogada y sometida, hasta ser “entregada” como objeto sexual a por lo menos un amigo del disc-jockey cuya identidad no pudo ser determinada.

Al leer una parte del veredicto, el juez Juan José Ruiz resaltó que al ponderar el monto de la pena se tuvieron en cuenta la Ley de Protección Integral de la Mujer contra toda violencia de género y la Convención Internacional de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Al rechazar el pedido de la defensa de que se declarara “inimputable” al acusado, el tribunal sostuvo que “cuando se analiza el concepto de psicópata, el 80 por ciento de los psiquiatras sostiene que son punibles y sólo una minoría, un veinte por ciento, sostiene la inimputabilidad”.

En el caso concreto de Martínez Poch, para acreditar que era totalmente conciente de sus acciones, señalaron que “para cubrir los delitos que cometía y para tratar de borrar las huellas cuando golpeaba a sus víctimas (hijas o novia), siempre las lavaba” con lavandina y productos similares. Llegó incluso a hacerse golpear, él mismo, por sus hijas, para enfrentar eventuales denuncias de las mujeres con las que tenía relaciones casuales, a las que también golpeaba. Todo eso demuestra, dijeron los jueces, que “era dueño de sus acciones y que actuaba con total conocimiento de los hechos” que protagonizaba.

La fiscal de la causa había solicitado una pena de 40 años de prisión, que fue levemente reducida por el fallo unánime de los jueces. Como argumento, para justificar la disminución, se recordó que los abusos contra sus dos hijas las cometió en el año 2002, cuando el Código Penal contemplaba penas máximas de 25 años que podrían ser agravadas sumando hasta la mitad de esa pena, es decir 12,5 años, “lo que hace un total de 37 años y seis meses”. Por esa razón, resolvieron aplicarle una condena de 37 años, casi el máximo de lo que contempla la ley.

Vanessa Rial estaba eufórica y cuando el juez Ruiz salía de la sala de audiencia, se acercó para abrazarlo y felicitarlo. Rodeada por los periodistas, en una sala llena que coreaba su nombre, Vanessa dijo que el de ayer es “un fallo ejemplar” que le permite “empezar una nueva vida después de estos años de dolor”. La abogada, que saltó de su asiento cuando escuchó la sentencia, dijo que había tratado de no cruzar su mirada con la de Martínez Poch, quien a pesar de la moderación que le pedía su abogado, Juan Martín Cerolini, dedicó su poco tiempo en el recinto para provocar a las amigas de Vanessa, a las que les guiñaba el ojo, o sonriéndoles, como si tratara de seducirlas.

Rial sostuvo que la sentencia sirve para “reparar el daño y volver a vivir” porque de ahora en más sabe que con esto “no hay más Martínez Poch y por eso pido que todos se acuerden de este Tribunal presidido por el doctor Juan José Ruiz”.

Vanessa Rial no contuvo la alegría al saber que su victimario quedará preso. Foto Rafael Yohai

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