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Sociedad|Martes, 4 de octubre de 2016
Nobel de Medicina a un japonés por un avance en torno al funcionamiento de las células

En busca del envejecimiento saludable

Yoshinori Ohsumi descubrió los genes esenciales de la autofagia, un proceso por el cual las células reutilizan sus componentes inservibles. La disfunción en ese sistema está vinculada a enfermedades de la vejez como el Alzheimer y el Parkinson. También a la obesidad y la diabetes.

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Ohsumi, de 71 años, es el vigésimo quinto japonés en ganar un Nobel y el cuarto en obtener el de Medicina.

La autofagia es como una buena limpieza a fondo. Es un sistema de reciclaje por el cual las células eliminan proteínas antiguas, dañadas o superfluas y reutilizan sus componentes. La disfunción de este proceso está asociada a patologías neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson, enfermedades infecciosas o diferentes tipos de cáncer. Y también a la obesidad o la diabetes, algunos males cardiovasculares o intestinales e incluso la artrosis. El japonés Yoshinori Ohsumi recibió ayer el Premio Nobel de Medicina por su descubrimiento en esta área, un avance que puede convertirse en clave para un envejecimiento saludable.

“Este proceso es muy importante pues si la célula no es capaz de limpiarse, habrá una acumulación de desechos”, explicó Isabelle Vergne, investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, que trabaja sobre la autofagia. “Si este proceso se desbarata completamente, puede comportar numerosas patologías”, agregó. “La mayoría de las grandes patologías están ligadas a una insuficiencia o a una disfunción del proceso autofágico”, señaló por su parte el profesor Guido Kroemer, otro especialista francés que trabaja en el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica francés.

La autofagia (que significa “comerse a sí mismo”) es un proceso que se conoce desde los años 1960. Ohsumi identificó los genes esenciales en la autofagia en la década del 90 al experimentar con levadura y demostrar que las células humanas empleaban un mecanismo similar.

Lo que ahora se intenta comprender es por qué este proceso disminuye con la edad y entonces encontrar innovaciones capaces de activarlo para mantener las células en buen estado más tiempo y poder vivir una vida mejor y más larga, explicó Ioannis Nezis, profesor de la Universidad británica de Warwick.

En la mayoría de las patologías, la autofagia debe ser estimulada, como en las enfermedades neurodegenerativas, para eliminar los agregados de proteínas que se acumulan en las células enfermas. Ocurre lo mismo para la diabetes, la arteriosclerosis o las enfermedades infecciosas cuando se trata de estimular la reacción inmunitaria. Otra patología, la artrosis, que afecta principalmente a personas mayores, está en primera línea.

“La influencia del descubrimiento de Ohsumi es enorme y sólo puede reconocerse con un Premio Nobel no compartido”, subrayó la investigadora celular Tassula Proikas-Cezanne, de la Universidad de Tubinga, Alemania.

El trabajo de investigación fue muy concienzudo. Ohsumi y su equipo estudiaron miles de levaduras e identificaron 15 genes decisivos para la autofagia. Demostraron qué proteínas y rutas metabólicas participan por separado y cómo se regulan.

En la actualidad se conocen más de 35 genes participantes en el proceso de la autofagia. Ohsumi descubrió los primeros de ellos y analizó su funcionamiento. Los genes descubiertos por el ahora Nobel abrieron una nueva dimensión en la biología celular molecular.

Esos mecanismos tienen casi siempre un efecto positivo: los desperdicios de la compleja maquinaria celular y los elementos dañados de esta son despedazados en una especie de trituradora y los componentes resultantes pueden volver a utilizarse. “Sin la autofagia nuestras células no sobrevivirían”, explicó la investigadora Juleen Zierath, del jurado del Nobel.

Asimismo, también sirve para desmontar y eliminar virus y bacterias intrusas. Además, la autofagia puede proporcionar rápidamente energía y contribuye a la regeneración de componentes celulares, lo que es esencial para una respuesta celular a la inanición y otros tipos de estrés.

Después del anuncio del galardón, Ohsumi contó que siempre evitó los campos de investigación más populares. “No me gusta la competición. Me divierto haciendo lo que otros no hacen, más que haciendo lo que todo el mundo quiere hacer”, declaró durante una conferencia de prensa en Tokio.

Es el 25º japonés en ganar un premio Nobel y el cuarto en obtener el de Medicina. Ohsumi, de 71 años, con el rostro sonriente, barba blanca sin bigote, y gafas sin montura, realizó la mayor parte de su carrera de biólogo en la Universidad de Tokio. “Era mi sueño cuando era un niño pequeño pero dejé de pensar en el Nobel desde que me hice investigador”, agregó.

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