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Sociedad|Viernes, 20 de febrero de 2004
ENCUENTRO EN BUENOS AIRES DE 600 MAGOS DE TODO EL MUNDO

Un congreso más rápido que la vista

Unos les enseñan a otros sus trucos. Otros aportan con críticas al show ajeno. El mundo de la magia se dio cita en la Argentina. Crónica de una jornada donde el secreto es el bien más preciado.

Por Pedro Lipcovich
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Los magos más famosos que asisten al congreso ofrecen a diario una gala abierta al público.
Todos los magos están en Buenos Aires. Empezó ayer un congreso internacional donde 600 de ellos se han reunido para compartir sus conocimientos. Esto sólo puede hacerse de manera muy cuidadosa en una profesión cuyos resortes exigen el secreto. Página/12 estuvo presente, vio a los magos admirarse de otros magos y aprendió las bases de la crítica de espectáculos mágicos. Conoció los circuitos que cada innovación mágica debe recorrer para llegar a ser conocida y secreta a la vez. Supo cómo hacen los magos para seducir a las mujeres y escuchó la emoción en sus voces al recordar “al más grande de todos”, el angloargentino Fu-Manchú, cuyo centenario se cumplió precisamente ayer. Además, y sobre todo –en primicia mundial–, este diario tuvo acceso al mayor de los arcanos: el recinto donde los magos transmiten a otros magos sus conocimientos; supo allí que en la magia se unen los datos de la ciencia con las artes del actor y, claro, una velocidad única de las manos. Y supo otras cosas que no ha de revelar porque aprendió, también, cuál es el castigo.
Ayer, a las cuatro de la tarde, en la sala del Teatro Avenida, magos aplaudían a magos. Terminaba la Gala de apertura del VII Congreso Latinoamericano de Magia. ¿Cómo miran los magos un espectáculo de magia? Se entusiasman y admiran tanto como los legos, pero sabiendo por qué. En rigor, para apreciar críticamente un espectáculo de magia, hay que saber magia. Por ejemplo, la gala de ayer se cerró con el famoso mago holandés Tommy Wonder, quien presentó un número que es quizás el más antiguo de la magia, el de los tres cubiletes entre los que se escamotea una bolita: “Pero lo hizo con una lentitud y estilización dificilísimas de lograr: con movimientos rápidos, bruscos, el escamoteo es mucho más fácil”, comentó uno de los magos.
Adrián Guerra –argentino, campeón mundial en 1994– presentó números de cartomagia: un espectador cualquiera eligió un palo, el trébol, y mezcló; el mago hizo volar por el aire todo el mazo y todos los tréboles juntos aparecieron en su mano. “Al lego, esto podría parecerle un número más con cartas, pero ni los propios magos sabemos cómo lo consigue”, señaló otro de ellos.
Es que muchos de los saberes de la magia son construidos por el propio mago. El mismo Guerra comentó que, “para aprender a escapar del interior de cajas fuertes, como lo hacía el famoso Houdini a principios del siglo XX, fui mezclando los datos históricos, lo que se sabe de cómo lo hacía él, e infiriendo lo que no se sabe hasta desarrollar un método propio”.
Parte de la herencia de Houdini fue transmitida por quien había sido su asistente, el luego célebre Fu-Manchú, a quien el Congreso homenajea en su centenario. Nacido en Inglaterra el 19 de febrero de 1904, prefirió vivir en la Argentina; se llamaba David Bamberg y fue el último de siete generaciones de magos. El primero de ellos, David Jasper Bamberg, había sido Mago Oficial de la corte de Holanda a principios del siglo XVIII.
“Fu-Manchú fue el más grande, fue un genio –resumió Guerra–: fue el que estableció la magia como espectáculo completo, con humor, con música. Por sí mismo escribía las partituras para cada instrumento de la orquesta, y también llegó a dirigir películas.” El Congreso incluye una muestra de escenografías y objetos mágicos del maestro, con entrada libre en el Paseo La Plaza. Fu-Manchú murió en 1974.
En La Plaza se materializaron los magos a la salida del Avenida. El viaje, aunque instantáneo, dio tiempo al mago paraguayo Nizugán Jr. –quien fue campeón latinoamericano– para explicar a este diario por qué los magos tienen tanto éxito con las mujeres: “En la ‘magia argumentada’, se trata de historias en las que ocurren efectos mágicos: por ejemplo, la de un joven que, para conquistar a una chica, hace que un pañuelo cambie de color al compás de sus sentimientos o crea de la nada ramos de flores”. El espectáculo de Nizugán incluye arpas y vestidos típicos de su país.
¿Qué innovaciones se presentan en un congreso de magia? El hispano-argentino-brasileño Lipán Jr. sostuvo que “lo más frecuente es lacombinación de conceptos ya existentes en la magia”. Y, con naturalidad, ejemplificó: “Hay varias maneras de hacer levitar a una persona, y también de hacerla desaparecer, y es posible combinar lo uno y lo otro de un modo novedoso”.

La mayor de las magias

Pero, si un mago descubre un nuevo efecto o una nueva combinación, ¿por qué habría de comunicarlo a otros? ¿No le convendría más guardarlo para sí? No, porque uno de los campos profesionales de la magia es lo que podría llamarse enseñanza de posgrado: los innovadores son contratados para enseñar, sólo a cofrades, lo que han descubierto.
El vasto sistema, que comprende a miles de practicantes en 150 países, reposa en la discreción: los secretos de la práctica no deben ser divulgados. Hace cinco años, un masked magician, un mago enmascarado, rompió este secreto en Estados Unidos: a lo largo de varios programas televisivos reveló el mecanismo de los trucos más famosos. “Los magos norteamericanos lo identificaron y quedó totalmente aislado; ahora no puede trabajar y lo que había ganado, ya lo gastó”, contó Lipán Jr. En cuanto a sus revelaciones, “el público se olvida rápido”, dijo el mago.
La sala Pablo Picasso de La Plaza estaba cerrada por un cordón de terciopelo rojo, infranqueable para quien no fuera mago pero, mediante un auxilio que no corresponde revelar, Página/12 accedió a su interior. Disertaba el famoso mago japonés Shoot Ogawa, y un sistema de video proyectaba una gigantesca imagen de sus manos que manipulaban cartas. El público de magos había perdido toda impasibilidad y dejaba escapar exclamaciones de admiración.
El número de Ogawa duraba sólo unos segundos y presentaba el enigma de unos ases que se transformaban en reyes. Más de 14 minutos le llevó a Ogawa enseñar cómo se hace: la explicación incluyó conocimientos de psicología de la percepción –“esta imagen dura un segundo y medio en el espectador”–, y de técnicas actorales: también para los juegos de manos, el mago ha de saber fingir con el cuerpo, y hay algo más, cuya revelación está vedada aun para los lectores de este diario.
El congreso incluirá un concurso para magos, ante un jurado internacional. Las innovaciones premiadas en estos concursos adquieren un valor material, ya que las casas de magia se las compran al mago para sus clientes, que por supuesto deben pertenecer al mundo de la magia. También los objetos e instrumentos empleados en cada rutina se venden bajo estas condiciones, en un universo de intercambio donde el respeto por la palabra empeñada no es la menor de las magias.

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