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Sociedad|Sábado, 21 de febrero de 2004
UN AVION PERDIO UNA GOMA AL
SALIR DE AEROPARQUE Y PUDO ATERRIZAR EN EZEIZA

Una rueda que siguió la ruta de Lapa

El MD-83 de Austral partía rumbo a Iguazú con 157 personas a bordo. Instantes antes de levantar vuelo, se desprendió una rueda que rompió la reja de Aeroparque, atravesó la Costanera y terminó en el campo de golf ubicado enfrente. La nave voló una hora sobre el río para quemar combustible y aterrizó en Ezeiza. En la maniobra perdió otra rueda. Todo terminó bien, con los pasajeros ilesos.

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La rueda destrozó la reja perimetral de Aeroparque en el mismo lugar que lo había hecho el avión de Lapa accidentado en 1999.
Un despegue que pudo haber terminado en tragedia. Una rueda de avión que rompió la reja del Aeroparque Jorge Newbery, cruzó la avenida Costanera a más de 260 kilómetros por hora y terminó en el campo de golf que se encuentra enfrente. Hasta acá, una historia que pudo haber repetido el fatal accidente de Lapa, ocurrido en 1999. Pero que culminó con un aterrizaje exitoso en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. El avión de Austral con 157 personas a bordo que ayer protagonizó este vertiginoso cuadro, había despegado a las 13.15 de Aeroparque y luego de perder una rueda de dos metros de su tren principal debió volar por más de una hora para quemar combustible, hasta aterrizar de emergencia, cuando se desprendió otra de las ruedas. A pesar del humo que envolvió la base del MD-83, todos salieron ilesos. El destino tampoco quiso que la rueda embistiera a algún auto o persona que cruzara la avenida: al igual que en la tragedia de Lapa, el semáforo estaba en rojo. Con un operativo desplegado sobre la pista, las personas a bordo fueron inmediatamente evacuadas, para luego ser transportadas a otro avión que aterrizó pasadas las 24 en Iguazú. Ahora, comienza la búsqueda de explicaciones.
Tras la pérdida de la rueda, el avión sobrevoló por una hora y veinticinco minutos el Río de la Plata con el objetivo de disminuir su carga de combustible, lo que permitió alivianar y reducir el riesgo de fricción con la pista, para el aterrizaje de emergencia producido a las 14.30 en el aeropuerto internacional. De todas formas, el roce con la pista hizo que el avión perdiera una segunda rueda, que hizo un fuerte chispazo. En sus últimos metros de aterrizaje, el MD-83 dejó algunos pequeños pozos y un fuerte trazado que marca el final del episodio. Los daños se extendieron al aeroparque metropolitano, ya que la rueda desprendida golpeó la reja perimetral de la estación aérea, picó sobre la avenida Costanera, pasó por arriba de una construcción de color rosa frente a Aeroparque y terminó en el Golf. El episodio provocó una interrupción en las operaciones del aeropuerto de Ezeiza, que se extendió desde las 14.30 hasta alrededor de las 21, mientras el avión era removido de la pista.
Para definir las causas del accidente, ahora analizará el caso “una junta investigadora integrada por la Fuerza Aérea y civiles especialistas en aviación. De todas formas, los resultados podrían tardar hasta dos meses, depende de si la Argentina cuenta con los elementos necesarios para el estudio o si hay que hacerlo en otro país”, explicó a Página/12 el jefe de Relaciones Públicas de la Fuerza Aérea, Jorge Reta. “Manejamos muchas hipótesis sobre los motivos del accidente. Puede corresponder a una fatiga de material del avión, problemas con el armado de la rueda o el armado de la masa, que es el elemento que sujeta la rueda al tren de aterrizaje, entre otras posibilidades”, estimó Reta.
–¿Los técnicos que revisan periódicamente los aviones, no ven estas falencias del avión? –preguntó este diario.
–La fatiga de material no se ve; sólo se puede observar a través de ensayos químicos. Estas situaciones dependen de cada avión –definió Reta–. No es común que ocurra esto; fue una verdadera sorpresa.
Una vez finalizado el episodio, el piloto Eduardo Perrota dio una conferencia de prensa en la que aseguró que “en ningún momento hubo pánico” entre los pasajeros, que en un 80 por ciento eran extranjeros. El vocero de Austral, Julio Scaramella, explicó a este diario que el comandante “les dijo a los pasajeros la verdad desde un primer momento”, por lo que “no se vivieron situaciones de tensión en el avión”. “La única preocupación de los pasajeros era saber a qué hora llegaban a Iguazú para ver las cataratas. Hasta se sacaron fotos con los pilotos”, graficó Scaramella.
Perrota se enteró del desperfecto “por una comunicación de la torre de control”, debido a que no lo había notado desde el mando de la máquina. “La falta de una rueda en este caso no es un problema insalvable. Para eso tenemos dos. Es como en el caso de los humanos: si perdemos un ojo, vemos con el otro, y si nos falta un pulmón, respiramos con el otro”, señaló el piloto, quien según Scaramella “se mantuvo totalmente tranquilo en todo momento. Estuvo bien acompañado por la tripulación y supo hacer las cosas bien”. Después del episodio, el comandante se fue “a su casa, aunque continuará con su rutina de trabajo normal”, afirmó el vocero.
Scaramella comentó que los pilotos son entrenados en simuladores para reaccionar ante este tipo de contingencias, y negó problemas de mantenimiento en las naves de la empresa. De todas formas, Scaramella adelantó que podrían tener un primer dictamen del accidente en dos días. El vocero sostuvo que el incidente “fue un imponderable” y anticipó que tampoco prevén reclamos de los pasajeros, que aplaudieron efusivamente el desempeño del piloto a cargo del vuelo 2734.
Las personas que iban a bordo fueron trasladas del avión a una sala “VIP”, donde se les explicó nuevamente el episodio. Luego fueron llevadas en micro al Aeroparque y, pasadas las 19, partieron hacia Iguazú, Misiones. Scaramella admitió que “Dios estuvo de nuestro lado porque la rueda podría haber producido una tragedia”. En ambas aeroestaciones, los testigos coincidieron en que presenciaron “milagros” al no haber salido nadie lastimado.
A tono, el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, rechazó que sea un inconveniente el hecho de que el aeroparque Jorge Newbery esté junto a la transitada autopista Costanera. “Por suerte sólo fue un susto”, señaló Ibarra, quien se presentó en el aeroparque y puso a disposición los hospitales y servicio de ambulancias.
En la cabecera sur de aeroparque, la rueda siguió de largo a 266 kilómetros por hora y cruzó sin tocar el sistema de aterrizaje por instrumento ILS. En la maniobra de aterrizaje, el piloto logró que la máquina no se saliera de la pista, a pesar de que un ala casi rozara el piso.
Las autoridades del aeropuerto de Ezeiza pusieron en marcha una operación de emergencia con la movilización de médicos, bomberos y socorristas para atender a los pasajeros ante una posible emergencia. De todos modos, Scaramella explicó que “no fue necesario utilizar los servicios de los bomberos”. Fuentes aeronáuticas dijeron desde el mismo momento en el que se declaró la emergencia que no iban a presentarse problemas para el aterrizaje. Sin embargo, cuando se conoció que el caso terminó sin tragedia, admitieron que la situación fue al menos “delicada”. En declaraciones televisivas, un muchacho que había ido a ver cómo despegaban los aviones con su tío manifestó que “estábamos en la cabecera, vimos un avión grande y cuando levantó la trompa, la rueda siguió carreteando, rompió la reja pero levantó vuelo, picó dos veces en el asfalto y se fue al campo de golf”, un trayecto muy similar al hecho por el avión de Lapa en la tragedia de 1999. Esta vez el destino quiso que el desenlace fuera otro.
Informe: Maricel Seeger.

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