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Sociedad|Sábado, 27 de marzo de 2004
DOS TURISTAS SUDAFRICANOS PRESOS 15 DIAS POR ERROR

De turismo en la comisaría

Fueron detenidos en Córdoba y trasladados a La Rioja, acusados por un delito cometido meses antes de que llegaran al país: su culpa fue la portación de piel. Ahora juran que no volverán a la Argentina.

Por Horacio Cecchi
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Janvier Kouassi y Taramoko Aime (a ambos costados) venían de recorrida por toda Sudamérica.
Durante tres meses, los sudafricanos Janvier Kouassi, magister en informática de 24 años, y Taramoko Aime, contador público de 25, recorrieron Sudamérica en plan turístico. Pasaron por Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. El 10 de febrero entraron en el país y, sin saberlo, en un inesperado calvario. Los tuvieron detenidos durante 15 días por el solo hecho de que Kouassi y Aime son negros. Estuvieron arrumbados en la Dirección de Investigaciones de La Rioja, hasta que dos abogados por casualidad dieron con ellos y lograron liberarlos. La policía riojana buscaba a dos muchachos que seis meses antes habían robado y estafado a dos comerciantes. Los datos que derivaron en la escandalosa y errónea detención parecen salidos de un manual de taxonomía lombrosiana: “Se busca a dos jóvenes de piel negra, cabello motoso, pómulos salientes y nariz de boxeador”. Además de portación de piel, Janvier y Taramoko tienen otro punto en común: jamás volverán al país de las fronteras abiertas para rubios.
Aunque de origen sudafricano, Janvier y Taramoko viven en Marsella, Francia. Tienen un buen pasar económico. Incluso, la madre de Taramoko es dueña de una inmobiliaria y de una de las empresas de construcción más grandes de esa ciudad. Tan buen pasar que desde hacía tres meses viajaban por Sudamérica. Entraron por Ecuador, pasaron por Perú y Bolivia, visitaron Chile y, desde el 10 de febrero, entraron al país, por Mendoza, según consta el sello de Migraciones en sus pasaportes. No figuran otros ingresos al país, ni anteriores y difícilmente posteriores.
Sin embargo, fueron detenidos por un delito ocurrido en agosto del año pasado en La Rioja, cuando el viaje de Janvier y Taramoko era un proyecto. Para esa época, dos muchachotes de color de piel negra, cabello motoso, pómulos salientes y narices de boxeador les hicieron el cuento del tío a dos comerciantes dispuestos a zafar mediante una avivada. Llevaban una cajita con dos cajones. Por un cajón entraban un billete de 100 dólares y por el otro salían 300. Los dos morenos entregaron los 300 dólares a los comerciantes, quienes se cercioraron en un banco de que eran verdes de los buenos. Los comerciantes volvieron con dos buenos fajos para multiplicar: uno entregó 25 mil dólares y el otro 12 mil. Delante de sus narices, colocaron los fajos en una mochila, con la indicación de que la guardaran lejos de la luz y le inyectaran una tinta que los morenos dieron al costo. Lo que no advirtieron fue el cambio de mochilas. Cuando lo descubrieron ya era tarde. Fue tanta la vergüenza que la denuncia la presentaron recién en enero pasado.
A esa altura, Janvier y Taramoko estaban de viaje por Perú o Bolivia. El 10 de febrero entraron por Mendoza. Viajaron a Buenos Aires, y unos días después subieron a Córdoba. Allí se hospedaron en un hotel céntrico. El 8 de marzo, Taramoko fue a un bar a comprar unas cervezas. En la calle lo demoró la policía. Oficialmente se dijo que habían cometido una contravención al artículo 86 sobre bebidas alcohólicas. Luego detuvieron a Janvier. Permanecieron cuatro días detenidos sin explicación. Taramoko denunció que los policías le robaron 600 dólares del bolsillo y un reloj. Mientras permanecían detenidos, saltó el pedido de detención de “dos jóvenes de piel negra, etcétera, etcétera”. Todo coincidía, el color de piel, el pelo mota, los pómulos salientes y la nariz de boxeador. Como Cassius Clay no pasó por el lugar, debían ser ellos.
Desde La Rioja enviaron una comisión policial que los trasladó hasta la Dirección de Investigaciones, según relató el diario local El Independiente. De nada les sirvió hablar francés, inglés, alemán, árabe y malayo. En la D.I. riojana apenas hablan castellano. Pasaron siete días arrumbados mientras aguardaban que su caso llegara a la Justicia. El viernes pasado, los abogados Oscar Zalazar y Fernando Romero pasaron de casualidad por el lugar, trabajando en otro caso, y se toparon con los dos hombres. Mantuvieron una entrevista y por la tarde presentaron un hábeas corpus ante la Cámara del Crimen local. El pedido fue rechazado. El lunes se presentaron ante el juez de instrucción 1 Miguel Morales y le plantearon el caso. Morales simplemente miró el pasaporte, la fecha de ingreso al país y comprobó que era imposible que hubieran cometido el delito denunciado. Ordenó la libertad inmediata. El martes a medianoche, salieron de la celda insultando en sánscrito y juramentándose no regresar jamás al país. Previamente, iniciaron una acción judicial por falsa denuncia. Nadie sabe cómo seguirá, pero si tiene éxito las autoridades cordobesas-riojanas se las van a ver negras.

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