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Sociedad|Sábado, 22 de mayo de 2004
TODA ESPAÑA EN VILO POR LA BODA ENTRE LETIZIA Y FELIPE

El cuento del príncipe y la plebeya

Llegó la hora. La periodista y el heredero tendrán su día de gloria, con un país entero siguiéndoles los pasos. Los fastos costarán 20 millones de euros. Ayer, manifestación en contra.

Por Pedro Lipcovich
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Unas mil personas protestaron ayer en Madrid contra la boda “ostentosa y despilfarradora”.
Como una manifestación más de las dificultades que muchas mujeres todavía encuentran para acceder y, en este caso, permanecer en el mercado laboral, una promisoria periodista sellará hoy su retiro de esa profesión, a la que se habían dedicado también su padre y su abuela. Se trata de Letizia Ortiz, quien contraerá matrimonio con el príncipe Felipe de Borbón, heredero de la Corona española. Ya desde ayer, multitudes de españoles se volcaban a las calles, especialmente iluminadas y engalanadas con un millón de flores. Y muchos se aprestaban a pasar toda la noche haciendo cola ante el Palacio Real, a cuyo patio podrán entrar los 5000 primeros. En los últimos días, dos conflictos vinieron a matizar los actos. El primero, una manifestación callejera de protesta contra la boda “ostentosa y despilfarradora”; el segundo, una polémica por la “contradicción” de la Iglesia Católica al aceptar casar al príncipe con una mujer que pasó por un divorcio civil mientras niega los sacramentos a personas divorciadas. Varios canales de televisión trasmitirán para la Argentina la ceremonia, desde las cinco de la mañana.
La ceremonia religiosa empezará a las 11 en la catedral de La Almudena, a la cual entrarán los novios luego de cruzar el Patio de la Armería sobre una alfombra roja que atravesará los 200 metros que median entre la puerta del Palacio Real y el templo. Los decoradores habían propuesto una alfombra gris perla, pero ella optó por el rojo tradicional. Según un diario madrileño, esto muestra que “los nada vacilantes criterios de la novia se han impuesto no sólo en el vestido”. Habrá 1600 invitados, cada uno de los cuales, por razones de seguridad, deberá portar una tarjeta magnética identificatoria. Y se estima que 1200 millones de espectadores en todo el mundo la verán por la tele; en la Argentina, desde las cinco de la mañana, trasmitirán TN, Canal 9 y América TV.
Letizia cobrará durante la ceremonia, ya que Felipe le entregará las “arras”, es decir las 13 monedas que, según la tradición, el desposado entrega a la desposada en ese acto: serán en este caso monedas de oro de la colección del Banco de España, las más antiguas de las cuales fueron emitidas por los Reyes Católicos.
Los flamantes esposos y recorrerán la Gran Vía madrileña y, con sus invitados, almorzarán en el Palacio Real. Carmelo Pérez, encargado del almuerzo, anunció que “como primer plato habrá tarteletas hojaldradas con verduras y frutos de mar; de segundo plato, un ave con frutos secos y después una gran torta nupcial” que mide casi dos metros de altura y pesa entre 150 y 170 kilos.
Desde anoche, miles de madrileños salieron para festejar y admirar la ciudad engalanada e iluminada especialmente, lo cual produjo una gigantesca congestión de tránsito. Cincuenta personas tuvieron que ser asistidas por lipotimias, heridas leves por caídas e incluso crisis de ansiedad suscitadas por la aglomeración. El Ayuntamiento distribuyó 1.200.000 flores y plantas en la capital. A las siete de la mañana se abrirán las puertas del Patio de la Armería, perteneciente al Palacio Real, donde 5000 personas –las primeras de la cola– podrán acercarse a la ceremonia. El transporte público será gratuito.
De los miles de obsequios recibidos por la pareja –desde libros incunables hasta una pareja de burros–, el más original fue el “regalo solidario” del presidente chileno Ricardo Lagos: la inauguración de una sala cuna para madres adolescentes con el nombre “Doña Letizia”.
La boda costará 20 millones de euros, de los cuales entre seis y ocho se gastarán en seguridad. Trabajarán en ella 23.600 funcionarios, entre ellos 14.500 policías y 4700 guardias civiles. Ayer el Movimiento Popular contra la Boda Real –que reúne a grupos ecologistas, izquierdistas y antiglobalización– reunió a unas mil personas en Madrid para protestar contra la boda “ostentosa y despilfarradora”. Muchos de ellos iban envueltos en banderas republicanas y sus consignas eran “Menos bodas reales y más gastos sociales” e incluso “Los Borbones a los tiburones”. El coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, no concurrirá a la boda y tampoco asistirán las autoridades del Partido Nacionalista Vasco.
También se renovó la polémica por el hecho de que Letizia Ortiz es divorciada en lo civil. El arzobispo Antonio María Rouco, cardenal de Madrid, quien oficiará la ceremonia, sostuvo que “el matrimonio meramente civil es inexistente” por lo cual Letizia es, para la Iglesia, soltera. No obstante, Juan José Tamayo, presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, sostuvo que ese criterio es “una falta de respeto a la autonomía de las realidades temporales como el matrimonio”. Los diarios publicaron cartas subrayando “el contrasentido de negar la comunión en muchas iglesias a los divorciados mientras la jerarquía aplaude la boda real”.
Letizia Ortiz nació en Oviedo en 1972. Su abuela, Menchu Alvarez del Valle, fue una popular conductora de radio, y su padre, Jesús Ortiz, fue periodista radiofónico. Letizia estudió periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, hizo un máster en información audiovisual y cursó estudios de doctorado en México, aunque no llegó a presentar la tesis. Se destacó como conductora de programas noticiosos en Televisión Española. Conoció a Felipe –hijo de Juan Carlos de Borbón I y heredero de la corona– en octubre de 2002, en casa de un periodista amigo. El 1º de noviembre del año pasado reconocieron que eran novios.
–Letizia, ¿no sucede que las reinas terminan aburriéndose? ¿Y si usted no hubiera renunciado a su profesión? ¿Y si el Príncipe, por amor a usted, hubiera renunciado a un reino para bajar al mundo del trabajo? –hubiera querido preguntar Página/12, con inquietud por el futuro de la colega.
Pero Letizia de Borbón se hubiera limitado a responder con ese encantador mohín de desdén que sólo las princesas son capaces de exhibir.

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