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Sociedad|Jueves, 22 de julio de 2004

En la calle Florida, los turistas pagan más cuando compran en inglés

Pese a la campaña del gobierno porteño, los extranjeros son estafados por comerciantes y taxistas. Página/12 hizo una recorrida en inglés y comprobó que en otro idioma es más caro.

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En Florida hay comercios que no especifican los precios de vidriera o los ponen sin signo pesos.
Nora, visitante checa, aseguró que “me advirtieron que los taxistas cobran más caro al turista”.
“¿Y estou, how much?”, preguntó la turista extranjera. La respuesta implícita no tenía traducción al inglés: la curraron con el precio. Ocurre que la turista no era tal ni tampoco extranjera. Más claro: una cronista de Página/12 pudo comprobar que en algunos comercios sobre la calle Florida, basta con pronunciar dos palabras en inglés para que intenten meterle la mano en el bolsillo. Según denunciaron turistas y miembros del Centro de Educación al Consumidor (CEC), algunos comerciantes floridos cobran un precio para argentinos y otro para extranjeros. La mayor parte de las denuncias apuntan a los locales de venta de cuero, aunque los taxistas tampoco escapan de las quejas de los turistas. Pese a los esfuerzos del gobierno porteño –mediante avisos en televisión y vía pública– para fomentar el buen trato, las quejas y la experiencia indican que los métodos para recargar las cajas registradoras son variados.
“Hay locales, sobre todo los que venden artículos de cuero, donde los productos no tienen precio o lo dicen, pero sin especificar el tipo de moneda. De esta manera, el cartel del precio dice 210, pero deja abierto a que se interprete como pesos, euros o dólares, según la cara del cliente”, detalló la titular del CEC, Susana Andrada. Greg, un turista californiano de paseo por la zona de Florida, manifestó a este diario (en su idioma) que “el hecho de hablar inglés parece significar que debés pagar todo el doble. No sólo me ocurrió en comercios, sino también en restaurantes de la ciudad”.
Andrada indicó que durante una recorrida que hicieron los integrantes del CEC, y según algunas denuncias recibidas por los turistas, comprobaron que “en la calle Florida hay comercios que no especifican los precios en las vidrieras o ponen cifras sin el signo pesos”. También existen casos en los que “el vendedor les dice a los turistas un precio y al momento de pagar lo cambia”, según admitió la vendedora de un local de la zona. Para combatir este tipo de episodios, el centro inició una campaña educativa y de difusión para los turistas. En este sentido, Andrada explicó que los que denuncian abusos en los precios son visitantes del “interior del país” y quienes denuncian estafas en paquetes turísticos “son extranjeros”.
Victoria, una turista chilena que viajó a la Argentina con sus hijas, contó a este diario que en un local le quisieron vender “un perfume que no era original al precio de uno verdadero”. Para evitar “estafas”, Victoria aseguró que lleva la calculadora “a todos lados”. En tanto, Nora, una turista checa que llegó al país junto con otra amiga, reveló que un grupo de amigos italianos que viven actualmente en la Argentina “nos advirtieron de esta situación porque a ellos les pasó. También nos comentaron que hay taxistas que cobran más caro a los turistas”. Valentina, otra visitante de Santiago de Chile, coincidió en este último punto: “El mismo guía nos avisó que tengamos mucho cuidado con los taxistas”. En tanto, Arturo, un turista de Río de Janeiro, agregó que los taxistas que salen de los aeropuertos “son mucho más caros que el resto”.
Los carteles de bienvenida que recorren la calle Florida, escritos en diferentes idiomas, se contrastan con estas “viejas avivadas” emprendidas por algunos locales, pese a que el perjuicio alcanza a todos los negocios. El escenario se completa con numerosos comerciantes “cazaturistas” ubicados en la calle, frente a los locales, para ofertar los productos. En una recorrida que realizó Página/12 por esta zona turística y comercial, uno de estos promotores admitió que existen negocios que cambian el precio de los productos a los extranjeros. “También estafan con la calidad, sobre todo con productos de cuero, porque algo que cuesta 100, lo cobran 400”, afirmó.
En uno de los negocios ubicados sobre la calle Florida y Paraguay, este diario pudo comprobar que al preguntar el precio de una chaqueta, en inglés, un comerciante dijo un precio que superaba los 700 pesos, y al rato, cuando se hizo la misma pregunta –esta vez en castellano–, otro comerciante del mismo local dio un precio que rondaba los 500. El gobierno porteño lanzó hace unos días una campaña de difusión que incluye afiches en vía pública que dicen “Sonreí”, en referencia a la actitud buscada hacia los turistas. La campaña, incluso, prevé comentarios en programas de televisión como Los Roldán o Gasalla en pantalla, sobre los beneficios que genera tratar bien al turista.
El CEC, por su parte, inició una campaña de educación al turista e instaló mesas en Capital Federal, en las que informa a los visitantes sobre sus derechos y les advierte sobre posibles engaños a los que pueden ser sometidos. Los turistas reciben un folleto que está traducido al inglés y al portugués, en el que se les da información sobre entidades de defensa al consumidor, la comisaría del turista y organismos gubernamentales donde se pueden radicar denuncias.

Informe: Maricel Seeger.

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