Mientras los bordes de Iván barrían parte de Cuba después de haber desviado su trayectoria sin golpear de lleno la isla, en México se encontraban en alerta roja y empezaban los preparativos para recibir la violencia del huracán que anoche enfilaba decididamente sobre la península de Yucatán. En México, la situación no es sencilla: desde el Pacífico, avanza Javier, otro huracán que ya alcanzó el grado 4 sobre un máximo de 5.
El occidente de Cuba, incluyendo la ciudad de La Habana, fue azotado ayer por lluvias intensas y vientos de alrededor de 120 kilómetros por hora. Tras una semana de incertidumbre y angustia, los 2,3 millones de habitantes de La Habana respiraron aliviados al conocer que Iván no impactaría en forma directa sobre ellos. De todos modos, los meteorólogos reiteraron las advertencias de peligro. Aun con sus bordes, Iván provocó un fuerte impacto, sobre todo en la provincia de Pinar del Río, 140 kilómetros al oeste de La Habana, donde algunas olas ya alcanzaban los cinco metros de altura en la localidad de Isabel Rubio. El frente del ojo de Iván tocó tierra en el cabo San Antonio, en la península de Guanahacabibes, en el extremo occidental del país.
Durante la noche, Iván ya se dirigía hacia la península de Yucatán, donde los municipios norteños de Quintana Roo y Yucatán estaban en alerta roja. En el balneario de Cancún, del municipio de Benito Juárez, unos 30 mil turistas alojados en hoteles y cabañas podrían ser obligados a dejar la zona. En Yucatán fueron suspendidas las clases, la gente almacenaba agua potable y alimentos. En el Golfo de México, las empresas petroleras evacuaban sus plataformas que debían enfrentar vientos de 250 kilómetros por hora.
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