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Sociedad|Jueves, 4 de noviembre de 2004
EXPERIENCIA EXITOSA EN BRASIL CONTADA POR UN EXPERTO

“Como luchar contra el cáncer”

Por P. L.

“Entre nuestros principales agentes están las madres que, preocupadas por la seguridad familiar, entregan las armas de sus hijos y de sus maridos”, cuenta Marcelo Bicalho Behar, responsable del Programa de Desarme de Brasil, gracias al cual, en menos de cuatro meses, 160.000 armas se retiraron de circulación. Los brasileños lograron instituir el desarme como política de Estado, apoyada por partidos de oposición de distintas tendencias, por las distintas iglesias, ventilada en los medios de comunicación y sustentada en la participación de ONG: “Es como luchar contra el cáncer”, grafica Behar. El Programa paga entre 100 y 300 reales a cada ciudadano que entregue un arma, sin preguntarle cómo la obtuvo. El arma es destruida inmediatamente. La recolección se articula con una normativa muy estricta para la tenencia y con la prohibición de portar armas. También incluye el control de las armas y las municiones utilizadas por las fuerzas de seguridad. Dentro de un año se efectuará un plebiscito a fin de –directamente– prohibir el comercio de armas y municiones.
El Programa empezó el 15 de julio y pretendía recolectar 80.000 armas hasta fin de año: pero ese número ya se había alcanzado el 15 de agosto, y hoy llegan ya a 160.000. “La clave está en no preguntarle a nadie cómo obtuvo el arma –destacó Behar–. Este tipo de programas tuvo éxito en muy distintos países: desde Australia, donde la cantidad de armas en poder de la población bajó a niveles insignificantes, hasta lugares tan difíciles como Pakistán y los países de la ex Yugoslavia. Lo que puede afectar el éxito es imponer condiciones difíciles, tratar de aprovechar para encontrar culpables. El lema es ‘Sin preguntas, sin complicaciones’, y el problema es sólo con el arma, no con quien la entrega.”
El Estado brasileño destinó 30 millones de reales (aproximadamente la misma cantidad en pesos) para el Programa. Se pagan desde 100 reales por un revólver calibre 38, el arma más común en ese país, hasta 300 por un fusil militar. En rigor, “las armas a las que nos dirigimos son las que están en poder de ciudadanos de bien, que las compraron creyendo proteger a sus familias. Los bandidos claro que no van a entregar sus armas: a ellos se las tiene que sacar la policía”. Por eso el Programa incluye la difusión de “estudios internacionales que muestran cómo la posesión de armas aumenta el riesgo: al enfrentarse con un delincuente, en nueve de cada diez casos, el ciudadano común pierde; en cinco de esos casos, muere; en los restantes, el delincuente le quita el arma”.
En el estado de Paraná, donde el Programa empezó a aplicarse en marzo, las tasas de homicidios bajaron hasta un 20 por ciento: “La mayor parte de los homicidios no son en el curso de acciones delictivas sino entre conocidos, a menudo por motivos fútiles”, observó Behar.
Las armas pueden entregarse en locales de la Policía Federal, pero “como muchas personas prefieren no presentarse en sedes policiales, hemos hecho convenios con ONG, con iglesias y con centros de salud, que así funcionan como lugares de recepción de armas, con control policial, y contribuyen a la difusión del proyecto, mediante carteles y materiales provistos por el Estado”. El arma es inutilizada en presencia de la persona que la entrega.
La portación de armas es ahora delito no excarcelable en Brasil. Y el que quiera tener un arma en su casa debe declarar y demostrar los motivos que lo ponen en riesgo personal, pasar un examen psicofísico ante autoridad competente, tener más de 25 años y pagar una tasa. Todo este trámite deberá repetirse cada tres años, “de modo que la gente termine por cansarse”, comentó el coordinador. Para los usuarios deportivos y cazadores de subsistencia hay regímenes de autorización especiales.
Behar destacó que “el Programa recibió el apoyo de gobiernos estaduales controlados por la oposición, de organizaciones de izquierda y de derecha y de la sociedad civil. Como si fuera la lucha contra el cáncer, o, digamos, contra un cáncer. Tuvo mucho éxito una campaña dirigida a las madres para que entregaran las armas de sus hijos y maridos: incluso recurrimos a anuncios televisivos con la participación de una actriz que, en las telenovelas, suele hacer el papel de madre, y funcionó”.
El Programa incluye el control de las armas de las fuerzas de seguridad. “A veces los policías tenían, además del arma de la repartición, una particular; ahora, las dos se identifican para detectar si una bala en particular salió de alguna de ellas. También vamos a marcar las municiones, de modo que cualquier cápsula servida permita saber de qué arma policial provino”, anticipó el funcionario.
La última vuelta de tuerca del programa se prevé para octubre de 2005, cuando se someterá a plebiscito en Brasil la propuesta de prohibir la venta de armas y municiones a civiles. Según encuestas, la aceptación sería ya del 80 por ciento.
Behar visitó Buenos Aires para dictar una conferencia en el Ministerio de Educación, cuyo titular, Daniel Filmus, se manifestó “a favor de una campaña de desarme en Argentina”.

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