El sargento de la Bonaerense Miguel Sánchez conoció el mostrador del otro lado. Ayer, Sánchez calzó las esposas pero no en su cinto ni en muñecas ajenas sino en las propias: lo detuvieron en Gregorio de Laferrère, después de asaltar a un repartidor de garrafas al que intentó asesinar. Cuando una comisión de colegas lo detuvo, Sánchez estaba a punto de suicidarse descerrajándose un tiro en la boca con su arma policial, una suerte de trágica ironía del destino. Pero no se disparó. A Sánchez lo detuvieron, pero no fue alojado en la comisaría de Tapiales: allí hacía de sargento.